27 Nov, 2019 02:01 p.m. EST
En 1896, en la esquina de Callao y Bartolomé Mitre, el asturiano Manuel Fernández y el gallego Ramiro Castaño inauguraron El Tropezón, restaurante que con el tiempo se constituyó como un lugar emblemático de la ciudad de Buenos Aires. A 123 de su inauguración, fue distinguido como Sitio de Interés Cultural La reinauguración estuvo a cargo de su actual dueña Raquel Rodrigo, que tuvo como objetivo recuperar ese emblemático restaurante de Buenos Aires Con mesas adentro y afuera, la experiencia porteña comienza desde el momento en el que el comensal se sienta, ya sea a desayunar, almorzar, tomar el té o cenar Con una mesa larga, los comensales tienen la posibilidad de saborear la reinterpretación de los mismos platos que comieron Gardel o los fundadores de El Tropezón, el asturiano Manuel Fernández y el gallego Ramiro Castaño Este lugar singular de Buenos Aires se caracteriza por un ambiente agradable y buena comida, con una carta de menú española y bien porteña a la vez Hoy se encuentra en la Avenida Callao al 248. El Tropezón se ha convertido en un lugar tradicional para el encuentro A pesar de que el emblemático restaurante permaneció cerrado durante 34 años, en el 2017 su leyenda volvió a cobrar vida, luego de que Raquel Rodrigo y su esposo compraran la propiedad sin saber el valor patrimonial e histórico que estaban adquiriendo
Sus dueños actuales buscaron respetar la esencia adquiriendo muebles y decoración que permiten al comensal viajar a las épocas cuando el mismísimo Gardel se sentaba en la mesa 48 El local gastronómico permite al comensal vivir una experiencia única en el corazón del centro porteño. Al paso tanto para los turistas como para los trabajadores del centro, la distinción busca que todos visiten al menos una vez en su vida El Tropezón El nombre del restó se refiere a los trozos pequeños de diferentes alimentos como jamón, legumbres, entre otros, mezclados con la sopa, el caldo u guiso La dueña del lugar, Raquel Rodrigo, intentó conservar la mística del lugar, que cuenta con decoración rústica, amplios techos con arañas francesas como el sitio original y la extensa barra que a muchos les recuerda a las viejas épocas La Legislatura porteña lo reconoció por su valor cultural, pero también
por su cordial atención y ambiente único En 1901, el restaurante se mudó a Callao y Cangallo (hoy Perón) ubicación en la que funcionó hasta 1925, donde a raíz de una desgracia -el restaurante donde funcionaba tuvo un derrumbe y se arruinó el salón- volvieron a mudarse. El 10 de febrero de 1926 se reinauguró en Callao 248 Por este local pasaron clientes como Federico García Lorca, Irineo Leguisamo, Lola Membrives, los Discépolo, Aníbal Troilo, Ricardo Balbín, Alfredo Palacios, Irigoyen y Carlos Gardel La placa fue colocada en el exterior del restaurante y busca que aquellos que transitan a diario miren con "otros ojos" al local gastronómico que posee 123 años de antigüedad “No vayas a lecherías a pillar café con leche. Morfate tus pucheretes en el viejo Tropezón. Y si andás sin medio encima, cantale ¡Fiao! a algún mozo. En una forma muy digna pa’ evitarte un papelón”, cantaba Carlos Gardel 90 años atrás sobre su restaurante preferido: El Tropezón
Distinguen a este local la amabilidad, la calidez y la atención, lo que supone una experiencia totalmente positiva para el comensal El local se encuentra en pleno Callao, una zona estratégica para aquellos amantes del teatro así como para los que están cerca de la zona del Congreso, y desean almorzar, tomar el té o cenar en uno de los lugares más emblemáticos de Buenos Aires La carta actual es variada y sigue predominando la fusión de lo porteño con lo español, e invita a los comensales a viajar en el tiempo y vivir la experiencia que amaban los íconos del tango, artistas, escritores y poetas Fotos: Thomas Khazki
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