Kirstie Alley, John Travolta y el amor intenso pero a destiempo que nació en Mira quién habla

Estrenada en 1989, la película fue un éxito de taquilla. A ella, la lanzó al estrellato; a él, lo consolidó. Y cuando estaban juntos todo parecía posible, tanto en la pantalla como afuera. Por algo la actriz lo definiría como “el mayor amor” de su vida

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Kirstie Alley y John Travolta
Kirstie Alley y John Travolta

Este 5 de diciembre trascendió la noticia de la muerte de Kirstie Alley. Su partida conmocionó a muchos: no se sabía que la actriz batallaba contra un cáncer que no logró vencer. Entre los mensajes hubo uno que llamó la atención por la importancia de su autor pero también por lo conmovedor.

“Kirstie fue una de las relaciones más especiales que he tenido. Te amo, Kirstie. Sé que nos volveremos a ver”, escribió John Travolta en su Instagram. Acompañó la publicación con un video donde se los ve a ambos bailando románticamente.

Los actores fueron pareja en la pantalla grande y guardaban una relación muy estrecha

Los actores se conocieron cuando protagonizaron la comedia romántica Mira quién habla, allá por 1989 y que, debido a su éxito, tuvo dos secuelas: Mira quién habla también y Mira quién habla ahora. La primera fue un exitazo y un negocio redondo. Costó siete millones de dólares y recaudó casi 300, imponiéndose a Indiana Jones y la última cruzada, Batman y Regreso al futuro II.

Para sus protagonistas también fue un batacazo. Travolta volvía a protagonizar una película luego de un parate de cuatro años y Alley lograba dejar de ser “la actriz de Cheers” -la serie en la que actuaba en ese momento- para entrar a las grandes ligas del cine. Sin embargo, ambos recordarían la película no solo por lo que significó para sus carreras sino y, sobre todo, por lo que implicó en sus vidas personales: un amor que no pudo ser.

Mira quién habla fue dirigida y escrita por Amy Heckerling. Cuenta la historia (alerta spoiler) de Molley (Kirstie Alley), una profesional exitosa que queda embarazada de Albert (George Segal) uno de sus clientes. Pero el señor está casado y no desea acompañarla. Mollie conoce a James (John Travolta) un taxista. El giro interesante es que escucharemos el punto de vista de lo que sucede con lo adultos según los pensamientos del bebé, y desde el útero.

Lo que parece una idea descabellada no lo es tanto. ¿Qué adulto, al ver a un bebé haciendo mohines, no se preguntó ‘¡Qué pasará por esa cabecita!”? Y eso mismo le ocurrió a Heckerling. Según ella contó, cuando su hija Mollie era una beba notaban que miraba para todos lados con atención. Con su marido comenzaron un juego que consistía en ponerle palabras en la boca según lo que creían podría estar pensado la beba en función de sus expresiones. Cuando el bebé en la película mira los senos de la mujer y dice: ‘¡Almuerzo!’”, simplemente reprodujo un diálogo de su propia familia.

John Travolta y Kirstie Alley en Mira quién habla (Getty Images)
John Travolta y Kirstie Alley en Mira quién habla (Getty Images)

Tres estudios se mostraron interesados por su guion pero fue Tri-Star quien se quedó con la producción. Lo primero que hicieron fue reducir el presupuesto inicial a la mitad. Para eso no bajaron sueldos ni efectos especiales. Simplemente decidieron rodar en Canadá. Filmar en ese país era mucho más económico que hacerlo donde parece que transcurre la historia: Nueva York.

Para el rol de la mamá de Molley convocaron a la actriz Olympia Dukakis, le ofrecieron un salario inicial y ella pidió el doble. Le aseguraron más en broma que en verdad que se lo duplicarían si ganaba el Oscar por Hechizo de Luna. Lo ganó y su participación pasó a costar 50 mil dólares.

Heckerling no tuvo dudas en aceptar a Alley como su protagonista, pero dudó más con Travolta. Le parecía que el actor estaba demasiado asociado a su Tony Manero de Fiebre de sábado por la noche. Jonathan Krane, representante del actor, logró convencerla de que era el indicado, pero para eso llegaron a un acuerdo. Krane consiguió que el personaje pasara a ser más simpático y paternal y, a cambio, Heckerling pidió incluir escenas de baile. Si la mismísima Lady Di suspiraba por bailar con Travolta, ¿cómo una directora se perdería semejante momento?

La química perfecta: John Travolta y Kirstie Alley (Getty Images)
La química perfecta: John Travolta y Kirstie Alley (Getty Images)

El guion indicaba que Mickey, el bebé, hablaba desde su concepción. En ese momento se levantaron algunas polémicas sobre si esto significaba una declaración de Heckerling en contra del aborto. Ella misma se encargó de aclarar el punto. “No quería hacer una película a favor de la vida sino algo que fuera una fantasía y así lo hice”, explicó. “Varias de mis amigas dijeron: ‘¿Por qué no esperas hasta que el feto tenga tres meses antes de que empiece a hablar?’. Pero sentí que, si estás preparando un truco, tienes que hacerlo de inmediato. Y luego decidí que podía evitar todo el problema si hacía que los espermatozoides también hablaran”.

Filmar un embrión en tiempos donde los efectos especiales estaban en estado embrionario no fue sencillo. Para recrear la evolución del bebé en la gestación se utilizaron cinco marionetas diferentes manipuladas por 12 titiriteros. Un plano donde Mickey jugaba con su placenta llevó 115 tomas. Lo peor es que ni siquiera quedó en la edición final.

Aunque los bebés se ven adorables en pantalla no es fácil lidiar con ellos. Si es complejo dormirlos, cambiarlos y que hagan el provechito; imagine el lector lo difícil que resulta lograr que además lo hagan cuando las cámaras están prendidas y el guion lo manda. Para asegurar las tomas correctas con las expresiones perfectas, se recurrió a contratar a varios bebés. Así si se necesitaba a uno despierto no había que molestar al que estaba dormido, y si alguno estaba llorando no se necesitaba esperar que se tranquilice porque se buscaba al que ya lo estaba.

Kirstie Alley
Kirstie Alley

Otro de los grandes aciertos de la película fue el actor escogido para realizar la voz de Mickey: Bruce Willis, sí el mismo señor conocido por sus roles de hombre rudo y recio. Su talento logró coordinar las expresiones y acciones del bebé con su voz en forma creíble e increíble. Su participación fue tan notoria que la frase ganchera para promocionar la película era: “Tiene la sonrisa de John Travolta, los ojos de Kirstie Alley, y la voz de Bruce Willis… Ahora todo lo que tiene que hacer es encontrar al padre perfecto”.

Mira quién habla tiene frases discriminatorias que en esa época pasaron inadvertidas. Como cuando Molley le miente a su mamá asegurándole que el hijo que espera no es de un amante sino por una inseminación y ella le responde que “esas cosas solo las hacen las mujeres feas o las lesbianas”. Lo mismo cuando sube al taxi de James y le explica que su marido no lo acompaña porque se inseminó artificialmente, y él le pregunta si es lesbiana.

El planteo de la mujer profesional, exitosa y autónoma pero que sí o sí necesita un padre para criar a su hijo hoy resulta anacrónico ante tantas familias monoparentales felices y tanta familia tradicional despedazada. Sin embargo y pese a las críticas que en el siglo XII se le pueden hacer a una autora y directora del siglo XX, nadie le puede quitar su mayor logro: hizo la película dirigida por una mujer más taquillera de la historia.

Luego del exitoso estreno de la primera, Travolta y Alley harían dos secuelas de Mira quién habla
Luego del exitoso estreno de la primera, Travolta y Alley harían dos secuelas de Mira quién habla

Para el final de esta crónica dejamos la gran historia de amor y respeto que se vivió en ese set. Si algo se nota en pantalla es la química que existía entre sus protagonistas. Las chispas que saltaban entre ellos no era producto de su oficio como actores sino producto de un Cupido a destiempo.

La misma Alley reconoció en el programa de Howard Stern que le tomó años “dejar de ver a John con un interés romántico” y agregó que él fue “el amor más grande de mi vida”. Contó que estaba locamente enamorada de Travolta, que los momentos que pasaban juntos eran divertidísimos y que esos sentimientos eran mutuos.

Si lo amaba, si se amaban, ¿por qué no sucedió nada entre ellos? Alley estaba casada con el actor Parker Stevenson y Travolta estaba en pareja con Kelly Preston, con la que se casaría en 1991. En el podcast Dan Wootton Interview la actriz reconoció que “no acostarme con Travolta fue una de las cosas más difíciles”. Si el lector se pregunta por qué no se animó, fue la misma actriz quien lo respondió en People: “No tuvimos sexo porque no iba a engañar a mi esposo”.

Aunque no tuvieron sexo, la actriz reflexionó sobre la atracción tan fuerte e inmanejable que sintió por su compañero: “Creo que lo que hice es aún peor porque en realidad me dejé enamorar de él y permanecí enamorada de él durante mucho tiempo”.

Ante el éxito de Mira quién habla siguieron sus dos secuelas, en 1990 y 1993. La atracción entre los protagonistas se mantenía. Alley reconoció que aunque el 12 de septiembre de 1991, Travolta se casó con Preston ella le siguió coqueteando. Fue la misma Preston quien tuvo que tomar el toro por las astas para que ella no luciera astas. Para ponerle fin a eso que ocurría o no ocurría entre su esposo y su compañera de elenco, “Kelly se acercó a mí, ya casados entonces, y me dijo: ‘¿Por qué estás coqueteando con mi esposo?’, y ahí fue cuando tuve que tomar una decisión y ese fue prácticamente el final”, recordó la actriz. “Créanme, me tomó todo lo que tenía, por dentro, por fuera, lo que fuera, para no huir y casarme con John, y estar con John por el resto de mi vida”. Travolta nunca reveló si Kelly también se encargó de ponerle un límite a él.

Kirstie Alley y John Travolta en un reencuentro, en 2019 (Getty Images)
Kirstie Alley y John Travolta en un reencuentro, en 2019 (Getty Images)

La vida siguió. Travolta se convirtió en una súper estrella que hasta se puede dar el lujo de coleccionar aviones que él mismo pilotea. La fama no lo hizo inmune a los cachetazos de la vida. En 2009 murió su hijo Jett y en 2020 su esposa, Kelly. Kirstie tampoco las tuvo fáciles. Se separó de Stevenson en 1997. Para esa época además venía lidiando con una menopausia temprana que cambió su cuerpo. Llegó a pesar 110 kilos y se alejó de la vida pública. Conseguir una imagen suya se convirtió en un objetivo de acoso por parte de fotógrafos y se hicieron habituales las imágenes de la actriz respondiéndoles con su dedo índice levantado.

En el 2005 protagonizó una nueva serie, Fat Actress, de su propia creación y en la que se interpretaba a sí misma intentando alcanzar el cuerpo que se impone según los modelos de belleza que le permitieran relanzar su carrera en Hollywood. Participó en películas intrascendentes para la televisión, consiguió un segundo puesto en Bailando con las estrellas y manifestó un apoyo constante a Donald Trump porque “hace las cosas rápidamente y cambiará la economía rápidamente”. Según Alley, el apoyo al expresidente le trajo problemas en Hollywood ya que aseguraba que “puedes estar cocinando metanfetamina y acostándote con prostitutas, que mientras no hayas votado por Trump…”.

El cáncer que la atacó fue fulminante, se lo detectaron a mediados de 2022. Seguramente intuyendo que se venía un adiós eterno, habló con John. Se deben haber reído recordando anécdotas y, quién sabe, quizá ella le coqueteó por última vez, o él lo hizo con ella. Porque aunque sepas que la muerte te tiene en la mira, “si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas… ¿qué valdría la vida?”.

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