Quién es el ex presidente que resistió su arresto a los tiros, mató a un policía y se entregó

Almazbek Atambayev gobernó Kirguistán entre 2011 y 2017, y apadrinó a su sucesor, Sooronbai Jeenbekov. Pero este ordenó que lo investiguen por supuestos delitos cometidos durante su gestión. Cuando la Justicia dictó su detención, desafió al gobierno y desató una crisis política que aún sacude al país

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Almazbek Atambayev, el ex presidente que realizó un alzamiento para resistir su arresto y desató una crisis política sin precedentes
Almazbek Atambayev, el ex presidente que realizó un alzamiento para resistir su arresto y desató una crisis política sin precedentes

Almazbek Atambayev fue el primer presidente de la joven democracia kirguisa que le entregó el mando de forma pacífica a su sucesor. Sooronbai Jeenbekov, su delfín, asumió el 24 de noviembre de 2017 y lo nombró "héroe nacional" en una de sus primeras decisiones oficiales.

Pero no duró mucho la armonía en esta ex república soviética que se independizó en 1991 y pasó por dos revueltas populares en los últimos 15 años. Las críticas que Atambayev empezó a propinarle a Jeenbekov desde mediados de 2018, en un intento de recuperar protagonismo político, desataron un enfrentamiento que escaló a gran velocidad.

El ex presidente empezó a ser investigado judicialmente por distintos cargos de corrupción. El caso que más avanzó fue el de la liberación irregular en 2013 de Aziz Batukayev, una conocida figura del submundo del delito en la comunidad chechena. A mediados de año, Atambayev fue citado a declarar como testigo por esa causa, pero se negó a ir en tres ocasiones, alegando que era víctima de una persecución política.

"La respuesta de Jeenbekov en relación con su antiguo patrón no fue completamente inesperada. Sus excesivos intentos de influir sobre los nombramientos de funcionarios de alto nivel causaron una reacción violenta por parte del presidente, que pretendía formar su propio equipo", explicó Emir Kulov, profesor de la Universidad Americana de Asia Central en Biskek, consultado por Infobae.

El presidente de Kirguistán, Sooronbai Jeenbekov (izq.), aplaude durante su ceremonia de investidura, al lado del ex presidente Almazbek Atambayev, el 24 de noviembre de 2017 (REUTERS/Vyacheslav Oseledko/File Photo)
El presidente de Kirguistán, Sooronbai Jeenbekov (izq.), aplaude durante su ceremonia de investidura, al lado del ex presidente Almazbek Atambayev, el 24 de noviembre de 2017 (REUTERS/Vyacheslav Oseledko/File Photo)

La tensión trepó en junio, cuando el Parlamento lo despojó de la inmunidad que impedía su arresto. Ante su continua negativa a concurrir a las citaciones judiciales, las Fuerzas Especiales de la Policía organizaron un operativo especial para detenerlo el miércoles 7 de agosto.

"Atambayev dio el paso sin precedentes de invitar a Rusia a intervenir en su apoyo en la batalla con Jeenbekov. Antes de que lo arresten, Rusia lo llevó a Moscú en un avión privado desde su base aérea en Kirguistán para encontrarse con Vladimir Putin en el Kremlin. El mensaje del presidente ruso fue que debían resolver el problema entre ellos, aunque reconoció que el país sólo puede tener un presidente a la vez", dijo a Infobae Eugene Huskey, profesor de ciencia política de la Universidad Stetson de Florida.

El ex presidente de Kirguistán Almazbek Atambayev (segundo de la izquierda) camina con sus seguidores fuera de su residencia en el pueblo de Koi-Tash, cerca de la capital, Bishkek (Vyacheslav OSELEDKO / AFP)
El ex presidente de Kirguistán Almazbek Atambayev (segundo de la izquierda) camina con sus seguidores fuera de su residencia en el pueblo de Koi-Tash, cerca de la capital, Bishkek (Vyacheslav OSELEDKO / AFP)

Sabiendo lo que se venía, Atambayev se refugió en su mansión ubicada en el municipio de Koi-Tash, en las afueras de Biskek, la capital. Luego llamó a decenas de sus seguidores y los hizo ingresar al predio para protegerlo.

Cuando los policías llegaron, fueron recibidos a piedrazos y rápidamente se vieron desbordados. Luego de que los simpatizantes del ex mandatario les sacaran los fusiles y secuestraran a seis de ellos, el escuadrón debió huir.

Los uniformados regresaron con refuerzos al día siguiente. Penetraron los portones con un vehículo blindado y se enfrentaron con los "soldados" de Atambayev. Un policía murió por un impacto de bala y al menos 80 personas resultaron heridas. Tras varios minutos de dramatismo, el "héroe nacional" aceptó entregarse. Admitió haber disparado y fue imputado por homicidio.

Miembros de las fuerzas especiales de la Policía durante la redada para detener al ex presidente Almazbek Atambayev en la aldea de Koi Tash, el 8 de agosto de 2019 (REUTERS/Stringer)
Miembros de las fuerzas especiales de la Policía durante la redada para detener al ex presidente Almazbek Atambayev en la aldea de Koi Tash, el 8 de agosto de 2019 (REUTERS/Stringer)

Orozbek Opumbayev, jefe del Comité Estatal de Seguridad Nacional, contó que el dirigente había usado un rifle de francotirador Dragunov, que le atravesó el chaleco antibalas al efectivo muerto. "Quería un baño de sangre. Su intención era dar un golpe de Estado", dijo Opumbayev. La Fiscalía General le sumó este martes múltiples acusaciones: "asesinar a un oficial de las fuerzas especiales", "tomar rehenes", "organizar disturbios en masa" y "portar ilegalmente un arma".

"El arresto de Atambayev parece resolver este enfrentamiento, pero es difícil decir que Jeenbekov se ha fortalecido —continuó Huskey—. El operativo estuvo mal manejado y hay muchos partidarios de Atambayev que ahora están más enojados con el gobierno. Kirguistán se volvió ciertamente más inestable de lo que era desde la revolución y la violencia étnica de 2010, y en las próximas semanas el Presidente deberá curar las heridas que se han abierto. Es una buena señal que, a pesar de los intentos de incitar a la violencia por parte de partidarios de Atambayev, el país está relativamente tranquilo. No obstante, Kirguistán sigue teniendo un Estado débil, con un líder debilitado".

El enfrentamiento entre los seguidores de Almazbek Atambayev y la policía

Un país con una historia corta y explosiva

"Estos conflictos son habituales en Kirguistán, donde los partidos son débiles pero las personalidades son fuertes. Kurmanbek Bakiyev, predecesor de Atambayev, abusó igualmente de su cargo y nombró a compinches y a familiares, hasta que fue derrocado y escapó. Debido a la historia del país con la política callejera, hay un grave riesgo de mayor inestabilidad. Una lección para el presidente actual es que nunca han funcionado los intentos de los mandatarios anteriores de arrogarse el poder por sí mismos, como sucede en los vecinos más autoritarios de Kirguistán. Siempre hay una reacción violenta", dijo a Infobae Scott Radnitz, director del Centro Ellison de Estudios Rusos, de Europa del Este y de Asia Central, en la Universidad de Washington.

Los partidarios armados del ex presidente Almazbek Atambayev vigilan su casa durante una operación de las fuerzas de seguridad del Estado para detenerlo (REUTERS/Vladimir Pirogov)
Los partidarios armados del ex presidente Almazbek Atambayev vigilan su casa durante una operación de las fuerzas de seguridad del Estado para detenerlo (REUTERS/Vladimir Pirogov)

Al igual que las otras ex repúblicas soviéticas de Asia Central, Kirguistán ha tenido enormes dificultades para consolidar su democracia y su economía desde la disolución de la Unión Soviética. Con 6.2 millones de habitantes, tiene un PIB per cápita bajo, de apenas 1.280 dólares, y un Índice de Desarrollo Humano medio, de 0,672.

Freedom House lo clasifica como un país "parcialmente libre", en el que muchos derechos civiles y políticos se ven permanentemente vulnerados. Tiene una población mayoritariamente musulmana y étnicamente kirguisa, que convive con cristianos y con uzbekos, rusos y dunganos. Los conflictos étnico-religiosos han sido una constante.

(REUTERS/Vladimir Pirogov)
(REUTERS/Vladimir Pirogov)

Desde la independencia hasta 2005, la relativa estabilidad política se apoyó en el dominio ininterrumpido de Askar Akayev, primer presidente del país. Pero la "Revolución de los Tulipanes" inauguró un período de crisis que persiste hasta la actualidad. Akayev renunció en marzo de 2005 tras una serie de protestas masivas que terminaron en saqueos y enfrentamientos con la Policía.

Una coalición opositora acordó que Kurmanbek Bakiyev asumiera una presidencia que no terminaría nunca de legitimarse, en medio del asesinato de diputados, denuncias de corrupción y la sospecha de vínculos explícitos entre dirigentes políticos y organizaciones criminales. En abril de 2010 se produjo un nuevo estallido social, que incluyó ataques contra dependencias públicas y medios de comunicación estatales.

Los seguidores del ex mandatario les sacaron las armas a los policías (REUTERS/Vladimir Pirogov)
Los seguidores del ex mandatario les sacaron las armas a los policías (REUTERS/Vladimir Pirogov)

Bakiyev respondió declarando el estado de emergencia y ordenando una represión que terminó con al menos 75 muertos y decenas de dirigentes opositores encarcelados. El mandatario huyó del país el 15 de abril y renunció desde el exterior.

El vacío de poder creó la oportunidad para que Atambayev diera el gran salto. Nacido en 1956 en la región de Chui, en el norte, inició su carrera política en la era soviética. Fue primero ministro de Industria, Comercio y Turismo de Bakiyev y luego primer ministro. Pero renunció en 2007, antes de que explotara el gobierno.

Un partidario del ex presidente Almazbek Atambayev, herido tras el enfrentamiento con los policías (Foto de Vyacheslav OSELEDKO / AFP)
Un partidario del ex presidente Almazbek Atambayev, herido tras el enfrentamiento con los policías (Foto de Vyacheslav OSELEDKO / AFP)

En 2011 ganó las elecciones presidenciales con el 63.2% de los votos. Como todos los comicios en el país, estuvo plagado de denuncias que no le impidieron asumir ni ejercer el poder a gusto. Tuvo el mérito de ser el primero en cumplir su mandato en una década, pero lo hizo con prácticas poco democráticas. Su gobierno estuvo plagado de causas judiciales contra periodistas y políticos disidentes.

"La actual crisis política estuvo precedida por una confrontación continua entre Atambayev y Jeenbekov, que se desató poco después de su elección como presidente en 2017 —dijo Kulov—. Se había previsto que, en vista del excesivo poder político acumulado por Atambayev a expensas de perseguir opositores, conservaría, aunque informalmente, capacidad de tomar decisiones operando 'entre bastidores'".

Los seguidores del ex presidente Almazbek Atambayev rodean a un miembro de las fuerzas de seguridad del Estado, que resultó herido durante la operación para detenerlo (REUTERS/Vladimir Pirogov)
Los seguidores del ex presidente Almazbek Atambayev rodean a un miembro de las fuerzas de seguridad del Estado, que resultó herido durante la operación para detenerlo (REUTERS/Vladimir Pirogov)

Jeenbekov nació en 1958 en la región de Osh, en el centro del país. Fue primer ministro entre 2016 y 2017, cuando fue elegido como candidato oficialista a la presidencia por Atambayev. Con el apoyo de todo el aparato del Estado, ganó las elecciones con el 54.74% de los votos.

"La elección de Jeenbekov en octubre de 2017 fue un hito, ya que demostró que el poder podía transferirse pacíficamente de un presidente electo a otro, en un país que había experimentado cambios revolucionarios y en una región conocida por la ausencia de tradiciones democráticas. Desde que Atambayev lo eligió, el proceso parecía un plan cuidadosamente manejado: él conservaría la influencia política a través de un sucesor flexible, que se apoyaría en la maquinaria administrativa de su partido, el Socialdemócrata de Kirguistán, para que le provea el personal y los recursos para el aparato gubernamental", sostuvo Matteo Fumagalli, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad de St Andrews, en diálogo con Infobae.

La rendición de Almazbek Atambayev

El primer decreto que firmó el flamante presidente fue para declarar héroe a su predecesor. Seis meses después, cuando se dio cuenta de que por ese camino su propio futuro estaba en peligro, empezó a marcar diferencias con su padrino político, que no soportó el desafío. Así se inició la guerra que terminó en la crisis de la semana pasada.

"Para ser claros, las batallas políticas de Kirguistán no tienen que ver con la política, sino con los individuos y los intereses materiales. Jeenbekov está consolidando su poder de una manera no muy diferente a la de su antecesor, usando la narrativa anticorrupción simplemente como tapadera", concluyó Fumagalli.

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