Una española que vive en EEUU explica su experiencia en un coche sin conductor: “Diría que es incluso más barato que otros”

La tecnología es quizá uno de los elementos más transformadores de la sociedad. Las ciudades, los trabajos y el estilo de vida han experimentado una metamorfosis especialmente acentuada durante las últimas décadas, algo que se espera que continúe sucediendo en el futuro. Pero, quizá, de todos los inventos y avances que se han desarrollado en los últimos años, el más relevante sea la Inteligencia Artificial.

La IA va camino de cambiar la forma en la que se trabaja, condicionará nuestro tiempo de ocio y, como con la mayoría de progresos tecnológicos, estará ahí, aunque ni siquiera lo notemos -procesando todos nuestros datos de lo que hacemos en internet, por ejemplo-. En otras cuestiones, en cambio, será realmente explícita su influencia, y hasta será motivo de asombro. ¿A quién no le sorprendería subirse a un coche en el que no hay conductor?

Probar algo nuevo

Este último caso puede verse en un vídeo subido por la influencer Marta Rodríguez -@martarodrigzg-, una joven murciana que actualmente reside en Estados Unidos, desde donde comparte muchos vídeos sobre su vida en la red social TikTok. Una de sus publicaciones más exitosas es, de hecho, su experiencia a bordo de un coche de Waymo, el proyecto de vehículos autónomos impulsado por Google.

“Tengo un poco de miedo porque no sé cómo va a ser eso”, reconoce en este video. “Mira, está llegando, qué fuerte me parece: no tiene puto conductor”. En cuanto el coche aparca a su lado, ella lo abre utilizando la aplicación. Una voz robótica le da los buenos días. “A ti también, hombre”, contesta ella, que tan distraída anda con la novedad de la experiencia que no se da cuenta de que se le ha olvidado ponerse el cinturón. “Perdón, es que me he emocionado”.

Mucho más seguro que con algunos conductores

Sin embargo, el coche, al detectar que no se ha puesto el cinturón, se detiene hasta que lo hace. “Aquí te pone que llegas en 18 minutos. Me está dando toda la información”. Aparece, en una pantalla enfrente de su asiento, un mapa del estado de la carretera. Y, por si fuera poco, le ofrece la posibilidad de ponerse música. “Lenta no, yo quiero reguetón”, reivindica mientras selecciona la lista que prefiere escuchar. “También se puede poner tu propia música con el teléfono”.

Se puede ver a Marta durante su viaje, cantando en voz alta al no haber nadie en el puesto de conductor, e incluso recriminando a otras personas por su irresponsable forma de conducción. “Estoy flipando”, reconoce, “me parece más seguro que muchas otras personas, porque ayer me llevó un conductor de Uber que casi temo por mi vida”. Aun así, reconoce que si fuera ella la que viera un coche sin nadie al volante, se sentiría aterrorizada. La experiencia, con todo, es positiva. Eso, por no hablar del precio, 18 dólares por 18 minutos de conducción, algo que, afirma, es mucho más barato que con otras compañías. “Y tú, ¿te montarías en uno de estos?”.