Quién fue Manuel Cobos, el emperador tiránico de Galápagos

La historia de Cobos es famosa tanto por sus grandes hazañas como por sus excesos y su tiranía

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Una estampa borrrosa de Manuel Julipan Cobos en las Galápagos
Una estampa borrrosa de Manuel Julipan Cobos en las Galápagos

Hace aproximadamente 200 años, las Islas Galápagos fueron testigos de la increíble historia de Manuel Julián Cobos, el hombre que, a través de medios cuestionables logró hazañas muy adelantadas a su tiempo.

Las Islas Galápagos, tierras inexploradas y casi inhabitables por aquel entonces, tras apenas 30 años de que Charles Darwin publicara el famoso Origen de las Especies a raíz de su visita a las Islas encantadas, llega Manuel J. Cobos, quien posteriormente sería reconocido por la historia como el Emperador de Galápagos.

Isla Santa Cruz, Galápagos (Foto: Diego Delso)
Isla Santa Cruz, Galápagos (Foto: Diego Delso)

Cobos, frecuentemente descrito como un hombre incansable, tenaz y seguro de sí mismo, llega a la Isla San Cristóbal en su misión de explotar un famoso tipo de líquen llamado orchilla, ampliamente utilizado en la industria tintorera aun cuando se creía que dicha isla era un terreno “inútil” e infértil e incluso, pudo diseñar y construir su enorme hacienda en un terreno que cualquiera hubiera considerado no apto para la construcción, y lo hizo todo con sus propias manos. Cobos incluso descubriría fuentes de agua dulce un volcán de la Isla San Cristóbal y, así su fuerte temple lo llevó a trabajar la salvaje tierra por alrededor de diez años. Cobos pudo desarrollar dicha actividad hasta que nuevos tintes sintéticos llegados desde Europa convirtieran al negocio de las tintas en uno poco rentable.

Orchilla (Foto: mycanarias.com)
Orchilla (Foto: mycanarias.com)

No obstante, esto no desanimaría la insaciable hambre de Cobos por emprender y ser un gran terrateniente. A partir de allí, el ambicioso hombre querría probar suerte en el negocio de las mieles y para ello, necesitaba trabajadores. Desde Guayaquil, se dice que Cobos trajo a varios hombres a las Islas con el objetivo de que trabajaran para él en calidad de campesinos, como era la costumbre en ese entonces. Sin embargo, las versiones que posteriormente pudieron contar quienes trabajaron, o que sobrevivieron, a él, dejan en duda si aquellas personas trabajaron con él de manera voluntaria o si se mantuvieron allí en contra de su voluntad, en calidad de esclavos.

Terrateniente - campesino (Foto: Roberto A Sanchez)
Terrateniente - campesino (Foto: Roberto A Sanchez)

De hecho, la historia de Cobos es famosa tanto por sus grandes hazañas como por sus excesos y su tiranía respecto a las personas de quien se valió para construir su legado.

Uno de los primeros historiadores que hablaron sobre la historia del Emperador de Galápagos fue Octavio Latorre, quien escribió un libro a finales del siglo pasado en el que relata los orígenes de El Ingenio de Manuel J. Cobos. Latorre cuenta que Manuel bien podría ser considerado un colonizador de las Islas Galápagos puesto que llega en una época en la que presencia humana en ellas era casi inexistente, y cuando incluso se estaba considerando la posibilidad de enajenar, vender o alquilar las islas a las potencias extranjeras de entonces. Una época que es conocida en la historia de Ecuador por, sobre todo, ser la época del “Gran Cacao”, la cual estaba dominada por lo que se conocía como lo la oligarquía terrateniente, misma que regiría la forma de pensar en cuanto a asuntos económicos, laborales y políticos en Ecuador.

Así, Cobos inicia con sus planes de explotación de caña. Solo se enfrentaba a un problema. Para ello, debería plantar él mismo las primeras plantas de caña de azúcar de las Islas, puesto que entonces aquella, era una planta inexistente en Galápagos, además de las deficientes fuentes de agua y los complicados caminos que tendría que recorrer si quería exportar su producto fuera de las Islas.

Es así que Cobos inicia su Ingenio llamado “El progreso” para el que tendría que diseñar un sistema de transporte de agua e instalar una serie de rieles con el fin de transportar su producto al puerto. Producto que lograría movilizar sorprendentes cantidades como 20 000 toneladas al año. Los pocos vestigios que se han podido encontrar son en la actualidad considerados como bienes patrimoniales de Ecuador y existen otros que, aun al día de hoy, por su difícil acceso no han podido ser recuperados.

Latorre explica que dichos logros son sumamente excepcionales tomando en cuenta la hostilidad de las islas en ese entonces, el hecho de que Cobos fue, prácticamente un pionero en la industria azucarera en el país y que todos sus logros fueron posibles a su propio ingenio.

Sin embargo, muchos dirían que sus hazañas quedan anuladas al conocer las condiciones de trabajo en las que mantenía a sus campesinos. Se sabe que en este sistema de terrateniente-campesino, Cobos era la ley máxima y que él decidía todo sobre la vida de sus trabajadores. Incluso se sabe que Cobos instauró su propia monera dentro de las islas.

Isla San Cristobal (Foto: NordNordWest)
Isla San Cristobal (Foto: NordNordWest)

En cuanto a los castigos, aunque se dice que no eran muy frecuentes, sobrevivientes mencionan que los mismos podían ir desde golpes a palos, latigazos y azotes o incluso la muerte directa cuando el trabajador corría con suerte. Sin embargo, se dice que existieron casos de personas que quedaron exiliadas a islas desiertas, sin agua ni comida, abandonadas a su suerte a morir de hambre. Como el caso de Camilo Casanova quien, tras ser desterrado a la Isla Chávez, pudo sobrevivir en agonía por cuatro años.

Los casos de abuso más sobresalientes en la historia de su breve imperio ocurrieron en 1886, cuando en un motín cinco trabajadores terminaron fusilados y en 1904, en un segundo motín en el que fue Cobos en cambio, quien terminó siendo asesinado a manos de sus trabajadores.

Las torturas llevadas a cabo en la Isla fueron tales que, tras la muerte de Cobos, se leía un cartel que rezaba “Se ruega no sacar a este hombre, porque es veinte veces criminal”, refiriéndose a su cadáver, dice Latorre.

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