El arte de “perderse cosas”: siete pasos para decir que no y mejorar nuestra salud mental

En su libro “La alegría de perderse cosas”, el psicólogo y filósofo danés Svend Brinkmaan analiza por qué más es menos y da consejos para entrenar la moderación y el autocontrol.

Compartir
Compartir articulo
No sumarse a todos los planes que propone nuestra actualidad vertiginosa puede ser una gran idea. (Europa Press).
No sumarse a todos los planes que propone nuestra actualidad vertiginosa puede ser una gran idea. (Europa Press).

Hacer más, tener más, consumir más, experimentar más. Vivimos en una búsqueda frenética de gratificación y realización personal que, a la luz de las estadísticas mundiales de estrés, depresión y ansiedad, pareciera que no nos hace más felices o más libres. Los expertos dicen que vivimos con miedo a perdernos algo, lo llaman FOMO por sus siglas en inglés: Fear Of Missing Out.

Son varias las preguntas que en el último tiempo se hacen quienes indagan en el bienestar mental de la sociedad. ¿Es posible mantener el foco en un mundo lleno de opciones y estímulos? ¿Es posible encontrar placer en decir no, en elegir no participar, en “perderse cosas”?

El psicólogo y filósofo danés Svend Brinkmaan responde que sí y lo explica en su libro La alegría de perderse cosas, publicado por Ediciones Köan, en el cual propone cultivar la moderación y el autocontrol para poder comprometernos con algo, dejando de lado las constantes tentaciones que dominan nuestra sociedad de consumo. El autor aborda una tendencia en auge que también ya tiene nombre, es JOMO, por sus siglas en inglés: Joy Of Missing Out. En español: el placer de perderse las cosas.

La alegría de perderse cosas busca, de alguna manera, que aflojemos un poco el pie del acelerador pero como una suerte de “anti-manual de autoayuda”, como una alternativa al pensamiento positivo y a los imperativos cotidianos de la autorrealización.

Una fuente inesperada de placer

Brinkmann analiza, entonces, el arte de perderse cosas desde cinco dimensiones: política, existencial, ética, psicológica y estética. En síntesis, el libro presenta cinco capítulos y cada uno aborda una argumentación: sostiene que aprender a “perderse cosas” debería estar políticamente justificado, ser existencialmente importante, éticamente bueno y psicológicamente sabio. Y en el último capítulo se mete de lleno con el placer y el disfrute, con la dimensión estética de la vida, y aquí es donde el autor afirma que perderse cosas puede ser una fuente de profundo placer.

¿Cómo autocontrolarse en una época vertiginosa?
¿Cómo autocontrolarse en una época vertiginosa?

¿A qué se refiere con una fuente de bienestar mental, de profundo placer? Se refiere a la posibilidad de disfrutar de la belleza de la simplicidad y lo entiende así: “Sin importar lo que hagamos, siempre nos perderemos algo, así que intentar todo es una idea descabellada. Y reconocerlo es practicar JOMO en vez de FOMO”.

Brinkmann sostiene que, en términos generales, “la mayoría de la gente comprende la belleza de abandonar lo intrincado y complejo y concentrarse en lo simple” y “que “es raro que un fenómeno sea más bello si aumentamos su complicación”. Por eso, cita al poeta y cineasta danés Jørgen Leth y al filósofo e historiador francés Michel Foucault para referirse a la vida como una obra de arte. Y escribe lo siguiente: “Sin una forma de vida (estética) es imposible hacer realidad nuestras obligaciones (éticas). Sin restricciones no hay responsabilidad. Sin reglas no hay juegos, porque en un mundo sin límites, los fuertes siempre se saldrán con la suya”.

Claves para decidir qué perdernos

En este punto, el autor se pregunta cómo hacemos para otorgarle forma a la vida. Y responde con dos cuestiones: primero disciplinar la voluntad, es decir dándole forma a la vida “directamente” a través de actos de voluntad; y en segundo lugar, de manera más “indirecta”, a través de nuestro entorno.

Vamos por la primera cuestión: ¿cómo decidimos qué no elegir? Aquí Brinkmann selecciona, parafrasea y amplía los consejos que el psicólogo estaodunidense Barry Schwartz plantea en su libro La paradoja de la elección, que finalmente resume en siete recomendaciones:

1- Decidir cuándo elegir. Elegir todo en la vida puede ser muy agotador mentalmente, por eso propone recurrir a hábitos y rutinas, dice que no tienen nada de malo y asegura que una vida sin ellos sería “insoportable”.

Las "invitaciones" constantes a participar de distintas actividades, multiplicada en el mundo de las redes, puede generar ansiedad y estrés. (Imagen ilustrativa Infobae)
Las "invitaciones" constantes a participar de distintas actividades, multiplicada en el mundo de las redes, puede generar ansiedad y estrés. (Imagen ilustrativa Infobae)

2- La idea de que “solo lo mejor es suficientemente bueno” no tiene sentido. Si siempre estamos persiguiendo lo mejor, la felicidad se nos escapará. Afirma: “Si solo lo mejor es suficientemente bueno, entonces nada es particularmente bueno”.

3- Las decisiones tienen que ser irreversibles. Aunque se tenga la oportunidad de hacerlo, muchas decisiones no deberían revertirse, porque es algo que nos lleva directo al sufrimiento, sobre todo cuando implican obligaciones que afectan a nuestras relaciones con otras personas.

4- Practicar la gratitud. No es fácil, pero es importante hacerlo. En este punto cita ejemplos de elogios estéticos al arte de autocontrol, como el pensamiento del filósofo y teólogo danés Søren Kierkegaard y los poemas del escritor danés Otto Gelsted.

5- Prepararse para engancharse. Acá Brinkmann pide que seamos más realistas sobre las ventajas de conseguir lo que queremos. Para eso se refiere al fenómeno que en psicología llaman “adaptación hedonista” o más gráficamente “cinta de correr hedonista”.

Brinkmann lo explica con este ejemplo: “Ahorramos para comprar algo nuevo que queremos de verdad, pasamos mucho tiempo deseando tenerlo y leyendo opiniones en internet, y estamos encantados cuando el objeto codiciado llega, pero al poco tiempo, empezamos a desear otra novedad, diferente y mejor”. Y concluye: “Reconocer esto nos permite protegernos a nosotros mismos de la desilusión cuando descubrimos que comprar un auto o enamorarse de alguien nuevo no nos produce la sensación de felicidad profunda y duradera que esperábamos”.

Svend Brinkmaan, el filósofo detrás de la propuesta. (Captura de video)
Svend Brinkmaan, el filósofo detrás de la propuesta. (Captura de video)

6- Resistir las ganas de hacer comparaciones. Sobre esta recomendación Brinkmann también es bastante gráfico. Escribe: “Sí, el césped siempre parece más verde al otro lado de la valla. Pero quizás deberías cortar el césped y jugar con los niños en vez de pasar el rato mirando el jardín del vecino”.

7- Aprender a vivir con limitaciones. No alcanza con un enfoque que se base en la voluntad como un fenómeno psicológico interno, sino que se centre en el paisaje cultural de instituciones, sistemas, organizaciones, tecnologías, hogares y familias de nuestro entorno.

¿A qué se refiere Brinkmann cuando habla de paisaje cultural? A una estética para la vida humana que haga más fácil centrarse en lo que importa y perderse lo que no es importante. Escribe: “Cada individuo puede intentar cultivar su propio pequeño paisaje de rituales diarios para dar forma a su vida, pero eso también se debe hacer a nivel colectivo, donde las personas hacen cosas juntas (sobre todo en el lugar de trabajo, las instituciones educativas, los sistemas sociales, los hospitales)”.

Para el autor, la metáfora del paisaje no es simplemente cuestión de tener fuerza de voluntad para bajar de la cinta de correr, sino que también hay que crear una cultura en la que la cinta de correr ni siquiera exista”. Y ya en el final de su libro, propone a la sociedad en su conjunto continuar el debate sobre el arte de perderse cosas, y a valorar el concepto de moderación y autocontrol.

Así empieza “La alegría de perderse cosas”

“Porque tú lo vales”, proclama el anuncio clásico de cosmética. “Just do it!”, implora la empresa de artículos deportivos de fama mundial. En todo momento nos incitan a experimentar todo lo posible durante el mayor tiempo posible en el máximo de contextos posibles Por suerte, no estamos obligados a obedecer, pero es evidente que estos eslóganes reflejan una cultura que ha cultivado desde hace tiempo la idea de “todo lo posible, tan rápido como sea posible”.

Y ¿por qué no? ¿Por qué contenerse cuando tenemos la posibilidad? ¿Por motivos de tiempo y dinero? En la cúspide de la década de 1990, el grupo de rock Queen cantaba Lo quiero todo, y lo quiero ahora, un elogio a querer más que ha servido como leitmotiv de la cultura moderna desde entonces.

No ir a una fiestas, por ejemplo, es una forma de "perderse cosas".
No ir a una fiestas, por ejemplo, es una forma de "perderse cosas".

La vida es corta (trágicamente corta, en el caso de Freddie Mercury), así que tenemos que ver, hacer y experimentar todo lo posible ahora, antes de que sea demasiado tarde. ¡Sin concesiones! O eso piensa mucha gente. “Tenerlo todo” se ha convertido en un ideal, y todos debemos correr de un lado a otro viviendo el presente. Carpe diem es uno de los tatuajes más comunes, y hay un (mal) uso generalizado del acrónimo YOLO, You Only Live Once (Solo se vive una vez) en redes sociales.

Nos decimos los unos a los otros que es preferible hacer algo de lo que podríamos arrepentirnos que arrepentirnos de no haberlo hecho. Perderse algo es lo peor que puede ocurrir. Vivimos con FOMO, Fear of Missing Out (Miedo a perdernos algo), otro acrónimo popular, y nos pasamos el día mirando el móvil para ver actualizaciones de estado, resultados de fútbol, ofertas especiales o lo que sea que nos guste. Pero hacerlo todo no es fácil, así que necesitamos ayuda.

En Amazon, una búsqueda de “get more done (conseguir hacer más)” da como resultado más de 2.000 libros, por ejemplo, Get more done in less time - And get on with the good stuff (Haga más en menos tiempo - Y siga con lo bueno). Una búsqueda más sencilla con “do more (hacer más)” ofrece más de 13.000 resultados, desde Do more better: A practical guide to productivity (Haga más y mejor: una guía práctica de la productividad) hasta Do more in less time: How you can achieve your goals and live a balanced life (Haga más en menos tiempo: cómo conseguir sus objetivos y llevar una vida equilibrada). Lo que no encontrarás son muchos libros sobre hacer menos, y ya no digamos sobre cómo hacer menos durante más tiempo. Pero, en una época de estrés, ¿acaso no sería exactamente eso lo que tendríamos que aprender?

El descanso, aunque implique "perderse algo" resulta fundamental para una vida saludable. (Imagen ilustrativa Infobae)
El descanso, aunque implique "perderse algo" resulta fundamental para una vida saludable. (Imagen ilustrativa Infobae)

La cuestión es cómo mantener la concentración en un mundo lleno de opciones y tentaciones. Nos bombardean constantemente con invitaciones, en el sentido más amplio de la palabra, a través de todo, desde publicidad en la calle hasta redes sociales. Nos invitan sin parar a hacer algo, pensar algo, experimentar algo, comprar algo, consumir algo.

La competencia por nuestra atención es feroz y, al estar inundados por esa cantidad apabullante de información, a veces resulta difícil distinguir lo que es importante de lo que no. Intentamos “navegar en Internet” (como se decía en la década de 1990), esta inmensa ola de información, pero a menudo acabamos hechos polvo y con dificultades para mantener la cabeza fuera del agua.

Ahora dedicamos una gran parte de la vida a entrenarnos, de una manera u otra, para experimentar lo máximo posible. Nos tientan con préstamos rápidos, ofertas especiales y solo un episodio más de nuestra serie de TV preferida, cortesía de los servicios de transmisión a la carta.

Como especie, hemos creado una sociedad con un paisaje cultural, un nicho ecológico, basado en invitaciones, tentaciones, elecciones y ofertas especiales, sin embargo, es raro que practiquemos el arte del autocontrol, de decir no y optar por no participar, y estas son habilidades de las que carecemos como individuos y como sociedad. Este libro recomienda hacer de la necesidad virtud y practicar el arte de perderse cosas.

Quién es Svend Brinkmaan

♦ Nació en 1975 en Herning, Dinamarca. Es psicólogo, filósofo, escritor y conferencista.

♦ Es profesor de Psicología de la Universidad de Aalborg (Dinamarca), codirector del Centro de Estudios Cualitativos y ganador del prestigioso Rosenkjær Prize.

♦ Además de La alegría de perderse cosas, es autor de Sé tú mismo, Standpoints y El viaje de Andrés, entre otras obras que han sido traducidas a varios idiomas.