Las sanciones de Trump al sector petrolero ruso intensifican la guerra económica

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Tras meses de moderación, la decisión del presidente Trump de incluir a Lukoil y Rosneft en una lista negra golpeará a Rusia donde más le duele.

El miércoles, el presidente Donald Trump intensificó la guerra económica entre Estados Unidos y Rusia al tomar medidas para aislar a sus dos mayores compañías petroleras del sistema financiero mundial, lo que indica una nueva intención de Estados Unidos de paralizar el sector energético ruso a pesar del riesgo de que suban los precios del petróleo.

La decisión de imponer sanciones a Lukoil y Rosneft fue más allá de los esfuerzos anteriores por obstaculizar la economía rusa y demuestra el grado de frustración de Trump con el presidente ruso, Vladimir Putin, tras meses de conversaciones fallidas para poner fin a la guerra en Ucrania. Aunque las sanciones solo afectan a dos empresas, tienen el potencial --si se aplican estrictamente-- de asestar un duro golpe a la economía rusa al mermar sus ingresos energéticos.

La medida representa un sorprendente cambio de estrategia de Trump, quien se ha contenido en gran medida de castigar a Rusia y ha cuestionado la eficacia de las sanciones.

Después de que el gobierno de Joe Biden impusiera sanciones a unos 5000 objetivos rusos entre 2022 y 2024, Trump no había impuesto ninguna hasta esta semana.

Las que estaban en vigor cuando Trump asumió el cargo han sido ligeramente aplicadas por Estados Unidos este año, dando esencialmente un indulto a Putin. En su lugar, Trump ha pasado a utilizar aranceles y "aranceles secundarios" como palanca contra Rusia. Sin embargo, el uso de tales medidas comerciales para conseguir que países como India dejen de comprar petróleo ruso no ha tenido éxito hasta ahora.

Ante la continuación de la violencia en Ucrania y la repentina cancelación de una cumbre prevista entre Trump y Putin en Budapest, Trump recurrió a las sanciones para aumentar la presión.

"Sentí que era el momento adecuado", dijo Trump el miércoles en la Casa Blanca.

Para muchos observadores, parecía que a Estados Unidos le quedaba poco que sancionar en Rusia. El gobierno de Biden desplegó 140 paquetes de sanciones diferentes de 2022 a 2024. Sus objetivos incluían al banco central de Rusia y su sector financiero. También se coordinó con sus aliados para limitar el precio del petróleo ruso y puso en la lista negra a los oligarcas.

Pero Estados Unidos y sus aliados han actuado con cautela en el ámbito de la energía.

"Recordemos que las múltiples e importantes rondas de sanciones del G7 emitidas tras la invasión de Ucrania en 2022 perdonaron en gran medida al sector energético ruso debido a la dependencia del petróleo ruso por parte de los vecinos de Rusia en Europa y Asia", dijo John Smith, exdirector de la agencia de sanciones del Tesoro de 2015 a 2018, quien ahora es socio de Morrison Foerster. "Ahora se han quitado los guantes".

Mientras la inflación se apoderaba de la economía mundial en 2022 y 2023, a Estados Unidos le preocupaba que una medida para retirar el petróleo ruso de los mercados mediante la inclusión de Lukoil y Rosneft en una lista negra creara más problemas de los que resolvería, incluido el aumento de los precios de la gasolina en el país. En su lugar, el gobierno de Biden intentó mantener el flujo de petróleo ruso a precios reducidos, amenazando con sanciones a los petroleros, bancos y aseguradoras que permitieran la venta de petróleo ruso por encima de un tope de 60 dólares por barril.

Ese enfoque tuvo un éxito limitado, ya que Rusia consiguió eludir esas restricciones con una "flota en la sombra" de petroleros sin identificación.

Ben Harris, quien fue subsecretario de Política Económica en el Departamento del Tesoro del gobierno de Biden y ayudó a elaborar su estrategia de sanciones, dijo que la situación macroeconómica es muy diferente ahora, dado que la inflación ha disminuido. Eso ha hecho posible apuntar directamente al sector energético de Rusia.

"Nuestra estrategia había sido todo el tiempo preservar el flujo de petróleo, pero intentando controlar el precio", dijo Harris, quien describió las sanciones del gobierno de Trump como "realmente significativas".

Los precios del petróleo habían bajado un 18 por ciento este año, hasta unos 59 dólares por barril, pero subieron el miércoles tras el anuncio de las nuevas sanciones.

Rusia recibe unos 600 millones de dólares diarios por la venta de petróleo, que utiliza para mantener a flote su tambaleante economía y financiar su ejército. Los analistas estiman que Lukoil y Rosneft representan aproximadamente la mitad de la producción rusa de crudo y que su inclusión en la lista negra podría recortar profundamente sus ventas. El banco central de Rusia podría tener que intervenir para apuntalar el rublo, y es probable que el presupuesto del gobierno ruso, ya de por sí agotado, se resienta aún más.

"Esto va a afectar directamente a la generación de divisas para la maquinaria de guerra", dijo Marshall Billingslea, miembro del Instituto Hudson, quien fue subsecretario del Tesoro para la financiación del terrorismo durante el primer gobierno de Trump. "La situación ya era mala y va a empeorar notablemente para la economía rusa".

Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional de principios de este mes, la producción económica de Rusia se ralentizará hasta el 0,6 por ciento este año, frente al 4,3 por ciento en 2024.

A menos que se establezcan exenciones, los activos de Lukoil y Rosneft en Estados Unidos tendrán que desinvertirse. Dado que el gobierno de Trump amenazó con imponer las sanciones con "sanciones secundarias", los bancos de todo el mundo que financien transacciones con Lukoil y Rosneft podrían ser objeto de sanciones y quedar aislados de gran parte del sistema financiero mundial.

El gobierno de Trump ha tendido a actuar unilateralmente cuando se trata de diplomacia económica, pero en este caso las sanciones parecían coordinadas con los aliados. El Reino Unido anunció sanciones contra las mismas empresas la semana pasada y el nuevo paquete de sanciones de la Unión Europea también iba dirigido contra la energía rusa.

El gobierno de Trump dispone de otras herramientas. Podría incluir a otros bancos rusos en una lista negra e imponer una prohibición general de las exportaciones rusas de energía. Estados Unidos y Europa también han estado debatiendo la incautación de los 300.000 millones de dólares de activos congelados del banco central ruso y el uso de esos fondos para la reconstrucción de Ucrania.

Aunque Trump utilizó agresivamente las sanciones contra Irán durante su primer mandato, ha sido durante mucho tiempo un escéptico de sus méritos. El presidente expresó su preferencia por el uso de aranceles para obligar a otros países a cambiar su comportamiento y expresó su preocupación por la erosión del estatus del dólar como moneda de reserva mundial.

En un discurso pronunciado en el Club Económico de Nueva York el año pasado, Trump dijo que la utilización excesiva de sanciones "mata al dólar" porque los países pasan a utilizar otras monedas para eludirlas. Rusia ha recurrido a las criptomonedas para evitar las sanciones estadounidenses y ha fomentado la idea de una moneda BRICS que permitiría a países como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica reducir su dependencia del dólar.

"Quiero utilizar las sanciones lo menos posible", dijo Trump, añadiendo que le gusta imponerlas y luego retirarlas lo más rápidamente posible.

Edward Fishman, investigador principal de la Universidad de Columbia, sostiene que las sanciones son más poderosas que los aranceles porque el dólar se utiliza para cerca del 90 por ciento de las transacciones mundiales de divisas. Los aranceles son más fáciles de evitar e imponen costos más elevados a los consumidores estadounidenses.

El éxito de las sanciones, dijo Fishman, dependerá de que Trump se comprometa a castigar a los bancos chinos y a los refinadores de petróleo indios que permiten que sigan adelante las compras de Lukoil y Rosneft.

"Realmente todo se reduce a sanciones secundarias", dijo Fishman, autor de Chokepoints: American Power in the Age of Economic Warfare. "Me preocupa que algunas entidades de estos países vayan a decir: 'No creo realmente que Trump vaya a sancionarme'".

Alan Rappeport es reportero en materia de política económica radicado en Washington. Cubre el Departamento del Tesoro estadounidense y escribe sobre impuestos, comercio y asuntos fiscales.