Sentarse en el sillón del odontólogo genera temor en muchas personas, sobre todo cuando se enfrentan a la pérdida de un diente. Hoy, la solución más frecuente exige un procedimiento invasivo. Sin embargo, grupos de científicos desarrollan dientes biológicos en laboratorio. La investigación avanza en distintos países, con hallazgos que despiertan expectativas en el sector de la salud dental.
El equipo liderado por Ana Angelova Volponi en el King’s College London investiga la posibilidad de implantar o hacer crecer dientes reales en mandíbulas humanas. La experta se desempeña como directora del posgrado en odontología regenerativa y acumula casi dos décadas de experiencia en este campo. En 2013, formó parte de un equipo que consiguió un logro inédito: obtuvo un diente a partir de células humanas y de ratón.
El avance más reciente, presentado este año, introduce una mejora fundamental en el material utilizado para alojar el diente en desarrollo. Según precisó The New York Times, se trata de un hidrogel que reproduce mejor las condiciones de la cavidad bucal y favorece la interacción entre las células implicadas.

De acuerdo con la Dra. Volponi, la idea de fabricar dientes en laboratorio surgió en la década de 1980. El hito alcanzado en su trabajo de 2013 incluyó células adultas de encía humana —extraídas con un raspado leve en la boca—, combinadas con células “progenitoras” tomadas de embriones de ratón.
“Intervienen tres factores”, explicó Volponi: los dos tipos celulares y el entorno en el cual ocurre el proceso. Esta estructura de soporte, conocida como “andamiaje”, resulta decisiva para que la formación de la pieza dentaria sea posible.
En diálogo con The New York Times, Xuechen Zhang, estudiante de doctorado en el mismo centro británico y coautor del estudio, precisó el método: primero, el equipo obtiene células de embriones de ratón, las mezcla y centrifuga hasta formar una masa. Luego, esa masa se coloca dentro del hidrogel, donde permanece durante ocho días.

El nuevo material, diseñado en colaboración con Imperial College London, permite que aparezcan estructuras semejantes a dientes —llamadas “primordios dentales”— en menos de dos semanas.
Esta técnica no emplea células humanas para la etapa más reciente, ya que el foco recae en las condiciones del entorno. En estudios previos, Volponi y sus colegas transfirieron esos primordios al organismo de un ratón, donde evolucionaron hasta formar una estructura dental completa, incluidos raíces y esmalte. El desafío pendiente radica ahora en reemplazar todas las células animales por células humanas adultas, sin perder la capacidad de seguir el proceso natural de formación del diente.
De acuerdo con los autores, si logran resolver ese obstáculo, existen dos caminos probables para aplicar la técnica en la práctica clínica: cultivar el diente hasta una etapa temprana y ubicarlo en el alveolo (el espacio donde faltaba una pieza), para que termine de desarrollarse en la boca; o hacer crecer toda la estructura fuera del cuerpo y luego implantar la pieza lista. La comunidad científica aún no puede determinar cuál de estas opciones resultará más adecuada a largo plazo.

Según Vitor C. M. Neves, profesor en la Universidad de Sheffield en Inglaterra, el trabajo de Volponi representa un punto de referencia para quienes investigan la regeneración total de dientes. En su opinión, los resultados más recientes aportan un paso clave para llevar la ingeniería dental al nivel industrial mediante sistemas de matrices, que permiten sostener y guiar el crecimiento de nuevos dientes en condiciones controladas.
Neves entiende que la colaboración internacional y la multiplicidad de enfoques acercan la posibilidad de aplicar la crianza de dientes biológicos en clínicas dentales en un plazo razonable.
De acuerdo con el informe, otros grupos experimentan métodos distintos. Por ejemplo, Katsu Takahashi y sus colaboradores en el Medical Research Institute Kitano Hospital de Osaka, Japón, desarrollan un tratamiento basado en anticuerpos para estimular el crecimiento de dientes en personas con ausencia congénita de piezas. Los ensayos clínicos en humanos ya están en marcha y los resultados podrían estar disponibles antes de que termine la década.

En los Estados Unidos, el equipo de Pamela Yelick en la Escuela de Odontología de la Universidad de Tufts logró fabricar dientes semejantes a los de humanos a partir de células de cerdo y humanas, insertándolos en cerdos, animales que sí pueden renovar sus dientes reiteradas veces a lo largo de la vida. La meta consiste en conocer los mecanismos para reproducir el proceso en personas, prescindiendo de material animal.
En tanto, Hannele Ruohola-Baker lidera un grupo en la Universidad de Washington que cultiva células madre a partir de muelas de juicio donadas. El objetivo central es descifrar el esquema molecular que guía la formación de dientes humanos para duplicar ese proceso en un laboratorio.
“Buscamos obtener los tipos celulares clave que originan dientes humanos y guiarlos hasta completar su desarrollo”, explicó Ruohola-Baker.

Frente a esta variedad de caminos, los expertos coinciden en que los dientes biológicos ofrecerían ventajas frente a los tratamientos actuales. Un diente generado a partir de células propias evitaría rechazos e inflamación y funcionaría igual que el natural, con sensibilidad y elasticidad.
Los implantes tradicionales, en cambio, permanecen rígidos y carecen de respuestas sensoriales. Ruohola-Baker, en declaraciones a The New York Times, consideró que la traducción clínica de estos avances se acelera en la última década, y que el reemplazo o reparación dental con dientes biológicos podría convertirse en realidad dentro de los próximos años.
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