La industria del carbón en Rusia atraviesa actualmente una crisis acentuada, mientras los grandes consorcios estatales como la nuclear Rosatom, la hidroeléctrica RusHydro y la ferroviaria RZhD enfrentan dificultades significativas. De acuerdo con el medio EFECOM, las sanciones de Estados Unidos dirigidas contra las principales petroleras rusas, Rosneft y Lukoil, han reducido los ingresos por exportaciones de crudo y gas en un 35 % durante noviembre, estimándose una nueva caída del 50 % para diciembre. Este escenario complejiza la situación financiera del país, que debe afrontar la financiación de su operación militar en Ucrania ante un mercado interno dominado por productos chinos y un deterioro persistente del aparato productivo nacional.
La decisión del gobierno de Rusia de incrementar el impuesto al valor agregado del 20 al 22 % en 2026 se sumará al aumento de otros tributos, como el impuesto sobre la renta de personas físicas y de sociedades, así como la eliminación de beneficios fiscales para trabajadores autónomos y la mayoría de las pequeñas y medianas empresas. EFECOM detalló que estas medidas buscan asegurar los fondos necesarios para la seguridad y defensa, objetivos prioritarios del ejecutivo de Vladímir Putin, en un contexto donde los ingresos estatales disminuyen pero los gastos militares se mantienen elevados.
Durante una reunión con el Consejo de Estado, Putin expresó que espera comprensión y apoyo por parte de los ciudadanos rusos al aumento fiscal, siempre que el gobierno cumpla con las obligaciones sociales y garantice la seguridad nacional. No obstante, sectores productivos estratégicos como el petróleo, el gas, la minería y la metalurgia experimentan estancamiento, mientras la actividad industrial permanece casi paralizada a excepción de la industria militar, que continúa a máximo rendimiento. La economista del Carnegie, Alexandra Prokopenko, describió la coyuntura productiva del país como “un coche en punto muerto con el motor encendido”.
El viceprimer ministro Alexandr Nóvak reconoció esta semana la prolongación del estancamiento económico nacional hasta al menos 2027, después de que el Ministerio de Economía redujera su previsión de crecimiento del PIB a solo un 1 % para el año en curso, tras un 4,1 % alcanzado durante el 2024. Según publicó EFECOM, las restricciones al crédito y la inflación han frenado la inversión y acentuado la desinversión, por lo que las autoridades han optado por aumentar la carga impositiva sobre la población y las empresas ante la imposibilidad de implementar rescates a gran escala o fomentar la inversión.
Además del incremento del IVA, se duplicará la tasa que pagan las empresas tecnológicas, pasando del 7,6 % al 15 %, en un intento por elevar la recaudación. EFECOM reportó también que, hasta mediados de año, la confiscación estatal de activos privados sumó 50.000 millones de dólares, lo que representa cerca del 2 % del PIB, resultado de la nacionalización de más de 100 activos desde 2022.
Las nuevas políticas fiscales pueden derivar en un aumento de los precios finales, ya que los mayores costes de producción se trasladarán a los consumidores. El medio EFECOM trasladó las opiniones del economista opositor ruso Ígor Lipsits, quien advirtió que las pequeñas y medianas empresas resultarán especialmente afectadas, propiciando el crecimiento de la economía sumergida, una reacción frecuente cuando la población busca mecanismos para evitar las cargas impuestas por el Estado.
Las pymes, que habitualmente operan con márgenes de beneficio ajustados, enfrentan mayores dificultades para competir, sobre todo frente a empresas chinas que dominan el mercado interno ruso. A esto se suma el fortalecimiento del rublo, que se ha apreciado un 45 % en el último año, una variación inédita en tres décadas y que según Bloomberg, genera obstáculos para la economía destinada al conflicto militar.
La apreciación del rublo complica las exportaciones y puede conducir a una situación de estanflación, donde la economía permanece estancada mientras los precios continúan en ascenso. Este fenómeno provoca tensiones dentro de las instituciones económicas del país, según consignó EFECOM. Así, el Banco Central ruso mantiene una política monetaria restrictiva para controlar la inflación, con una tasa de interés situada en el 16 %, mientras figuras del sector empresarial, como Vladímir Potanin de Nornickel y representantes de Sberbank, abogan por reducir los tipos de interés al 6 % para incentivar la inversión.
La recaudación a través de la confiscación de activos y el endurecimiento de las condiciones fiscales se suma a la supresión paulatina de exenciones que beneficiaban a sectores productivos y a los trabajadores autónomos. EFECOM confirmó que esta dinámica amenaza con propiciar un efecto cascada sobre la demanda interna, acentuando la caída del consumo y complicando la recuperación del mercado laboral y de la producción.
La inflación elevada y los esfuerzos por reducirla han limitado la capacidad de maniobra financiera del ejecutivo, que prioriza el gasto militar y social vinculado a la campaña en Ucrania. Con una economía interna perjudicada, la apuesta del gobierno sigue orientada a prolongar la operación militar mientras posterga cualquier negociación de paz hasta alcanzar los objetivos planteados al inicio del conflicto, detalló EFECOM.
El entorno macroeconómico para 2026 se caracteriza por el estancamiento de sectores clave, el debilitamiento del clima de negocios y la persistencia de tensiones entre autoridades que priorizan el control inflacionario y grupos empresariales que exigen una devaluación del rublo y una rebaja sustancial en los tipos de interés. Las perspectivas para las empresas tecnológicas también se agravan bajo el nuevo régimen fiscal, en tanto la continuidad del conflicto deteriora aún más la integración de la economía rusa en los mercados internacionales, todo ello según informó EFECOM.

