Cómo se genera el miedo: el efecto de una noche de Halloween en nuestro cerebro

La amígdala y el hipocampo son las regiones del cerebro encargadas de activar el sistema nervioso ante una situación terrorífica

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Las películas de miedo activan
Las películas de miedo activan ciertas regiones de alerta en nuestro cerebro (AdobeStock)

Desde las macabras películas de Ti West hasta los libros de la argentina Mariana Enríquez, el horror parece estar viviendo un resurgimiento en nuestra época. A menudo, el miedo ha sido tratado como un género menor que no merecía mayor apreciación. No obstante, son varias las disciplinas artísticas que están luchando por hacerlo emerger.

La fascinación por lo terrorífico no es, sin embargo, única de nuestro tiempo. Una tradición de siglos de cuentos de miedo o criaturas fantásticas como el vampiro manifiesta la predisposición que habita en la naturaleza de las personas de creer en lo oscuro, de deleitarse en el miedo del ambiente de Halloween. Sobre qué ocurre en nuestro cerebro cuando experimentamos estas sensaciones desagradables es algo de lo que ha querido ocuparse la ciencia.

El miedo es la herramienta que nos ha mantenido con vida a lo largo de nuestra evolución al resguardarnos del peligro: el instinto de supervivencia. Existen pruebas científicas que revelan que, en la Prehistoria, aquellos primeros humanos que tenían una mayor esperanza de vida eran los que no participaban en primera línea en las cacerías.

El humano moderno ya no siente pánico ante este tipo de situaciones (porque ya no se dan), pero seguimos sintiendo cierta angustia cuando volvemos solas a casa por la noche, cuando conducimos por una carretera de doble sentido mientras cae una fuerte tormenta o cuando esperamos unos resultados médicos.

La amígdala, el hipocampo y el miedo

Lo que está ocurriendo en esos momentos es todo un circuito cerebral que activa las “neuronas del miedo”, encargadas de intentar comprender el origen de ese estado de alerta. Este instinto de supervivencia responde a un fortalecimiento de las conexiones entre el hipocampo y la amígdala, según demostró un estudio de la Universidad de California (Estados Unidos) publicado en la revista Nature Communications de 2022. Es decir, que la memoria del miedo se genera por la consolidación de ambas regiones del cerebro.

Este descubrimiento podría resultar de utilidad para pacientes de trastorno de estrés postraumático (TEPT), puesto que a su vez revela que debilitar estas conexiones podría borrar la memoria del miedo. “Nuestro estudio, por lo tanto, también proporciona información sobre el desarrollo de estrategias terapéuticas para suprimir los recuerdos de miedo desadaptativos en pacientes con trastorno de estrés postraumático”, añade Jun-Hyeong Cho, profesor asistente en el Departamento de Biología Molecular, Celular y de Sistemas de la Universidad de California y autor principal del estudio.

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La amígdala juega un papel fundamental en la memoria y en el terror. Si escuchamos un ruido extraño en la noche, la amígdala avisa al hipocampo para que nuestro sistema nervioso entre en alerta. Además, según el doctor Antonio Ríos Luna, esta conecta con el hipotálamo y estimula la producción de la hormona corticotropina para la gestión del estrés y la lucha o huida a través de la secreción del cortisol.

Las funciones de la amígdala no quedan aquí, pues otras partes de ella conectan con el núcleo estriado (el que activa el movimiento) o con el sistema nervioso autónomo (el que provoca respuestas en el corazón, los músculos y el intestino). “Son estas células las que provocan que se tensen las cuerdas vocales y la voz no salga o salga muy aguda, típica de alguien que está muerto de miedo”.