
El impacto de los antibióticos sobre la microbiota intestinal va más allá de la simple eliminación de bacterias.
Según un estudio de científicos de la Universidad de Princeton, en los Estados Unidos, que fue publicado en la revista ACS Central Science, la exposición a la familia de antibióticos tetraciclinas puede desencadenar la producción de metabolitos que activan el sistema inmunitario y modifican el equilibrio microbiano.
Las tetraciclinas son antibióticos de amplio espectro que se utilizan desde hace varias décadas en medicina humana y veterinaria.
Actúan al inhibir la síntesis de proteínas en las bacterias, lo que impide su crecimiento y reproducción.

El líder del estudio, el doctor Mohammad Seyedsayamdost, explicó: “Anteriormente demostramos que las moléculas exógenas pueden desencadenar la producción de metabolitos ‘ocultos’ en microbios que habitan en el mar y en el suelo”.
Añadió: “Nuestro objetivo fue extender este análisis a la microbiota humana y examinar su respuesta a los fármacos aprobados por la FDA”.
El equipo de Seyedsayamdost expuso cultivos del microbio intestinal Bacteroides dorei a cientos de medicamentos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de los Estados Unidos, incluyendo antihistamínicos, antihipertensivos, antineoplásicos y antibióticos, para identificar cambios en el metabolismo bacteriano.
Tras comparar los cultivos tratados y no tratados, los investigadores aislaron e identificaron las sustancias secretadas por la bacteria.
El resultado más relevante se observó con dosis bajas de tetraciclinas, que indujeron la producción de dos nuevas clases de compuestos: doreamidas y N-aciladenosinas.
Los análisis posteriores demostraron que ambas sustancias provocan que las células inmunitarias humanas generen proteínas conocidas como citocinas proinflamatorias, capaces de facilitar la respuesta frente a infecciones.

Además, las doreamidas estimularon la producción de péptidos antimicrobianos en el huésped, que inhibieron el crecimiento de varias cepas bacterianas, incluidas patógenas, sin afectar a B. dorei.
“Las tetraciclinas en dosis bajas lograron que B. dorei produjera sustancias que estimulan el sistema inmunitario e inducen a las células inmunitarias a generar péptidos antimicrobianos, lo que podría alterar el equilibrio microbiano en el intestino humano”, afirmaron los científicos.
Un antibiótico puede cambiarlo todo

Hasta hace poco, se consideraba que los antibióticos solo eliminaban microbios dañinos, pero este estudio revela que su acción puede ser mucho más compleja.
Bajo el efecto de las tetraciclinas, Bacteroides dorei fue capaz de transformar su metabolismo y secretar compuestos que no existirían en condiciones normales.
Estos compuestos, las doreamidas y las N-aciladenosinas, no solo tienen actividad sobre otros microorganismos, sino que pueden afectar la respuesta inmunitaria de la persona que hospeda esa microbiota.

El descubrimiento de estas moléculas sugiere que algunos medicamentos pueden desencadenar una química novedosa en el intestino y prepara nuevas rutas para la investigación científica.
Cuando las citocinas proinflamatorias y los péptidos antimicrobianos se generan en respuesta a estos compuestos, surgen nuevas interacciones entre microbios y sistema inmunitario, que modifican la manera en que el cuerpo reacciona a patógenos y mantiene su equilibrio interno.

Además, la selectividad de este fenómeno es llamativa: los péptidos antimicrobianos inducidos lograron bloquear el crecimiento de bacterias patógenas, mientras que B. dorei quedó intacta.
Este detalle abre la posibilidad de que, mediante ciertos fármacos, sea factible dirigir la modulación de la microbiota con mayor precisión, se preserven especies beneficiosas y se controlen otras.
Mucho más que una simple pastilla

La relación entre antibióticos, microbiota y sistema inmune resulta ser tan estrecha que estos hallazgos podrían tener aplicaciones prácticas en el futuro.
El mismo equipo planteó que la administración controlada de tetraciclinas, o de compuestos inspirados en las doreamidas, podría emplearse para ajustar la respuesta inmunitaria en situaciones específicas, o para alterar la composición microbiana del intestino de un paciente.

Sin embargo, eso también implica una advertencia: el uso indiscriminado de antibióticos podría tener consecuencias imprevistas sobre la salud, al alterar no solo la microbiota bacteriana, sino también la regulación de la inmunidad y la producción de sustancias bioactivas en el intestino.
Por este motivo, muchos investigadores insisten en la importancia de seguir estudiando estas interacciones y de manejar con prudencia los tratamientos con fármacos antimicrobianos.
Lo que hasta hoy parecía una fórmula sencilla como tomar antibióticos para eliminar infecciones, ahora se reconoce como un complejo juego de equilibrios y reacciones en cadena.

Los datos presentados en ACS Central Science invitan a revisar conceptos y a explorar cómo la química interna del cuerpo puede ofrecer nuevas vías terapéuticas.
Por el momento, queda claro que los antibióticos tienen un alcance mucho mayor y más inesperado del que se les atribuía, con un papel fundamental en la regulación del ecosistema microbiano e inmune del organismo.
Estos avances marcan solo el inicio de una nueva corriente de estudios sobre microbiota, metabolismo y salud humana.
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