Boris Johnson vacunó su Brexit a costa del desarrollo científico británico

El premier británico apuró la inmunización masiva en Gran Bretaña como arma para negociar una salida ventajosa de la Unión Europea. Y en el camino quedó la vacuna desarrollada en la Universidad de Oxford

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Un hito para la ciencia. Margaret Keenan, 90, sale del hospital de Coventry tras ser la primera persona en ser vacunada en Occidente. Un hecho que fu aprovechado por el premier Boris Johnson en su salida intempestiva de la Unión Europea. Jacob King/REUTERS
Un hito para la ciencia. Margaret Keenan, 90, sale del hospital de Coventry tras ser la primera persona en ser vacunada en Occidente. Un hecho que fu aprovechado por el premier Boris Johnson en su salida intempestiva de la Unión Europea. Jacob King/REUTERS

Cuando Margaret Keenan, la nonagenaria británica se convirtió en la primera persona vacunada contra el covid-19 en Occidente, no tenía ni idea de que en ese momento la ciencia se estaba entrecruzando con la propaganda. La escena de la mujer levantando la manga de su colorida remera azul y la enfermera colocando la vacuna, hablaba de algo más que de un avance extraordinario de la medicina. Tenía implícito el éxito británico de ser el primer país en comenzar a inmunizar a su población. Y, sobre todo, que lo había podido hacer gracias al Brexit. Sin el lastre de la burocracia de la Unión Europea, el gobierno del primer ministro Boris Johnson había aprobado a velocidad de la luz una vacuna para mostrarlo como un primer gran éxito de su obstinada salida de la UE. Y lo hizo, incluso, en contra del nacionalismo británico que tenía todas sus esperanzas puestas en el desarrollo propio de la vacuna de la universidad de Oxford. El iracundo Boris mostró que las islas pueden ser mejores, más rápidas y eficaces que la burocracia de Bruselas. Una victoria que se puede volver en su contra como un boomerang.

Boris Johnson utilizó la vacuna en la negociación para la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Fue tomando decisiones científicas y políticas al mismo tiempo y en forma concatenada. El 2 de diciembre, Londres autorizó la comercialización de la vacuna de Pfizer y fijó el inicio de la campaña de inmunización para el 8, el día en que la señora Keenan la recibió. Apenas unas horas antes, el número dos del gobierno de Johnson, Michael Gove, y el vicepresidente comunitario Maros Secfovic habían alcanzado un principio de acuerdo que allana la vía hacia la aplicación plena del divorcio Londres-Bruselas, pero que no terminó de fraguar. Ante la intransigencia de los comunitarios para seguir concediendo privilegios a Johnson, éste salió a mostrar el éxito médico como un adelanto de los éxitos políticos que están por venir.

Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, advirtió a los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la UE de la complejidad de las negociaciones, en los que “persisten los principales escollos”. Y añadió que “la probabilidad de un no acuerdo es más elevada que la de un acuerdo”. Este domingo a la medianoche de Bruselas se termina el plazo. Después de ese momento no habrá más negociaciones. Lo más probable es que Johnson se vaya a las malas, que es como él prefiere. Entre los Veintisiete se impone el hastío de haber tenido que ceder mucho. Von der Leyen les dijo que apenas había unos pequeños avances en los tres grandes temas en discusión: competencia, gobernanza de la relación futura y pesca. “De una forma u otra, en menos de tres semanas será un nuevo comienzo para unos viejos amigos”, afirmó la alemana en una conferencia de prensa posterior.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se quita una mascarilla con el motivo de la bandera de Europa estampado, durante la cumbre de líderes europeos celebrada en Bruselas. John Thys/Pool vía REUTERS
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se quita una mascarilla con el motivo de la bandera de Europa estampado, durante la cumbre de líderes europeos celebrada en Bruselas. John Thys/Pool vía REUTERS

Ese mismo ambiente de pesimismo se está viviendo en Londres. Johnson reunión a todos sus ministros en Downing Street a última hora del jueves para advertirles de que deben prepararse para un final abrupto del periodo de transición, el próximo 31 de diciembre. “Existe una alta posibilidad de que no haya finalmente acuerdo con la UE”, les dijo. “Creo que está muy, muy claro en estos momentos que la posibilidad más alta es la de tener con la Unión Europea una relación más a la australiana que a la canadiense”, explicó el primer ministro en un eufemismo geográfico que marca algunas pequeñas diferencias de aranceles y cuotas de los intercambios comerciales.

Y ahí, aparece otra vez la vacuna contra el covid. Al dar el visto bueno para el uso de emergencia de la vacuna desarrollada por el fabricante de medicamentos estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech, Londres se adelantó en una semana a Estados Unidos y fue centro de la acusación de anteponer la rapidez a la eficacia. Johnson aseguró que el país había estado “esperando el día en que los reflectores de la ciencia señalara a nuestro enemigo invisible y nos dieran el poder de impedir que ese enemigo nos hiciera daño. Y ahora los científicos lo han hecho”. El parlamentario conservador Jacob Rees-Mogg lo dijo más claro en un tuit: “Sólo pudimos aprobar esta vacuna tan rápidamente porque hemos dejado la UE. El mes pasado cambiamos las regulaciones para que una vacuna no necesitara la aprobación de la UE, que es más lenta”. Pero el ministro de Salud alemán, Jens Spahn, enseguida les aclaró que no se trata de un avance científico apenas británico y que BioNTech, la empresa alemana que desarrolló la vacuna, lo hizo con fondos de la Unión Europea. “Esto demuestra que si un producto de la UE es tan bueno que se autoriza tan rápidamente en el Reino Unido, que en esta crisis, lo mejor es la cooperación europea e internacional”. Y el embajador alemán en Londres, Andreas Michaelis, expresó su enojo con el nacionalismo británico en un tuit: “¿Por qué es tan difícil reconocer este importante paso adelante como un gran esfuerzo y éxito internacional? Realmente no creo que esto sea una historia nacional. A pesar de que la compañía alemana BioNTech ha hecho una contribución crucial, esto es europeo y transatlántico”.

Cuando los resultados de las primeras pruebas clínicas de la vacuna de Oxford eran exitosos, Boris Johnson apoyaba el proyecto. Pero al retrasarse el proceso, apuró la vacunación con la de Pfizer. EFE/Hotli Simanjuntak.
Cuando los resultados de las primeras pruebas clínicas de la vacuna de Oxford eran exitosos, Boris Johnson apoyaba el proyecto. Pero al retrasarse el proceso, apuró la vacunación con la de Pfizer. EFE/Hotli Simanjuntak.

Y esta bravuconada nacionalista para tapar los conflictos que se avecinan ante una salida sin acuerdo de la Unión Europea terminó levantando ampollas internas con los científicos británicos que desarrollan su propia vacuna de Oxford/AstraZeneca. Hacia finales de noviembre, tanto Pfizer como Moderna enviaron comunicados anunciando que en sus ensayos clínicos de fase 3, sus vacunas de ARN habían alcanzado tasas de eficacia superiores al 90%. Los ojos giraron entonces hacia los datos de AstraZeneca. El titular inicial era que la vacuna de Oxford también había alcanzado un 90% de eficacia, pero pronto el anuncio comenzó a resquebrajarse. Solo una pequeña parte había alcanzado esa eficacia, frente a un discreto 62% del resto de ensayos clínicos. Además, aquellos que habían logrado mejores resultados habían tomado media dosis menos de la vacuna, algo que además sucedió por un error en la dosificación, no a propósito. Entre la Universidad de Oxford y la farmacéutica, han aparecido asimismo unos cuantos roces en cuanto a su interpretación de los resultados. En primer lugar, AstraZeneca achaca haber dado a muchos pacientes media dosis en vez de una a un “error fortuito”, mientras que Oxford dice que fue totalmente a propósito.

Todo esto retrasó la salida del “éxito” científico británico, propiciando el adelantamiento de las competidoras. La vacuna de Johnson & Johnson, basada en adenovirus pero que solo necesitaría una dosis, también se acerca peligrosamente. Fue cuando Boris Johnson tomó la decisión de poner todos los recursos en la vacuna de Pfizer para ratificar al tablero internacional que sigue siendo una pieza clave. Esto, más allá de que sea un triunfo al menos binacional sino europeo y que su propio desarrollo todavía crea dudas. Fue cuando la señora Keenan se convirtió en un ícono tanto de la ciencia como de la política. Johnson estaba alcanzado su Brexit vacunado.

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