
Dentro de cada uno de los dos grandes partidos políticos en Estados Unidos hay una gran gama de matices. Entre los republicanos, el espectro va desde quienes se encuentran en un ala ideológica de clara derecha -cuyo referente suele ser Donald Trump- hasta senadores centro, que han llegado a votar contra los lineamientos de su partido durante los cuatro años de la anterior administración. Lo mismo ocurre en la vereda demócrata. Algunos senadores de ese partido coquetean con el socialismo, mientras que otros están más cerca de los republicanos de centro.
Con un Congreso completamente dividido en base a la afiliación partidaria -hecho exacerbado por la distribución de 50 escaños para cada lado- los grupos bipartidistas son la única esperanza para que casi cualquier proyecto pueda moverse.
Esto así porque, a diferencia de lo que sucede en la Cámara de Representantes, en el Senado impera una regla por la que se necesitan 60 votos positivos para pasar la mayoría de las leyes.
Se espera que esta semana la cámara baja apruebe un ambicioso proyecto de reforma migratoria presentado por la administración Biden. Pero a menos de que obtenga el apoyo bipartidario necesario en el Senado, la medida tiene pocas probabilidades de ser implementada.
Desde que obtuvieron la Casa Blanca y la mayoría en el Senado, los demócratas buscan reunir el consenso suficiente dentro de su propio partido para eliminar esta necesidad de obtener 60 votos. De momento la iniciativa ha sido infructuosa, en mayor medida por la oposición de algunos senadores demócratas como Joe Manchin y Kyrsten Sinema.

En consecuencia, este grupo bipartidario de senadores, consciente de su poder para influir en la elaboración de leyes relevantes para Biden y el resto de los demócratas, formó el equipo de trabajo.
“Mañana volvemos a reunirnos. Y tendremos que definir si queremos poner energía en el plan migratorio o si vamos a concentrarnos en debatir el salario mínimo. Las posibilidades son muchas, pero creo que hay un terreno en común que podemos llegar a encontrar”, dijo al respecto el senador republicano Mitt Romney.
Los antecedentes, de momento, no favorecen las expectativas del grupo. Un acuerdo alcanzado en diciembre para pasar un paquete de estímulo de USD 900.000 millones, terminó convirtiéndose en el plan de rescate de USD 1,9 billones (trillones, en inglé), más alineado con la voluntad de los demócratas. La medida fue finalmente aprobada como parte de un acuerdo presupuestario partidario, que solo necesita 51 votos para pasar.
Si bien el consenso inicial indica que hay posibilidad de que miembros de ambos partidos trabajen juntos, también le ha quitado la esperanza a algunos.
“Tenemos que discutir cuál es el rol que va a cumplir este grupo, cuál es el camino por delante”, dijo la senadora republicana Susan Collins, quien se quejó en su momento de la falta de interés de sus colegas demócratas en discutir un plan de estímulo más limitado.
Si bien uno de los grandes temas a debatir será el plan de infraestructura que, Biden ha declarado como una prioridad en su administración, se sabe que los dos temas que más urgen tienen que ver con inmigración y el aumento del salario mínimo a nivel federal.

El presidente del comité judicial del senado, el demócrata Dick Durbin, aseguró que iniciarán discusiones con los republicanos acerca de las legislaciones destinadas a cambiar la situación migratoria de los llamados Dreamers (inmigrantes indocumentados que ingresaron a Estados Unidos siendo menores de edad y que tienen una protección parcial a raíz de un decreto que les permite trabajar en el país sin correr riesgo de ser deportados) y la ley que protegería a los trabajadores del campo (con visas temporales). Se presume que estos dos proyectos son los que mayor consenso bipartidario tienen en el plan general de inmigración. Temas como la seguridad en la frontera o el camino a la ciudadanía para quienes viven en este país sin documentos suelen generar opiniones más encontradas.
El salario mínimo, en tanto, ha sido por décadas un tema que ha dividido a demócratas y republicanos. Una cláusula del paquete de estímulo que lo elevaba a USD 15 la hora fue eliminada al no contar con el respaldo de suficientes demócratas. El propio presidente Biden, y algunos miembros centristas de su partido han expresado la voluntad de negociar la suma con sus colegas del otro partido.
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