
Los aranceles del presidente Trump no bastaron para frenar la avalancha exportadora mundial de China, que superó el récord del año pasado en solo 11 meses.
China atrajo la atención del mundo el pasado enero, cuando anunció que su superávit comercial de bienes y servicios había alcanzado casi 1 billón de dólares, un exceso de exportaciones respecto de importaciones que ningún país había alcanzado antes.
Ahora China ha superado ese hito en solo 11 meses de este año. La agencia aduanera china anunció el lunes que el superávit comercial acumulado del país alcanzó 1,08 billones de dólares hasta noviembre.
[El gráfico muestra el superávit anual de China de 2005 a 2025.]
Los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump a China han provocado una caída de las exportaciones chinas a Estados Unidos de casi una quinta parte. Pero China ha reducido sus compras de soya y otros productos estadounidenses casi en la misma proporción, y sigue vendiendo a Estados Unidos tres veces más de lo que compra.
El superávit comercial de 111.680 millones de dólares de China en noviembre fue el tercero más grande de su historia en un solo mes. El superávit global en los primeros 11 meses del año ha aumentado un 21,7 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior.
China ha aumentado considerablemente sus ventas a otros países. Desde automóviles hasta paneles solares y electrónicos de consumo, un tsunami de exportaciones chinas está inundando el Sudeste Asiático, África, Europa y Latinoamérica. Los fabricantes de automóviles y otros exportadores de potencias manufactureras tradicionales como Alemania, Japón y Corea del Sur están perdiendo clientes en favor de sus rivales chinos. Las fábricas de países en desarrollo como Indonesia y Sudáfrica han tenido que reducir la producción o incluso cerrar, ya que tienen dificultades para igualar los precios bajos de China.
Las empresas chinas han trasladado el ensamblaje final de sus productos al Sudeste Asiático, México y África, desde donde envían después los productos acabados a Estados Unidos. Esto les ha permitido eludir en parte los aranceles de Trump sobre los productos que proceden directamente de China.
China vende ahora a la Unión Europea más del doble de lo que compra. El superávit comercial de China con la región ha aumentado considerablemente este año.
Una de las principales razones es que la divisa china se ha mostrado débil durante los últimos años frente a muchas otras divisas, especialmente el euro. Otra es que los precios han bajado en China, mientras que han subido en Estados Unidos y Europa.
La debilidad de la moneda china, el renminbi, ha contribuido a impulsar sus exportaciones. Más de una décima parte de la economía china consiste ahora en su superávit comercial de productos manufacturados. Europa ha sentido el impacto con fuerza.
"Con el renminbi subvaluado en un 30 por ciento frente al euro, posiblemente más, será extremadamente difícil, si no imposible, competir con los fabricantes chinos, incluso si Europa hace todo lo que debe hacer en términos de desregulación, reducción de los precios de la energía y establecimiento de un verdadero mercado unificado", dijo Jens Eskelund, presidente de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en China.
El superávit comercial de China en bienes de fábrica es incluso mayor, en proporción a su economía, que el de Estados Unidos en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, cuando la mayoría de las demás naciones manufactureras estaban en ruinas, o durante los primeros años de la Primera Guerra Mundial, cuando Estados Unidos estaba en paz y producía bienes civiles mientras Europa estaba inmersa en la guerra.
Los altos dirigentes del Fondo Monetario Internacional, que supervisa las economías con el fin de prevenir crisis, realizan esta semana su visita anual a China para revisar sus políticas monetarias y financieras, y se espera que anuncien el miércoles un resumen preliminar de sus conclusiones.
Un número cada vez mayor de economistas y dirigentes empresariales, incluidos antiguos altos cargos del propio banco central chino, piden a Pekín que permita que el renminbi aumente su valor frente al dólar y otras monedas.
Para China, un renminbi más fuerte abarataría la importación de bienes como la gasolina, los vinos franceses o los cosméticos japoneses. Ahorrar en estas compras dejaría a los hogares chinos más dinero para gastar en bienes y servicios chinos, como comidas en restaurantes, entradas para conciertos y coches eléctricos.
Reactivar el gasto de los consumidores en China es uno de los principales objetivos de los dirigentes de Pekín. Pero hacerlo mediante un fortalecimiento del renminbi también tendría costos para China.
Un renminbi más fuerte perjudicaría a los exportadores chinos. Los dólares que ganan al vender mercancías en mercados extranjeros les reportarían menos renminbi para pagar a los trabajadores y otros gastos. Las fábricas crean millones de puestos de trabajo en China, y un renminbi más fuerte podría ralentizar el ritmo al que otros países transfieren la fabricación a China.
El éxito de las exportaciones chinas también ha financiado un auge de la innovación tecnológica y ha dado a Pekín los recursos para ayudar a otros países autoritarios cuando tienen dificultades, sobre todo a Rusia, Corea del Norte e Irán.
China intenta preservar su superávit comercial al presionar a otros países para que no erijan barreras comerciales. "El proteccionismo no puede resolver los problemas causados por la reestructuración de la industria mundial, sino que solo empeorará el entorno internacional para el comercio", dijo el jueves Xi Jinping, máximo dirigente chino, según un resumen del gobierno chino de su reunión con el presidente Emmanuel Macron de Francia.
No obstante, algunos economistas chinos afirman que algún día China debe aceptar un superávit comercial más estrecho para ayudar a sus sufridos consumidores.
"Para que China amplíe la demanda interna, es necesario reducir al mínimo el superávit comercial, y en el futuro puede que incluso tenga que plantearse mantener un déficit comercial", dijo Zhang Jun, decano de la Facultad de Economía de la Universidad Fudan de Shanghái, en un discurso pronunciado el mes pasado.
Ruoxin Zhang colaboró con investigación.
Keith Bradsher es el jefe de la corresponsalía de Pekín para el Times. Antes fue jefe del buró en Shanghái, Hong Kong y Detroit, y corresponsal en Washington. Vivió e informó en China continental durante la pandemia.
Ruoxin Zhang colaboró con investigación.
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