
Emigrar puede ser una aventura fascinante y a los españoles cada vez les atrae más. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que más de tres millones de españoles viven en el extranjero, cifra que creció un 4,7% en el año 2024. Las razones para marcharse son varias: algunos buscan aprender idiomas y culturas diferentes y otros parten para encontrar mejores condiciones laborales y mayor calidad de vida.
Lo cierto es que los sueldos españoles son bajos en comparación a la media europea: según datos del Eurostat de 2023, en España se cobra, de media, 18,2 euros la hora, mientras que la media europea se sitúa en los 24 euros. Dentro del continente, Francia (320.749 españoles residen allí) y Alemania (193.518 españoles residen allí) son de los destinos más populares, donde la hora trabajada se cobra a 28,7 y 31,6 euros, respectivamente.
Sin embargo, son pocos los que se aventuran a irse a países más lejanos y fríos, como Islandia. Según el INE, tan solo 517 españoles residen allí. Entre ellos se encuentra María (@maria_around), joven española que se marchó a la nación nórdica para vivir “la mejor experiencia de mi vida”.
Sin embargo, hay ciertas costumbres que se le hacen un poco cuesta arriba. Algunos pensarían que lo más complicado de este país es el frío, tal vez la distancia, las pocas horas de sol o el idioma, tan diferente de las lenguas con raíz latina. Pero no: a María lo que más difícil se le hace es la forma de fregar los platos.
Así friegan los platos en Islandia

Según cuenta la joven española en un reciente vídeo publicado en TikTok, la forma de fregar los platos islandesa es una de las cosas que más nerviosa le ponen del país. “En vez de utilizar un estropajo, utilizan esta cosa”, comenta, mientras muestra a la cámara un curioso artilugio.
Los islandeses tienen la costumbre, según María, de utilizar un cepillo de limpieza en vez de un estropajo, algo que, en su opinión “no es práctico”. “Primero, utilizas el doble de fuerza y, segundo, que es que esto no limpia tan bien... aquí no se queda el jabón”, explica. A diferencia de las esponjas con estropajo, este cepillo tiene las cerdas bastante separadas, lo que impide que se quede bien el producto de limpieza. “Es como utilizar una escoba para limpiar los platos”, asegura.
Para María, lo más gracioso es cómo se almacena el artilugio una vez se termina de fregar: el cepillo cuenta con una ventosa al final del mango, que se pega con fuerza en la pared. “Se queda ahí colgado, como una especie de... No voy a decir qué”, dice, entre risas, en referencia a su forma fálica.
En los comentarios, no todos están de acuerdo con su opinión. A algunos les parece extremadamente útil y cómodo, pues les permite no mancharse las manos de jabón, ni mojarse las manos cuando llegan las temperaturas bajo cero, además de llegar con agilidad al fondo de vasos largos. Otros, en cambio, apoyan su visión y consideran que los islandeses “viven en el pasado”.
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