“Mi bebé tenía síntomas de congelación”: cuatro inviernos sin luz ni calefacción en la Cañada Real de Madrid

Los vecinos y vecinas de los sectores 5 y 6 de este “barrio en autoconstrucción” continúan sin suministro eléctrico desde que Naturgy cortó el servicio el 2 de octubre de 2020

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Houda Akrikrez, mediadora intercultural, sostiene a su bebé en la Cañada Real. (Colectivo Todo por la praxis)
Houda Akrikrez, mediadora intercultural, sostiene a su bebé en la Cañada Real. (Colectivo Todo por la praxis)

Apenas quedan 72 horas para que comience el invierno y ya se nota la bajada de las temperaturas desde hace unos días. Y a medida que el mercurio desciende, la preocupación en la Cañada Real de Madrid aumenta, pues los 4.000 vecinos y vecinas que residen en los sectores 5 y 6, entre ellos 1.800 niños, continúan sin suministro eléctrico desde que la empresa Naturgy cortó el servicio el 2 de octubre de 2020. Ya acumulan 1.172 días y de nuevo pasarán otra Navidad a oscuras, otro invierno sin calefacción.

Combatir el frío con estufas de leña o bombonas de gas —quien puede permitírselo— no es suficiente, especialmente en los hogares donde viven mayores y niños, que son las personas más vulnerables, por lo que muchas familias están desesperadas. Houda Akrikez, una de las líderes vecinales de este “barrio en construcción” y madre de tres hijas menores, no lo tiene nada fácil. Cuenta angustiada a Infobae cómo hace unos días tuvo que ir a Urgencias con su bebé de seis meses porque “no dejaba de toser, tenía fiebre y respiraba mal”. Y es que la ausencia de calefacción en el hogar causa graves consecuencias sobre la salud.

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“Mi hija estuvo ingresada una noche en el hospital con bronquiolitis y síntomas de congelación. Me asusté mucho porque cuando le quité la ropa para que la examinara el médico, tenía los pies morados”, dice al otro lado del teléfono, y aclara que desde que se cortó el suministro eléctrico se han producido numerosos ingresos hospitalarios por hipotermia y graves dificultades respiratorias. De hecho, el mismo día que Houda acudió al hospital, otras dos madres de la Cañada Real esperaban en la misma sala con sus bebés enfermos e igual de asustadas ante la incertidumbre de qué les deparará este nuevo invierno.

Situación de “emergencia humanitaria”

Los habitantes de los sectores 5 y 6 de la Cañada Real, que se ubica a tan solo 14 kilómetros del centro de Madrid, han normalizado despertarse con temperaturas gélidas, ducharse con agua fría, utilizar velas para poder leer, dormir con una montaña de mantas “cuando no debería ser así”. “Estamos normalizando lo que no es normal. Tenemos catarros, gripes y neumonías continuas y ni siquiera podemos celebrar un festivo en condiciones adecuadas”, lamenta Houda ahora que las navidades están a la vuelta de la esquina.

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Todos esos impactos psicosociales derivados de la ausencia del suministro eléctrico han sido incluso documentados en un informe elaborado por el Centro de Atención a Víctimas de Malos Tratos y Tortura (Sira), que concluyó que el 90% de los vecinos de la Cañada Real sufre tristeza “de manera permanente”, el 60% está desesperado y un 15% ha pensado en el suicidio, por lo que califican la situación de “entorno torturante”.

En octubre del año pasado, además, el Comité Europeo de Derechos Sociales, un organismo del Consejo de Europa, instó a España a garantizar la luz y la calefacción a los habitantes de la Cañada Real debido a los riesgos que implica “para la salud, así como para la integridad física y moral”. También el Defensor del Pueblo, institución que preside Ángel Gabilondo, se ha pronunciado en varias ocasiones sobre esta situación de “emergencia humanitaria” y ha pedido a las administraciones implicadas un papel “más proactivo”, además de haber propuesto como solución temporal la concesión de títulos habilitantes para la contratación provisional del suministro eléctrico. Sin embargo, las soluciones no llegan.

Alicia Castro, vecina de la Cañada Real de de 78 años, el pasado mes de enero.
(Alejandro Martínez Vélez / Europa Press)
Alicia Castro, vecina de la Cañada Real de de 78 años, el pasado mes de enero. (Alejandro Martínez Vélez / Europa Press)

Ayuso no se reúne con los vecinos

Cuando Naturgy, la empresa distribuidora de la luz en la Cañada Real, cortó el suministro eléctrico en octubre de 2020 alegó que existían numerosas conexiones ilegales para suministrar a edificaciones y actividades ilícitas como el cultivo de marihuana. Pero la mayoría de las personas que residen en este barrio, tal y como indican desde el Centro de Asesoría y Estudios Sociales (CAES), “no tienen nada que ver con el tráfico de drogas”, y son muchos los vecinos y vecinas que como Houda quieren tener un contrato legal y pagar por el suministro de electricidad.

Esta activista y mediadora intercultural asegura que cada vez que han solicitado una reunión con Naturgy, la compañía “lo ha rechazado”, al igual que, lamenta, ha ocurrido con el Gobierno de la Comunidad de Madrid que lidera Isabel Díaz Ayuso. “No se reúnen con nosotros porque no nos pueden mirar a los ojos y decirnos que no nos van a dar la luz porque no hay voluntad. Nos quieren desalojar de manera forzosa, pero nosotros queremos luz, contratos y una mesa de seguimiento y vamos a seguir luchando por una vivienda digna porque es un derecho fundamental”, asegura Houda. “Defendemos lo que dice la Constitución española”, añade.

Desde CAES también denuncian que el objetivo del Ejecutivo regional es acabar con este barrio debido a intereses urbanísticos, ya el proyecto de desarrollo del sureste de Madrid contempla la construcción de cinco nuevos barrios que tendrían de vecinos a la Cañada Real y “no quieren construir cerca de un barrio tan estigmatizado”.

El plan de urbanismo contempla la construcción de más de 120.000 viviendas en El Cañaveral, Los Ahijones, Los Berrocales, Los Cerros y Valdecarros, los nuevos distritos del este de la capital, y en total ocuparán una superficie de más de 43 millones de metros cuadrados. En algunos de estos barrios como El Cañaveral ya hay miles de personas viviendo y, sin embargo, los vecinos siguen denunciando la falta de servicios en la zona. En otras zonas las obras aún no han comenzado.

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