
Cuando se piensa en los máximos exponentes del tenis moderno a nivel mundial surgen nombres como el de Rafael Nadal, Roger Federer o Novac Djokovic, sin embargo, hay un cuarto que hay que contemplar: Andy Murray. El escocés es una figura del deporte y en los Juegos Olímpicos ya tiene un lugar como atleta histórico.
Si bien en torneos de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) no es el máximo ganador en activo, Federer ocupa ese trono con 103 galardones. Un cuarto puesto no es nada demeritable; con 46 campeonatos de ATP es el cuarto lugar de tenistas activos campeones en ATP. Desde su debut en 2005 ha luchado contra las 3 figuras colosales de este deporte: Federer, Nadal, Djokovic, y aún así se ha colado en la mesa de estas figuras para poder ser considerado un tenista de historia.
Los Juegos Olímpicos son un escenario en el que ha demostrado que es de los mejores tenistas de esta era: dos medallas de oro en singles lo respaldan, una en Londres 2012 y la otra en Río 2016. Aunque su camino al triunfo Olímpico no nació por una especie de milagro, fue el fruto de un trabajo duro y la experiencia adquirida en Pekín 2008 en donde fue eliminado en primera ronda.
El representante de Gran Bretaña llegaba a los juegos de su nación en 2012 como un jugador maduro y recientemente herido por la derrota en la cancha de Wimbledon; en ese mismo año a manos del suizo Roger Federer, perdió la instancia final: se había quedado tan cerca de alcanzar su primer campeonato en esta competencia, pero “su majestad” le arrebató la oportunidad.
En el ámbito deportivo no existen las venganzas pero sí las revanchas y Murray tuvo dos muy importantes en Londres 2012. La primera de ellas al vencer al entonces número 2 en el ranking mundial, Novac Djokovic. Eran las semifinales de la modalidad singles y se enfrentaban el británico y el serbio: tan solo un año antes “Nole” lo venció en el Abierto de Australia y le regaló un subcampeonato. Sin embargo, para la justa Olímpica Andy logró derrotarlo, además de imposibilitar su segunda medalla olímpica.
Momento de la final y de dar un golpe sobre la mesa: enfrente nada más y nada menos que Roger Federer, quien para ese momento ya estaba consolidado y lo había vencido en el mismo campo unas semanas antes. El marcador quedó 6-2, 6-1 y 6-4 (sets) en favor del británico y con ello se colgaba la primera medalla de oro en su carrera.
Esto representó que Murray tuviera un estado anímico inmejorable, que incluso se traspasó al US Open del mismo año. A pesar de una lesión, logró llegar en óptimas condiciones a este campeonato y tras avanzar en las rondas se sembró en la final contra Djokovic, quien tenía cuentas pendientes. Después de un partido de más de 4 horas, Murray logró vencerlo y hacerse de su primer Grand Slam.

Los años, las experiencias altibajos llegaron: situaciones como una cirugía en la espalda o la salida del top 10 mundial en 6 años lo acompañaron; no obstante, su mirada en los Juegos de Río 2016 estaba fija, quería convertirse en el primer tenista en ser bicampeón en la categoría de singles.
El tenista británico fue designado abanderado de su nación y el panorama no lucía fácil, repetir tal gesta no era algo que se considerara “sencillo”. Bien se dice que la grandeza de las superestrellas aparece en los momentos menos esperados y justo fue lo que hizo Andy Murray. Llegó a la final por la medalla de oro y en un encuentro contra el argentino, Juan Martín del Potro, logró lo “imposible”, repetir el oro olímpico.
Se dice que el 2016 fue el mejor año del británico: alcanzó la presea dorada en Río 2016, ganó su segundo Wimbledon, llegó a ser número uno del ranking mundial por primera vez en su carrera y en total acumuló 9 títulos.
Pese a que perdió en la tercera ronda de Wimbledon 2021, el tenista británico había confirmado participar en los Juegos de Tokio 2020 donde podrá seguir escribiendo historia, al ganar una tercera medalla de oro en JJOO. Con 34 años, su carrera no es la misma que cuando alcanzó sus primeras glorias, sin embargo, su nombre será recordado como el tenista que ganó su lugar entre los grandes.
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