
Manzanas en el escritorio, flores, globos y un sinfín de regalos es lo que los maestros reciben cada 15 de mayo, y a pesar de que este año será diferente, es importante recordar porqué esa fecha fue registrada como el Día del Maestro.
Hay que rememorar que en el año de 1977, el presidente Venustiano Carranza firmó un decreto para que ese día se honrara oficialmente a los educadores del país.
Sin embargo, la celebración del día del maestro tiene su origen desde mediados del siglo XVII, donde el sacerdote y pedagogo, Juan Bautista de La Salle dedicó parte de su vida a la formación de maestros que daban clase a hijos de artesanos y niños de escasos recursos.
Debido a su labor, el 15 de mayo de 1950 el papa Pío XII nombró a San Juan Bautista de La Salle el “patrono universal de todos los educadores”.
Sin embargo, en México, dicha celebración se debe al presidente Venustiano Carranza, quien por iniciativa de los diputados Benito Ramírez y Enrique Viesca, decretó que el 15 de mayo se celebraría a los profesores.

Por ello, la Oficina de Visitantes y Convenciones de Guadalajara se une al tributo de algunos de los profesores que cambiaron la historia, para que su labor desde un salón de clases fuera reconocida y realizó una remembranza de aquellos tapatíos que destacaron en el ámbito educativo e hicieron grandes aportaciones en la entidad y son:
Irene Robledo (1890-1988)
Irene rompió con los estereotipos femeninos de inicios del siglo XX, y luchó por la participación e integración de la mujer en carreras que eran consideradas como exclusivas para varones.
La educadora y humanista estudió para ser maestra de la Normal Superior, enfermera, médico homeópata, médico cirujano dentista y trabajadora social.
Se desempeñó como docente en instituciones educativas jaliscienses como en la Facultad de Comercio y Administración, Facultad de Economía, Escuela Preparatoria y Normal para Señoritas, Escuela y Preparatoria Normal Mixta, Facultad de Odontología y la Facultad de Trabajo Social.

Destacó también por ofrecer sus conocimientos tanto a ancianos, como a obreros. Fue honrada también al recibir el reconocimiento Honoris Causa de manos del entonces presidente Luis Echeverría, en 1972.
Dicho título honorífico solamente se otorga a las personas que han destacado en ciertos ámbitos profesionales.
Con ello, Irene se convirtió en la primera mujer en obtener la distinción y 12 años después de su fallecimiento, sus restos se trasladaron a la Rotonda de los Jalisciense, un monumento edificado en el corazón de la capital del estado, el cual rinde homenaje a los jaliscienses que han trascendido a través de la historia del país.

Aurelio Ortega (1848-1935)
Se trata de un docente que ejerció su profesión por 67 años sin interrupción. Se tituló tras su desempeño en el Liceo de Varones de Guadalajara, institución que impartió clases hasta 1914, luego en el edificio se inauguró el museo de Bellas Artes.
Ortega fue director de la escuela Municipal No. 8 para niños, donde gracia a su desempeño y a su conocimiento en pedagogía, Ortega formó parte de un grupo de maestros enviados por el gobierno a Veracruz para estudiar el método para la enseñanza de la lectura y la escritura de Enrique C. Rébsamen. Así, Aurelio Ortega fue partícipe en la modernización del sistema educativo de Jalisco.
En 1911 fue director de la Escuela Normal de Profesores, y tres años más tarde, se convirtió en Secretario de Educación Pública, sin descuidar sus clases de metodología de la Escuela Normal. Aunque se jubiló en 1924, continuó prestando sus servicios como director de un Centro Nocturno para Obreros y de 1926 a 1929, en la Penitenciaría del Estado.
Fernando Banda Iturrios (1874-1959)
Fue un médico reconocido a nivel internacional, fungió como rector de la Universidad de Guadalajara y uno de los fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
Se formó en la capital jalisciense y en 1894 ingresó a la escuela de Medicina, donde se título en 1900 como médico cirujano.
Poco después, Fernando viajó a Europa y a los Estados Unidos, para seguir reforzando sus conocimientos, los cuales dieron frutos, pues llegó a ser el único médico mexicano de la época que tuvo presencia en la Enciclopedia Británica.
Supo compaginar su carrera con la enseñanza, y llegó a ser catedrático y director de la Escuela de Medicina entre los años de 1907 y 1918. Después de la reapertura de la Universidad de Guadalajara, Fernando Banda fungió como su rector de febrero de 1926 a marzo de 1927.
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