
El fatal accidente de un avión de American Airlines y el helicóptero militar Black Hawk del Ejército de los Estados Unidos, cerca al Aeropuerto Nacional Reagan en Washington, D.C., causó un gran impacto en todo el país. El incidente, que involucró una serie de errores humanos y operativos, ha generado preocupación sobre los protocolos de seguridad en una de las áreas más congestionadas a nivel nacional.
El helicóptero, que debía volar a una altitud de 61 metros, se encontraba a una altura de entre 107 y 122 metros al momento del incidente, lo que lo colocó en la trayectoria del avión comercial en descenso.
De acuerdo con Elizabeth McCormick, ex piloto de helicópteros Black Hawk, y Cedric Leighton, analista militar de CNN y coronel retirado de la Fuerza Aérea, el incidente puede atribuirse a una combinación de factores que incluyen errores en la planificación de la misión, fallos en la comunicación con el control de tráfico aéreo y decisiones operativas cuestionables.
Errores en la tripulación y visibilidad limitada
En una entrevista con CNN, uno de los factores clave señalados por McCormick fue la composición de la tripulación del helicóptero. Según explicó, el Black Hawk contaba con un equipo mínimo de tres personas, lo cual es estándar para este tipo de aeronaves. Sin embargo, en un espacio aéreo tan congestionado como el de Washington, ella considera que debería haberse asignado un cuarto miembro a la tripulación.
Este cuarto integrante habría permitido una mejor supervisión de los alrededores, ya que los pilotos solo tienen visibilidad directa hacia el frente, cubriendo un ángulo de 180 grados. Los tripulantes en la parte trasera son responsables de monitorear los lados y la parte posterior del helicóptero, pero con solo un jefe de tripulación en la parte trasera, la capacidad de vigilancia se reduce significativamente.
McCormick enfatizó que esta decisión operativa fue un error crítico. “En mi opinión, cuando se vuela en modo visual en un espacio aéreo tan concurrido, debería haber un mínimo de cuatro personas en la tripulación”, afirmó.

Altitud incorrecta y desorientación en vuelo
Otro factor determinante fue la altitud a la que volaba el helicóptero. El Black Hawk debía mantenerse a 61 metros, una altura establecida específicamente para las rutas de helicópteros en esa área. Sin embargo, al momento del incidente, la aeronave se encontraba entre 107 y 122 metros, lo que la colocó en la trayectoria del avión comercial que descendía. Este error de altitud, atribuido a los pilotos, fue señalado como un fallo humano que agravó la situación.
McCormick también destacó que las condiciones visuales en el área pueden haber contribuido a la desorientación de los pilotos. La combinación de luces reflejadas en el río cercano y la posible utilización de gafas de visión nocturna podría haber dificultado la percepción de la altitud y la posición exacta del helicóptero.
Fallas en la comunicación con el control de tráfico aéreo
El tercer elemento crítico identificado fue un fallo en la comunicación entre el helicóptero y el control de tráfico aéreo. Según el análisis de McCormick, los controladores preguntaron a los pilotos del Black Hawk si tenían a la vista al avión comercial, conocido como “CRG”. Sin embargo, en el campo visual de los pilotos había dos aeronaves, y los pilotos aparentemente identificaron la equivocada.
La experta sugirió que los controladores deberían haber sido más específicos al indicar la posición del avión en cuestión, utilizando referencias como “la aeronave a las 5 en punto”. Este tipo de indicación habría permitido a los pilotos identificar correctamente el avión comercial y maniobrar para evitar el conflicto.
El Black Hawk, conocido por su maniobrabilidad, habría podido realizar un movimiento evasivo rápidamente si la situación se hubiera identificado con claridad. “El helicóptero puede moverse en un instante y evitar este tipo de incidentes”, explicó McCormick, subrayando que una comunicación más precisa podría haber prevenido el evento.

La importancia de la planificación y la coordinación
Por su parte, Cedric Leighton coincidió con el análisis de McCormick y destacó la importancia de una planificación rigurosa en las misiones de helicópteros militares, especialmente en áreas con un tráfico aéreo tan denso como el de Washington. Según el analista, los equipos deben considerar no solo las condiciones meteorológicas y las restricciones del tráfico aéreo, sino también factores como las características topográficas y cualquier cambio reciente en el entorno, como construcciones nuevas.
Leighton señaló que, aunque no se puede confirmar que estos factores hayan influido directamente en el incidente, la falta de una planificación adecuada puede tener consecuencias graves. “Si la planificación no se realiza de manera meticulosa, pueden ocurrir incidentes significativos”, advirtió.
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