
Comprar una vivienda es uno de los pasos más importantes en la vida de una persona. Es una decisión que se suele meditar bien antes de dar el paso final debido a diferentes causas.
El proceso de encontrar la casa ideal puede llevar varios meses e incluso años, pero una vez que la encuentras, la alegría es máxima. Esto mismo fue lo que experimentó Sara, una mujer de 28 años que se independizó hace unos meses.
Lo que en un principio parecía una noticia muy buena, pronto se convirtió en todo lo contrario. La joven estadounidense empezó a notar molestias en los ojos, en la piel y empezó a experimentar congestión severa e infecciones crónicas.
“Estas molestias finalmente cesaron, pero, unos seis meses después, comenzó la irritación de mis párpados”, explicó la mujer a la revista estadounidense Newsweek. En un primer momento no le dio importancia, pero al recaer la segunda vez empezó a investigar el origen del problema.
Durante una de las búsquedas que hizo de los papeles de la casa, encontró un historial médico de los antiguos dueños. “También tenían problemas oculares”, comentó la mujer al medio citado anteriormente.
“Nadie me avisó”
Entre la primera vez que empezó a notar síntomas y la segunda, hubo una factor clave: Sara se fue de vacaciones. Este fue el indicativo que le hizo sospechar de que el problema estaba en su propia casa. Al regresar, decidió exponer su caso en redes sociales.
Utilizó su cuenta de TikTok @applfrittr11 para compartir la experiencia. “La gente inmediatamente me dijo que revisara la casa en busca de moho y que hablara con especialistas”, explicó Sara.
“Nadie me avisó del problema”, afirmó la mujer. Sin embargo, el problema radicaba en el moho. Había humedades y puntos con moho que no se podían apreciar a simple vista, lo que le originó diferentes síntomas y un gran malestar.
Problemas derivados de la exposición al moho
El caso de Sara evidencia los múltiples problemas que puede causar la exposición prolongada al moho en ambientes interiores. Tras habitar una vivienda donde se ocultaban fuentes de moho, experimentó síntomas oculares graves, como irritación y molestias persistentes, que sólo desaparecieron tras salir temporalmente del entorno.
Esta situación se vio reforzada cuando halló que los anteriores propietarios también presentaban problemas similares. Además de los síntomas físicos, Sara describió cómo la presencia del hongo afectó su vida diaria. “Casi todos los aspectos de mi vida diaria estaban relacionados con el moho: trabajar desde casa, hacer ejercicio en el sótano, ducharme, dormir, incluso lavar la ropa”.
Estos entornos pueden liberar alérgenos y micotoxinas, y quienes los habitan pueden sufrir irritación ocular, respiratoria, cutánea y agravamientos de asma o alergias. Los expertos advierten que grupos vulnerables, como personas inmunodeprimidas, niños y ancianos, enfrentan un riesgo incluso mayor, llegando a desarrollar infecciones pulmonares u otras complicaciones graves.
Sara también señaló a los anteriores propietarios como parte del problema, pero afirma que es prácticamente imposible demostrarlo ante un tribunal. La joven ha manifestado su descontento y dice que se siente engañada.
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