Qué es el dolor oncológico y cómo su tratamiento puede mejorar la calidad de vida del paciente

El cáncer posee diferentes tipos de dolor con varios niveles de intensidad, y por esta razón, el programa “Alivia tu dolor” busca facilitar el acceso a la información y a los últimos avances de la medicina

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(Crédito: prensa Alivia tu dolor)
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Cada 4 de febrero se celebra el Día Mundial contra el Cáncer, fecha que tiene como objetivo concientizar y movilizar a la sociedad para lograr el avance en la prevención y control de la enfermedad. Se trata de una patología que se cursa con diferentes niveles de intensidad de dolor en cualquier estadio: inicio, tratamiento, postratamiento, en fase paliativa o incluso con la enfermedad curada.

Por este motivo, el programa “Alivia tu dolor” tiene como fin facilitar el acceso a la información y permitir a quienes padecen la enfermedad conectarse y crear una comunidad donde pueden compartir sus historias de vida y mantenerse actualizados sobre los últimos avances y tratamientos existentes.

Según indica la Dra. Pierina Bachetti, médica intensivista (M.N. 97.773), jefa de servicio de diagnóstico y tratamiento del dolor del Instituto Alexander Fleming y directora del Centro Integral de Diagnóstico Contención y Tratamiento del Dolor -CENDO-, las personas que desarrollan cáncer poseen células anormales en su cuerpo, que permanecen en un lugar o pueden migrar hacia otros tejidos (metástasis). Dichas células se dividen sin control y logran generar una masa de tejido conocida como tumor. Este último, en su proceso de expansión puede afectar órganos adyacentes, nervios y otras partes del cuerpo, causando dolores leves, moderados o intensos.

(Crédito: prensa Alivia tu dolor)
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Sin embargo, no solo el tumor puede ocasionar dolor, sino que también puede derivar de causas como tratamientos oncológicos -cirugía, radiación o quimioterapia- o tejido cicatrizal que resulta de una cirugía o un tratamiento oncológico.

Según cifras del programa “Alivia tu dolor”, el 80% de los pacientes con cáncer tendrán dolor en algún momento de su evolución, y entre el 50 y 60% de ellos lo tendrá en una intensidad de moderada a severa. En relación, un tercio de los pacientes presentarán más de cuatro tipos de dolor.

Cuando un paciente sufre de dolor derivado del cáncer, los especialistas médicos explican que resulta fundamental contar con recursos para sobrellevar la enfermedad lo mejor posible, asegurándose el manejo del dolor.

Uno de dichos recursos es la bomba de infusión de fármacos, también llamada “sistema de administración intratecal de fármacos”. Esta bomba es implantada en el paciente para que se pueda enviar medicamento directo al líquido que rodea la médula espinal. Este suministro está diseñado para reducir el dolor y minimizar los efectos secundarios, y de esta forma, mejorar la calidad de vida del paciente. Este dispositivo de infusión de fármacos puede ofrecer un grado considerable de control del dolor con una dosis menor que la requerida con medicamentos orales.

“Dentro de la comunidad médica, al igual que los pacientes y sus familiares, es fundamental conocer y diferenciar las alternativas terapéuticas para tratar el dolor oncológico crónico. La implantación a tiempo de la bomba de infusión de morfina puede tratar el dolor y mejorar la calidad de vida del paciente en las diferentes etapas de la enfermedad: durante el tratamiento, en el marco de un programa de cuidados paliativos y en la sobrevida”, sostiene Bachetti.

Tipos de dolor

El dolor no solo incluye lo orgánico, sino también lo subjetivo, vivido y aprendido previamente por cada paciente. Además, no todas las personas perciben la misma intensidad.

Por ello, los expertos recomiendan que el paciente, junto al profesional, le otorgue un valor objetivo al dolor. La forma más práctica es con la escala visual numérica que permite graduar el “umbral del dolor”. Dicha graduación ayudará a evaluar la respuesta a los fármacos durante el transcurso del tratamiento.

(Crédito: prensa Alivia tu dolor)
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Otro aspecto a tener en cuenta, además de la intensidad del dolor, es qué tipo de dolor padece la persona y la determinación de sensaciones cuando lo presenta. Por ejemplo, si pincha, arde, quema, oprime, se contrae o tiene la sensación de poseer algo clavado. De acuerdo a las respuestas, se puede encuadrar el dolor en distintos tipos:

-Dolor nociceptivo: se percibe en los huesos, músculos o tendones. Los pacientes pueden referir una sensación de opresión o peso en la zona afectada.

-Dolor neuropático: se sitúa en un nervio periférico o un plexo nervioso. Los pacientes manifiestan una sensación de ardor, quemazón, corriente eléctrica en la zona afectada o sensación mojada, caliente o hinchada, aunque no necesariamente sea así. Esto suele darse porque se detecta un nervio afectado por la enfermedad o el tratamiento, y en vez de emitir las sensaciones correctas, envía sensaciones anómalas al cerebro.

-Dolor nociplástico: en el cual no hay una repercusión orgánica, ya que no se observa la lesión, pero el paciente percibe dolor. Es un trastorno de percepción a nivel del sistema nervioso central.

-Dolor inflamatorio: se genera por mediadores inflamatorios en zonas del organismo como brazo, pierna, dedo, espalda, entre otras, y suele manifestarse con sensación de latido en la zona afectada.

Una vez definido el tipo de dolor, a continuación se elige el tratamiento indicado. Allí es necesario entender cómo funcionan los fármacos antes de implantar la bomba de infusión intratecal de morfina.

Cómo funciona la bomba de infusión intratecal de morfina

“Existe una condición base para solicitar la implantación de la bomba de infusión intratecal de morfina: el paciente debe contar con una sobrevida mayor a 3 meses y deben haber completado, previamente, un tratamiento escalonado y optimizado con medicamentos por vía oral, demostrando así que -a pesar de haberse tratados con ellos- no hubo un adecuado control del dolor. Cumpliendo estas condiciones, a un paciente se le puede indicar la implantación de la bomba cuando el dolor no responde correctamente al tratamiento farmacológico”, menciona el Dr. Fabián Piedimonte, neurocirujano (M.N.78442 y M.P. 444443) y presidente de la Fundación CENIT para la investigación en neurociencias.

Y agrega: “Ahora bien, la intervención para implantar la bomba puede considerarse un procedimiento mínimamente invasivo, de carácter ambulatorio con una internación temporaria de algunas horas, destinada a la recuperación de la sedación postimplantación, y con una excelente tolerancia de la bomba por parte del paciente”.

¿Cómo es el proceso? En primer lugar, se coloca un catéter mediante una punción intervertebral en la columna a nivel lumbar, cuyo extremo queda contiguo al área específica de la médula espinal, donde la morfina debe actuar.

El catéter se conecta a la bomba, que es implantada en la pared abdominal mediante una pequeña incisión en la piel. De esta manera, los especialistas médicos describen que, con reducidas cantidades del medicamento, se obtiene una elevada analgesia con muy baja frecuencia de efectos indeseables o adversos. El sistema queda absolutamente implantado, es decir, no existe ningún elemento externo que quede por fuera de la piel, y de este modo, el paciente puede continuar con sus actividades previas sin limitaciones.

En esa línea, el funcionamiento de la bomba es automático, es decir, el médico realiza la programación y regularización del suministro en su consultorio. En la mayoría de los casos, se preestablece un modo de infusión continua en la que el paciente recibe la dosis diaria, distribuida de forma homogénea las 24hs.

Los médicos concluyen que la terapia de infusión intratecal cuenta con varias décadas de aplicación, y se ha probado su eficacia y seguridad. De hecho, en la Argentina, cientos de pacientes fueron implantados con bombas al mismo tiempo que existen centros especializados en tratamientos con este tipo de dispositivos. El objetivo: mejorar la calidad de vida de los pacientes.