Se cansó de maquillarse, tatuó sus cejas y hoy debe ocultar su frente con el flequillo: la historia de Amanda Coats

La australiana de 43 años decidió tatuarse las cejas, cansada de maquillarse todos los días. El resultado fue inmediato: infección, pus, hinchazón, enrojecimiento, y la evidente amenaza de quedar con cicatrices para siempre

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Muchas personas suelen no estar contentas o completamente satisfechas con alguna parte de su cuerpo, pero Amanda Coats fue un poco más lejos. La australiana de 43 años comenzó a sentir que sus cejas no lucían de la forma que quería. De pequeña no le prestaba demasiada importancia, pero ya cuando había cumplido 35, se descubrió maquillándose las cejas diariamente, con tal de darles la forma y apariencia que deseaba. Así pasaron los meses y años, hasta que se cumplió casi una década. Amanda continuaba delineándolas sagradamente todas las mañanas. Era un ritual imprescindible para poder salir de casa. No quería que nadie la viera al natural.

Entonces, una vez que cumplió 43 años, tomó la decisión de realizar un procedimiento por lo general poco invasivo para poner fin al trámite matinal de maquillarse las cejas. Decidió tatuarse las cejas.

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Y claro, no parece nada del otro mundo. Hay muchas personas, hombres y mujeres, a las que les gustaría modificar algún detalle o parte de su cuerpo. Amanda sintió lo mismo y acudió inmediatamente al local de un tatuador. Lo terrible, sin embargo, es que no sabía el resultado que le esperaba.

Se tatuó, regresó a casa, y durmió tranquilamente toda la noche. Pero cuando despertó a la mañana siguiente, se encontró con una horrible sorpresa: infección, pus, hinchazón, enrojecimiento, y la evidente amenaza de quedar con cicatrices para siempre. Amanda quedó devastada.

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Actualmente, Amanda se encuentra realizando diversos tratamientos para evitar quedar con cicatrices irreversibles. Sin embargo, ella misma decidió compartir las fotografías para concientizar acerca de los riesgos implícitos en los tatuajes. Sobretodo en aquellos que se realizan en el rostro. Aunque no se sabe con exactitud si lo que le ocurrió fue responsabilidad del tatuador o de la manera en que su piel reaccionó, la advertencia queda hecha.

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