El Ejército de Pakistán mata a una veintena de terroristas en el oeste del país

Las fuerzas de seguridad paquistaníes, tras haber frustrado un ataque contra el Cadet College Wana este lunes, desplegaron una serie de operativos focalizados en la provincia de Jíber Pastunjua, fronteriza con Afganistán. La acción militar neutralizó a una veintena de presuntos insurgentes e impidió la consumación de un atentado de gran escala contra el recinto militar, según informó la Oficina de Información del Ejército de Pakistán (ISPR). De acuerdo con la información presentada por el propio Ejército y publicada por la ISPR, los atacantes tenían vínculos con redes afganas e intereses provenientes de India y recibían instrucciones en tiempo real de mandos en territorio afgano.

El episodio protagonizado en el Cadet College Wana se suscitó cuando un grupo de individuos impactó la puerta principal del complejo militar con un vehículo cargado de explosivos, forzando la entrada al recinto. Tras el colapso de la estructura y los daños ubicados en los edificios adyacentes, parte de los atacantes logró acceder al interior del campus y quedó bloqueado por las fuerzas armadas dentro de las instalaciones. La acción inmediata de los militares permitió eliminar a dos atacantes en el enfrentamiento inicial y dinamizó una operación posterior de rastreo y “limpieza” para detectar y anular cualquier otra presencia hostil en la zona, consignó la ISPR. El reporte vinculó a estos hombres con apoyos provenientes de círculos radicales establecidos en Afganistán y recalcó que, durante la confrontación, los combatientes mantenían comunicación con jefes afganos que dirigían el asalto.

Según detalló el medio oficial del ejército paquistaní, este operativo se enmarca en una campaña más amplia que busca desmantelar redes insurgentes a lo largo de la región de Jíber Pastunjua, donde recientemente se han intensificado los enfrentamientos. Los esfuerzos militares se enfocaron sobre todo en los distritos de Waziristán Norte y Darra Adam Jel, áreas históricamente caracterizadas por la presencia de grupos armados y su cercanía a la frontera con Afganistán. En una de las acciones, las fuerzas armadas atacaron un refugio identificado por los servicios de inteligencia en Waziristán Norte: en este lugar, fueron abatidas ocho personas catalogadas como terroristas, relató la ISPR.

En una segunda ofensiva, señalada por el comunicado emitido en la página web de la ISPR, el ejército paquistaní enfrentó resistencia armada en el distrito de Darra Adam Jel, donde un intenso intercambio de disparos se saldó con la “neutralización eficaz” de doce sospechosos de integrar grupos insurgentes. Tanto estas operaciones como la intervención en Waziristán Norte conformaron parte de una estrategia operacional caracterizada por su intensidad, orientada a eliminar combatientes hostiles y desarticular redes con apoyos transfronterizos.

La secuencia del intento de atentado frustrado en el Cadet College Wana fue detallada por la ISPR: tras el estallido del vehículo en la entrada, se activaron protocolos de seguridad y revisión exhaustiva para cerrar la posibilidad de nuevas incursiones o represalias. El balance oficial confirmó daños materiales significativos en el acceso principal, aunque las medidas adoptadas evitaron víctimas mayores y la extensión del ataque sobre el campus. El comunicado militar destacó que “los nefastos planes fueron rápidamente frustrados por la respuesta de nuestras tropas”.

El contexto en que se desarrollaron estas acciones coincide con un momento de elevada tensión diplomática entre Pakistán y Afganistán, marcado por el estancamiento de los diálogos bilaterales y un aumento de hostilidades a lo largo de la línea fronteriza. Según reportó la ISPR, la escalada de operativos responde directamente al repunte de la actividad de células vinculadas a movimientos insurgentes, incluidas aquellas respaldadas por intereses foráneos.

El comunicado del Ejército de Pakistán remarcó que la lucha antiterrorista permanecerá como una de las máximas prioridades en la región, aludiendo a la persistente influencia de grupos talibanes asentados en territorio afgano. En esa línea, la ISPR volvió a denunciar la coordinación y el apoyo logístico que, según las autoridades militares, estos grupos brindan a los equipos responsables de organizar y ejecutar ataques dentro de Pakistán, como el intento registrado en Wana. El reporte recalcó la importancia de reforzar permanentemente las medidas de seguridad en instalaciones sensibles y reiteró la petición de cooperación, tanto nacional como internacional, para limitar la expansión y el flujo de militantes.

El Ejército paquistaní, a través de comunicados sucesivos difundidos por la ISPR en los últimos meses, advirtió sobre el agravamiento del panorama de seguridad en Jíber Pastunjua, determinado tanto por el accionar bélico de organizaciones armadas como por las dificultades diplomáticas y la presión que ejercen factores externos. La ISPR subrayó la decisión de mantener la campaña militar hasta “eliminar la amenaza del terrorismo patrocinado y apoyado por extranjeros”, insistiendo en que se seguirán empleando todos los recursos y capacidades disponibles para resguardar las áreas consideradas críticas para la defensa nacional.

El reporte oficial situó la cifra de insurgentes fallecidos durante las tres operaciones principales del fin de semana en al menos veinte individuos. La serie de enfrentamientos y la respuesta de las fuerzas armadas se produjeron en medio de reiteradas alertas sobre el riesgo de nuevos estallidos de violencia en la región, con la participación de actores procedentes tanto del ámbito nacional como externo. Las autoridades subrayaron que la campaña, delineada como implacable por el ejército, continuará en el corto plazo “para proteger la integridad del territorio y la seguridad de la población civil”.

Las denuncias de la ISPR respecto de vínculos directos entre insurgentes abatidos y redes respaldadas desde Afganistán, en particular aquellas integradas por elementos talibanes y contactos indios, reflejaron el alcance de la preocupación de las fuerzas paquistaníes ante la persistente influencia extranjera sobre la violencia local. Los comunicados insistieron en la conveniencia de mantener activas la vigilancia y la presión militar sobre las zonas fronterizas, ante la persistencia de células armadas vinculadas a intereses regionales.

Las operaciones recientes ilustraron el complicado equilibrio que enfrenta Pakistán en su intento de controlar la situación de seguridad en Jíber Pastunjua. El reporte de la ISPR —organismo que centraliza la vocería castrense en Pakistán— indicó que prevén la continuidad de un ambiente de alta alerta, no solo en los alrededores de los complejos militares sino en toda la región limítrofe, dada la volatilidad de la situación y la falta de avances tangibles en las conversaciones con el gobierno afgano. Las autoridades reiteraron su llamado a la cooperación internacional, en particular frente al riesgo persistente que asocian a redes transfronterizas que actúan a través de áreas poco controladas en la línea de frontera.

El Ejército enfatizó que, en el contexto actual, la erradicación de células insurgentes con respaldo externo constituye una preocupación dominante en la agenda de seguridad. Mientras siguen las operaciones en los principales centros de actividad insurgente, las fuerzas paquistaníes aseguraron que permanecerán atentos a cualquier intento de desestabilización que pueda comprometer los intereses estratégicos del Estado.