
La última edición del prestigioso Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil quedó en manos argentinas. Se trata de Graciela Montes, autora de 71 años nacida en Buenos Aires que supo elaborar una obra más que importante para la literatura latinoamericana. El jurado aseguró que este reconocimiento es más que merecido, ya que es "una escritora pionera en la literatura infantil y juvenil en Iberoamérica, que ha influido en varias generaciones de escritores y especialistas de toda la región".
Este premio es realizado anualmente y participan en su elección cuatro instituciones culturales internacionales: UNESCO, IBBY, OEI y el CERLALC, con la colaboración de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México.
Se trata de la edición número catorce, que ya tuvo ganadores argentinos, como María Teresa Andruetto en 2009 y Laura Devetach en 2010. La anterior quedó en manos de la escritora brasileña Marina Colasanti. El premio, además de prestigio y reconocimiento, otorga un monto de treinta mil dólares.
Montes no solo es escritora, también se ha desempeñado como traductora argentina. Se crió en Florida, localidad del partido de Vicente López, y en 1971 se recibió de Profesora en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Fue miembro fundador de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina) y obtuvo premios tales como el Lazarillo en 1980, el Pregonero de Honor en 1999 y obtuvo un diploma de la Fundación Konex en la categoría Literatura Infantil en 2004. Además, estuvo nominada como candidata por la Argentina al Premio Internacional Hans Christian Andersen en tres ocasiones: 1996, 1998 y 2000.

La lectura, no solo para su formación personal sino también para la formación colectiva, ocupa un lugar central en su mirada sobre el mundo. En una entrevista de hace ya varios años aseguró: "La lectura nace del desequilibrio, no del equilibrio. Nace del cuestionamiento, de la inquietud, del anhelo, del deseo. De todo lo que nos muestra que no somos seres completos. Desde chiquito, todo lector es un insatisfecho, un rebelde. Y uno lee, hace sus pequeños universos de sentido para de alguna manera lograr equilibrios precarios. Y digo precarios porque son equilibrios siempre en movimiento, que se hacen y se deshacen, pero realmente útiles, porque ese dinamismo asegura vida, plenitud".

Entre sus libros, que son muchos, se pueden destacar Y el árbol siguió creciendo, Historia de un amor exagerado, Otroso y Tengo un monstruo en el bolsillo, que ya forman parte de los clásicos literarios de la LIJ. Pero también tiene libros de literatura para adultos y ensayos especializados, como es el caso de La frontera indómita: en torno a la construcción y defensa del espacio poético, que acaba de reeditarse.
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