Las ganas de no dejar de aprender son uno de los maravillosos atributos que se le puede dar al ser humano. Querer convertirse en aquello que se deseaba al ser pequeño, descubrir nuevas curiosidades e ir despejando el camino hacia nuevos retos, habilidades y saberes hacen que nuestro cerebro se mantenga sano y nuestra pasión por la vida, intacto.
Estudiar medicina, una de las carreras más difíciles que se ofertan en las universidades, no era el principal sueño de Toh Hong Keng, un ejecutivo malasio jubilado, hasta que, en 2018, conoció a un par de estudiantes indios durante unas vacaciones en Kirguistán, un país de Asia central.
En ese momento su destino cambió y ahora Toh Hong Keng es un ejemplo claro de consistencia. Después de lograr una carrera como profesional en el campo de la venta de productos tecnológicos, decidió volver a estudiar, y no precisamente la carrera más fácil. El encuentro que tuvo con los dos estudiantes indios durante un almuerzo le dio la idea de que algún día podría estudiar también medicina.
“La única razón por la que decidí estudiar medicina fue porque quería hacer algo útil”, dijo Toh. “He estudiado distintas carreras: economía, química, ingeniería electrónica, pero no quiero volver a hacerlo”, afirmó. “Mi familia y amigos se sorprendieron al principio”, aseguró en una entrevista concebida a la CNN . “Muchos de ellos pensaban que estaba loco por querer estudiar medicina a esa edad. Mi memoria, visión, oído y cuerpo no son tan buenos como cuando era más joven”, explicó.
Para Toh, la medicina significaba tomar una dirección completamente diferente. “Si no puedo ejercer como médico, al menos puedo cuidar de mí mismo un poco”, dijo. Después de finalizar su último día en el mundo corporativo en 2019, Toh pasó semanas estudiando para los exámenes de ingreso y se postuló a casi una docena de universidades en toda Asia.
No obstante, le costó encontrar un programa sin límite de edad (la mayoría tenía un límite de 35 o 40 años). A pesar de ello no se detuvo y se puso en contacto con la extrabajadora doméstica de su familia, cuya hija se había graduado recientemente de medicina en Filipinas.
Después de varios exámenes y algunas entrevistas, Toh consiguió plaza en la Universidad Southwestern, en Cebú (Filipinas). Una semana después, hizo las maletas y se mudó a un pequeño apartamento en la isla y comenzó su andadura en la escuela de medicina.
Completó su primer año allí, que incluyó cursos de laboratorio y aprendizaje práctico. Pero cuando la pandemia del Covid-19 mandó encerrar a todos, Toh regresó a Hong Kong y retomó todas sus clases a distancia.
“Sayang”
Su familia estaba muy pendiente de él y sus compañeros de clase, muchos años más jóvenes que él, le recordaban que rendirse sería un desperdicio. Toh dijo una palabra que se convertiría en su modelo a seguir durante todo el proceso y la mantuvo siempre presente.
“Sayang”, una palabra en tagalo que significa que “sería una pena no lograrlo”. “Señor Toh, si se rinde ahora, será sayang”, le decían cariñosamente sus compañeros de clase.
El Dr. Toh se describe a sí mismo como un niño de provincia que creció en la plantación de caucho de su familia en Malasia. Cuando era adolescente, él y sus hermanos se levantaban a las 4:00 de la mañana para extraer el caucho de los árboles antes de ir al colegio. “En aquella época no teníamos mucha idea de cuáles eran nuestros sueños. Solo esperábamos poder tener una vida mejor“, declaraba a CNN.
Trabajó y estudió duro, lo que le sirvió para conseguir una beca para estudiar química e ingeniería de control en la Universidad de Bradford, en Gran Bretaña. Al acabar la doble carrera, estudió un máster. Para pagar sus préstamos estudiantiles, trabajó como recolector de basura mientras compaginaba sus estudios. No le importaban las horas ni el mal olor, como dijo: “pagaban bien”.
A pesar de cinco años intensos de estudio en la facultad de medicina, Toh no está convencido de dar los pasos adicionales para ejercer en la práctica. En lugar de ello, quiere trabajar como consultor en la empresa de un amigo que se dedica al diagnóstico de alergias e inmunología en Hong Kong.
Es muy posible que los años como estudiante de Toh hayan terminado, pero han inspirado otro reto: crear un fondo de becas para estudiantes de medicina que tienen dificultades para pagar sus estudios en el extranjero. “Si tienes el sueño de ser médico, puedes hacerlo a cualquier edad”. “Estudiar medicina es un proceso intensivo y extenso, pero no es tan difícil, sólo es trabajo duro”, declaró.
En 2019 y durante los cinco años que estuvo estudiando la carrera, Toh nunca pidió ninguna consideración especial y tenía “una determinación muy firme de perseverar”, afirmó la decana de la facultad de medicina de la Universidad Southwestern, la Dra. Marvi Dulnuan-Niog, según un artículo de la CNN.