
La madrugada del 21 al 22 de junio de 2025, Estados Unidos ejecutó un ataque aéreo sobre Irán, lanzando seis bombas antibúnker desde bombarderos B‑2 y al menos 30 misiles Tomahawk desde submarinos y buques, dirigidos a las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán. Según fuentes estadounidenses, el objetivo era destruir la capacidad de enriquecimiento nuclear iraní; el presidente Trump calificó la acción como “un éxito militar espectacular” . Irán ha respondido advirtiendo que “todas las opciones” están abiertas, incluso respuestas globales contra EEUU y sus intereses.
Ante este clima de tensión, Europa y, en particular, España, se convierten en nodos logísticos y estratégicos —alertando sobre posibles represalias, ciberataques o ataques indirectos, incluso desde el entorno de sus bases militares—. La presencia en territorio español de instalaciones clave de EE. UU. adquiere hoy una relevancia inédita, tanto para Washington como para Teherán.
Morón de la Frontera: base aérea clave para proyección global
La primera de las dos grandes bases militares estadounidenses en España es la Base Aérea de Morón de la Frontera, un enclave estratégico situado en el sur peninsular que ha cobrado un protagonismo creciente en la proyección militar global de Washington, especialmente en contextos de tensión como el actual.
La Base Aérea de Morón, situada a 56 km de Sevilla y operativa desde 1941, ha cobrado nuevo impulso desde finales de mayo con la llegada de bombarderos B‑52H Stratofortress como parte del despliegue “Bomber Task Force Europe”. Este despliegue busca entrenar en entornos de alta volatilidad, reforzar la disuasión contra potencias como Rusia e Irán y poner a prueba el sistema Agile Combat Employment —una capacidad de operar desde bases menores para desconcertar al enemigo—.
Además, se han desplegado aviones cisterna KC‑135 y KC‑46A Pegasus, junto con un escuadrón de apoyo logístico, incrementando la rotación de personal —hasta 2 200 militares y 500 civiles estadounidenses— y reforzando las infraestructuras que en 2021 recibieron una inversión de 10 millones de euros para permitir la llegada de aeronaves de gran tamaño.
La base es ahora un punto neurálgico: repostaje en tres continentes, apoyo a misiones antinarcóticos en África y proyección aérea operativa hacia Oriente Medio. Su telescopio espacial —único en bases estadounidenses en el extranjero— le añade un componente de vigilancia satelital estratégica .
No obstante, tal concentración de activos expone Morón a posibles represalias, especialmente de Irán, que advierte que considerará como objetivos cualquier emplazamiento usado en el ataque a su territorio.
Rota: epicentro naval y antimisiles del Mediterráneo

La Base Naval de Rota, operativa desde 1953 y compartida con España, abarca 2.400 hectáreas y es una instalación esencial en la estrategia naval de EE. UU. en Europa, África y Oriente Medio. En su interior se encuentran cuatro destructores clase Arleigh Burke —con capacidad de misiles Tomahawk— que forman parte del sistema antimisiles Aegis de la OTAN. Además, planes recientes preveían llegar a seis destructores, aunque el sexto se ha retrasado hasta 2026 por motivos operativos.
La base sirve además como terminal para aviones de transporte C‑5 y C‑17, esenciales en operaciones transatlánticas y logísticas. En junio de 2025 tuvo lugar el relevo de mando del capitán de navío norteamericano —el nuevo comandante destacó la “puerta de entrada al Mediterráneo” que representa Rota—.
A nivel económico, la presencia de EE. UU. genera hasta el 60% de la actividad local, con cerca de 2.800 militares y personal civil —sus familias incluidas— residentes en la zona.
Según diversos expertos, pese a que los misiles iraníes de alcance medio o balísticos no alcanzan los 4.500 kilómetros necesarios para llegar a Cádiz, el simbolismo estratégico de Rota lo convierte en un posible objetivo político en una escalada prolongada.
Marco jurídico y tensiones en el uso de las bases
El uso de Morón y Rota se regula mediante los Pactos de Madrid de 1953 y los convenios bilaterales de 1988 y 1998, que establecen límites en personal, infraestructura y jurisdicción. España mantiene la soberanía sobre ambos enclaves, aunque permite la presencia estadounidense con condiciones claras: las operaciones deben contar con autorización del Gobierno español.
La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha subrayado que las actividades actuales están “dentro de los límites” legales, aunque evitó precisar detalles sobre tipos de avión, número de misiones o duración del despliegue. El Ejecutivo afirma actuar de acuerdo con tratados internacionales.
Sin embargo, partidos como Podemos han exigido mayor transparencia y control parlamentario, mostrando inquietud por que España pudiera verse arrastrada a un conflicto sin un debate público exhaustivo. Movimientos pacifistas locales han intensificado sus protestas en Morón y Rota, afirmando que “España está siendo utilizada de trampolín”, y denunciando la militarización creciente de su entorno.
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