
Amecameca es uno de los tantos lugares imperdibles del Estado de México, la magia del lugar recae en diversos aspectos como su ubicación geográfica que permite que las y los visitantes puedan disfrutar de magníficas vistas desde donde se puede apreciar dos de los volcanes más importantes de la República Mexicana: el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl.
No obstante, la belleza de este municipio no sólo está en sus bellos paisajes, también se encuentra en su historia, sus tradiciones y su cultura. Se trata de una localidad ubicada en la porción sur del oriente del EDOMEX que colinda con los municipios de Tlalmanalco, Atlautla, Ozumba, Ayapango, Juchitepec y con el estado de Puebla. La demarcación se ubica aproximadamente a 58 kilómetros de la Ciudad de México.
El Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (INAFED) señala que el nombre inicial del sitio era Amaquemecan, una palabra de origen náhuatl que tiene sus raíces en los vocablos amatl, que quiere decir “papel”; queme, que significa “señalar o indicar” y can que se traduce como “lugar”. Por lo tanto, Amaquemecan se interpreta como “el lugar donde los papeles señalan o indican”.

Los orígenes de esta zona se remontan al año 1268, fecha en la que llegaron los primeros grupos chichimecas que después formarían otro linaje conocido como totolimpanecas y habitarían los barrios de Itztlacozauhcan y Tlayllotlacan Amaquemecan.
Posteriormente, se crearon los territorios de Chiconcuac (siete serpientes) y Atlauhtlan (entre barrancas). En 1336 se funda Tlaylloltlacan Teohuacan y los entonces llamados amaquemes empezaron a convivir con los demás pueblos para formar una cultura homogénea que ayudó a la organización de ritos religiosos y a la construcción de adoratorios que darían identidad a los grupos.
Este municipio, al igual que Tlalmanalco y Chalco, pasó a formar parte del Imperio mexica en 1465 cuando los aztecas llegaron a conquistarlos y se apoderaron de sus tierras agrícolas para la manutención de los nobles que vivían en su capital, Tenochtitlan.

El INAFED resalta que cuando Hernán Cortés llegó a Amecameca apuntó que había “casas bien construidas y era la residencia de un soberano o señor, que contaba con sus alrededores de unos 20 mil habitantes”. Después de que se consumó la Conquista, el lugar fue entregado a la Corona española y pasó a formar parte de los franciscanos, los frailes que llegaron a evangelizar a los habitantes.
En 1530 Cortés, junto con otros encomenderos europeos y funcionarios de la ciudad, empezaron a aprovechar las tierras del sitio y decidieron cosechar trigo y criar ovejas y mulas. Tiempo después, en 1550, la principal actividad comercial de la región fue la agricultura. Además, se continuó con la tradición pulquera prehispánica.
Con el objetivo de que los indígenas dejaran atrás sus centros ceremoniales, en 1554 los frailes dominicos mandaron construir la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, sin embargo, el interior del templo fue terminado hasta 1680. Cabe destacar que actualmente es una de las iglesias más icónicas del municipio, pues aún conserva un retablo barroco y pinturas al fresco de la época, entre las que destaca el valioso lienzo al óleo del pintor español Baltasar de Echave Orio, titulado el Ángel de la Anunciación.
Para el siglo XVII el municipio ya se había consolidado como un importante paso caminero donde los viajeros y comerciantes, que hacían escala ahí, podían descansar y comer algo en los diversos establecimientos que fueron surgiendo.

El nombre de este lugar volvió a relucir en la época de Porfirio Díaz, ya que fue el epicentro de varias industrias importantes como la cervecera, fábricas de telas de algodón, molinos de trigo, aserraderos y pequeños talleres de talabartería, alfarería y cerería.
Durante la Revolución Mexicana este lugar se convirtió en un importante bastión del Ejército Libertador del Sur. La misma fuente indica que la localidad “fue controlada por las fuerzas zapatistas, de aquí se aprovisionaban de madera, alcohol, carbón, papel, alimentos y otros productos que eran enviados regularmente a los frentes de guerra”.

Hoy en día en Amecameca se puede disfrutar de lugares como la Reserva Paso de Cortés, la histórica Hacienda Panoaya, la vista de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, el museo Sor Juana Inés de la Cruz, entre muchas otras actividades culturales y naturales.
El territorio se conforma por una superficie de 189.919 km² que albergan a una población total de 53,441 habitantes, de los cuales un 47.6% son hombres y un 52.4% son mujeres.
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