
Incluso en la guerra civil de Sudán, que estalló en abril del 2023, se escucha entre las balas y ataques con drones a “El Cacique de La Junta”, Diomedes Díaz.
Así habría quedado registrado en un video revelado por La Silla Vacía en el que se ve un convoy de unas seis personas, que escuchaban un “diomedazo” a bordo de sus vehículos, cargados con armas de largo alcance y municiones.
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De acuerdo con declaraciones entregadas a La Silla por cuatro exmilitares que, ahuyentados por la guerra más cruenta del continente, regresaron al país, desde el 2024, al menos 300 mercenarios colombianos se han sumado a las filas de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) para luchar contra el gobierno militar de Abdel Fattah Al-Burhan.
A través de empresas como A4SI, liderada por el coronel retirado Álvaro Quijano, consiguen salarios que van desde los 2.600 y hasta los 3.400 dólares mensuales.
Sin embargo, las condiciones en Sudán, son incluso peores que en otras guerras de las que han sido partícipes. Los constantes ataques del ejército de Al-Burhan y grupos paramilitares los han llevado a pensar que ciudades como Al Fasher son el infierno en la tierra.
Y no por nada. Según datos compartidos por La Silla en su investigación, las tropas de las FAR son asediadas con drones, aviones de guerra e incursiones callejeras, con las que 12 millones de sudaneses han sido desplazados y otros 24 millones han dejado de comer.
También en Polonia las canciones de Diomedes suelen escucharse:
En un bar latino de Gdansk, una ciudad portuaria en las costas del mar Báltico, en Polonia, un grupo de locales sorprendió al interpretar un clásico del vallenato colombiano. Según reportó un migrante colombiano en la plataforma TikTok, la escena se desarrolló cuando el DJ reprodujo Sin medir distancias, una de las canciones más emblemáticas de Diomedes Díaz, conocido como “el cacique de La Junta”. Este tema, lanzado en 1986, es un himno al desamor que ha marcado generaciones en Colombia y en la diáspora latina.
El video, que rápidamente se viralizó, muestra cómo los asistentes polacos, en su mayoría jóvenes, llenaron la pista de baile al ritmo del vallenato. Sin conocer la coreografía tradicional de este género musical, los presentes improvisaron movimientos que recordaban más a un pogo o un rave, estilos de baile más comunes en Europa.
Entre los asistentes al bar, destacó un joven en edad universitaria que, según el video compartido, se robó el protagonismo con una interpretación única de la canción. Mientras sonaba el icónico estribillo “La herida que siempre llevo en el alma no cicatriza”, el joven “sacó los prohibidos”.
la curiosa escena, registrada en un bar latino de Gdansk deja en claro que Diomedes Díaz, un ícono del vallenato colombiano, ha logrado llegar a rincones inesperados del mundo. Aunque el vallenato es un género profundamente arraigado en la cultura del Caribe colombiano, su alcance ha crecido gracias a la diáspora latina y a plataformas digitales como TikTok, que permiten que canciones de décadas pasadas encuentren nuevas audiencias. Mientras, los vallenateros d etoda la vida celebran la popularidad de Diomedes:
“¿Hay alguna otra forma de bailar el vallenato?”, “Alguien que, por favor, le enseñe a Justin Bieber”, “Ana del Castillo: sa monda qué es”, “No me gusta el vallenato, a pesar de ser Colombia, y aun así me sentí ofendido”, “Pensaba que el vallenato era solo para tomar cerveza”.

El impacto de este episodio no solo resalta la universalidad de la música, sino también la manera en que los géneros tradicionales pueden ser reinterpretados en contextos culturales completamente diferentes. La escena de los jóvenes polacos bailando vallenato en un estilo que recuerda a un rave es un ejemplo claro de cómo las expresiones artísticas pueden adaptarse y transformarse en nuevos entornos.
Los episodios de Sudán y Polonia, aunque en extremos opuestos, son un recordatorio del poder de la música para conectar a las personas, sin importar las barreras culturales o lingüísticas. Aunque los asistentes al bar probablemente no entendían la letra de Sin medir distancias, ni los mercenarios locales el “diomedazo”, su reacción da cuenta del poder de la música, incluso en los momentos más difíciles.
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