
En lo alto de los Andes peruanos, a más de 5.100 metros sobre el nivel del mar, se encuentra La Rinconada, una ciudad que desafía los límites de la vida humana. Este remoto asentamiento, ubicado en la región de Puno, no solo es conocido por ser el más alto del mundo, sino también por sus condiciones extremas que combinan la búsqueda del oro con una dura realidad marcada por la falta de servicios básicos, la contaminación y la delincuencia.
Este es un lugar donde el oxígeno es solo la mitad de lo que se encuentra a nivel del mar y las temperaturas gélidas son parte del día a día. Conocida también como la “ciudad sin ley del Perú”, sus habitantes luchan contra condiciones que, para la mayoría, parecerían inhabitables. Sin embargo, atraídos por la fiebre del oro, miles de personas se aventuran a esta región en busca de una fortuna que pocas veces llega.
A pesar de su ubicación espectacular en las laderas de los nevados, la vida en La Rinconada es todo menos idílica. Su historia reciente como campamento minero convertido en ciudad permanente refleja los sueños y las penurias de sus habitantes, que sobreviven en un entorno hostil que pocos estarían dispuestos a enfrentar.
Una vida sin servicios básicos

La vida en La Rinconada está lejos de las comodidades modernas. Este asentamiento carece de agua potable, sistemas de alcantarillado y una adecuada gestión de residuos. Aunque la electricidad llegó en la década de 2000, su acceso sigue siendo limitado y precario.
Los alimentos, importados desde zonas más bajas, son costosos, lo que aumenta la dificultad de subsistir para los habitantes. Además, la contaminación por mercurio, producto de la minería informal, envenena el aire y el agua, haciendo que el entorno sea aún más insalubre. Según un informe de National Geographic, el mercurio utilizado en la extracción de oro contamina ríos y lagunas, degradando el glaciar que antes proveía agua limpia a la región.
La minería de oro es la razón principal por la que La Rinconada existe. Bajo un sistema conocido como “cachorreo”, los mineros trabajan un mes completo sin recibir salario, con la esperanza de encontrar oro el último día. Esta práctica expone a los trabajadores a jornadas extenuantes y condiciones extremas sin garantías de éxito.

Según Juvenal Quispe, un minero local entrevistado por el youtuber Lethal Crysis, “es una labor similar a la pesca, donde la suerte desempeña un papel crucial en la búsqueda de fortuna”. Los riesgos incluyen derrumbes, intoxicación por mercurio y accidentes no supervisados, mientras que las ganancias son inciertas y muchas veces insuficientes para mejorar sus condiciones de vida.
Peligros constantes y problemas sociales
La Rinconada también es conocida como una “ciudad sin ley” debido a su alta tasa de delincuencia. El robo, la trata de personas y los homicidios son comunes. Según declaraciones de un policía, “los delincuentes están armados con fusiles y metralletas, lo que hace que salir de noche sea extremadamente peligroso”.

El alcoholismo y la prostitución también están profundamente arraigados en esta comunidad. LAD Bible informó que existe una creencia local que asocia el consumo de alcohol con el hallazgo de oro, lo que agrava el problema del abuso de sustancias. Además, muchas mujeres, incluidas menores de edad, son víctimas de explotación sexual en la región.
En la entrada de las minas, los mineros realizan ofrendas a figuras conocidas como “Los abuelos”, con la esperanza de recibir protección y encontrar oro. Estas prácticas incluyen ofrendas de cigarrillos y alcohol, y en algunos casos, sacrificios más oscuros, como sangre humana. Estas tradiciones reflejan la desesperación y las creencias arraigadas en una comunidad que vive al límite.

La Rinconada es un lugar donde la esperanza de una vida mejor coexiste con una realidad brutal. Miles de personas llegan aquí con la expectativa de encontrar oro y salir de la pobreza, pero muchas terminan atrapadas en un ciclo de explotación, contaminación y desesperanza.
A pesar de sus desafiantes condiciones, este remoto asentamiento en los Andes peruanos sigue siendo un símbolo de la capacidad humana para adaptarse a los entornos más inhóspitos, aunque a un costo altísimo. En palabras de un visitante citado por LAD Bible: “Es un lugar peligroso y desolador, pero increíblemente, más de 50.000 personas llaman a La Rinconada su hogar”.
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