El euro llegará el 1 de enero a una Bulgaria sin Gobierno y entre incertidumbre: “Todo va a ser un caos”

Uno de los principales focos de oposición a la divisa es el miedo a una subida generalizada de precios y el impacto real que tendrá en el bolsillo de los hogares

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Imagen de personas comprando en
Imagen de personas comprando en un supermercado de Sofía (Bulgaria), con carteles en levs y euros (Reuters / Fedja Grulovic)

El 1 de enero de 2026, Bulgaria adoptará oficialmente el euro y se convertirá en el vigesimoprimer Estado miembro en incorporarse a la moneda única. “Lo logramos”, proclamó el primer ministro búlgaro, Rossen Jeliazkov, al confirmarse en julio la decisión “histórica”. Actualmente, esta alegría se ha disipado, pues el Gobierno anunció su dimisión el 11 de diciembre y la convocatoria de elecciones anticipadas -aún sin fecha-, por lo que al miedo de la población por una posible inflación cambiaria se le suma la incertidumbre de adoptar este cambio a las puertas de nuevas elecciones.

Desde su adhesión a la Unión Europea en 2007, Bulgaria ha avanzado de forma sostenida en su integración al bloque. La entrada en el Mecanismo Europeo de Tipos de Cambio II en 2020, la vinculación estable del lev al euro y la incorporación plena al espacio Schengen marcaron ese camino. El último paso, la adopción del euro, fue respaldado por el Banco Central Europeo a través de un Informe de Convergencia publicado el 4 de junio, que concluyó que el país cumple los criterios económicos y legales exigidos.

Así, el Consejo de la Unión Europea dio luz verde definitiva el 8 de julio, fijando un tipo de cambio de 1,95583 levas por euro y estableciendo un marco de supervisión conjunta entre el BCE y el Banco Nacional de Bulgaria hasta la fecha de entrada en vigor. Las felicitaciones no se hicieron esperar. Christine Lagarde, presidenta del BCE, celebró la adhesión, al igual que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el comisario Valdis Dombrovskis, quienes destacaron el potencial del euro para fortalecer la economía búlgara.

Temor a la inflación y la pérdida de poder adquisitivo

Uno de los principales focos de oposición al euro en Bulgaria es el miedo a una subida generalizada de precios. Aunque el país ha cumplido formalmente los criterios de inflación exigidos para entrar en la eurozona, persisten las inquietudes sobre el impacto real que tendrá el cambio de moneda en el bolsillo de los hogares y el desconocimiento. “Todo va a ser un caos. La gente ve el precio más bajo en euros, se confunde y piensa que les estoy mintiendo”, dijo Nikolova, propietaria de una pequeña tienda en una aldea de Chuprene al ser consultado por AFP.

El aumento reciente de los precios al productor refuerza la percepción de que el euro podría acelerar la inflación y erosionar el poder adquisitivo, especialmente entre las capas más vulnerables. “Tenemos que reconocer que el aumento de los precios no ha sido insignificante”, dijo la socióloga Boryana Dimitrova a AFP. Además, según el Instituto Nacional de Estadística, los precios de los alimentos en noviembre subieron un 5% interanual, más del doble del promedio de la zona euro.

“Estas son las principales preocupaciones que encontramos en los pequeños municipios: el miedo a volverse más pobre, porque la gente tiene muy pocas reservas”, añadió Dimitrova, que explicó que, en las aldeas, se acumulan tres factores: una población de mayor edad, niveles más bajos de educación y alfabetización financiera, y pagos realizados mayormente en efectivo.

Este temor no se limita a una cuestión técnica o macroeconómica. Para muchos búlgaros, la experiencia de otros países que ya adoptaron el euro sirve como advertencia: indicadores positivos pero una sensación de encarecimiento del coste de la vida, a lo que se suma la sensación de pérdida de soberanía. “Estoy en contra porque el lev es nuestra moneda nacional y, en segundo lugar, porque Europa se dirige al fallecimiento, incluso lo menciona el presidente de Estados Unidos en su Estrategia de Seguridad Nacional”, argumenta Emil Ivanov, pensionista búlgaro, a la CNN.

Un país dividido entre la capital y la periferia

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Un sondeo encargado por el Ministerio de Finanzas mostró que el 46,8% de los ciudadanos búlgaros se opone al euro (Montaje Infobae)

La desconfianza también tiene una dimensión territorial. Sofía, la capital, se perfila como la gran beneficiada del nuevo contexto económico, mientras que el resto del país teme quedarse al margen. Desde la adhesión a la UE, Bulgaria ha recibido 16.300 millones de euros en fondos europeos, gran parte de ellos destinados a infraestructuras. Sin embargo, estudios académicos señalan que la mayor parte de esa inversión se ha concentrado en las grandes ciudades. Sofía recibió 3.100 millones y Plovdiv 800 millones, mientras que los municipios pequeños y las zonas rurales apenas percibieron mejoras visibles.

La comunidad empresarial tampoco es ajena a estas preocupaciones. Nikolay Terziev, propietario de una tienda de productos orgánicos en Haskovo, resumió ese malestar al señalar que, aunque los indicadores macroeconómicos suelen mejorar tras la entrada en la eurozona, la población tiende a empobrecerse y los beneficios se concentran en las grandes empresas. Un argumento que resuena con fuerza entre pequeños comerciantes y autónomos.

Las encuestas reflejan con claridad esta división. Un sondeo encargado por el Ministerio de Finanzas mostró que el 46,8% de los ciudadanos se opone al euro, frente a un 46,5% que lo apoya. Otra encuesta reveló que más del 57% rechaza la pertenencia a la eurozona y que solo una cuarta parte respalda la adopción en 2026, mientras que el 40% preferiría que el euro no se implantara nunca.

Las protestas de la Generación Z tumban el gobierno

La gente se reúne para
La gente se reúne para manifestarse después de que la oposición al parlamento instó a más protestas después de que el gobierno colapsara en una disputa fiscal, Sofía, Bulgaria , 18 de diciembre de 2025. (REUTERS/Spasiyana Sergieva)

La entrada a 2026 se producirá para los búlgaros con la transición hacia el euro y la incertidumbre del desgobierno, tras la convocatoria de elecciones anticipadas por el actual primer ministro. Un día antes de que el parlamento nacional celebrase la moción de censura contra el Gobierno, Rosen Zhelyazkov, que asumió el cargo en enero de 2025, cedió ante la presión social: “Personas de todas las edades, orígenes étnicos y religiones se han pronunciado a favor de la dimisión. Por eso, esta energía cívica debe ser respaldada y alentada”.

La movilización ciudadana del pasado 11 de diciembre, protagonizada por la generación Z, reunió a miles de manifestantes en las principales ciudades del país, con consignas contra la corrupción. Las protestas estallaron tras la presentación de un proyecto de presupuesto para 2026, considerado por los participantes como una maniobra para perpetuar prácticas corruptas. Aunque el Gobierno retiró la propuesta una semana antes, el malestar no disminuyó.

Con este contexto político y económico, Bulgaria, que figura en el penúltimo puesto de la Unión Europea en el índice de percepción de corrupción de Transparencia Internacional, se prepara para integrarse a la zona euro el 1 de enero de 2026, con una ciudadanía dividida entre optimistas y temerarios a la escalada de precios.