
El pasado viernes 13 de noviembre, el gobierno cubano condenó a dos jóvenes artistas opositores. Didier Almagro, un joven rapero de 23 años, fue sentenciado a tres años de prisión por protestar contra el gobierno cubano por un corte de electricidad en agosto junto a otros miembros del colectivo Academia Julio Machado y vecinos del barrio La Fogonera. Didier fue arrestado por desorden público. Amigos y familiares han denunciado durante su detención que ha sido golpeado y le ha sido negado el derecho a hablar con sus familiares. Solo después de una campaña pública se le permiten cinco minutos telefónicos por semana. Después de un juicio acelerado, lleno de irregularidades, se conoció la sentencia. Didier cumple condena en la prisión de Santa Clara.
El mismo 13 de noviembre, Denis Solís González, también rapero, también joven, fue sentenciado a ocho meses de prisión en un juicio acelerado y secreto, después de estar desaparecido e incomunicado por 4 días. Denis había reaccionado verbalmente a la intromisión sin orden judicial de agentes policiales a su domicilio. Desde la semana pasada artistas y académicos que reclaman por su libertad han sido detenidos el jueves 12, el viernes 13, el sábado 14, el domingo 15 y el lunes 16. Denis cumple condena en la prisión de Valle Grande, reservada a presos políticos.
¿A qué se debe la escalada de violencia? ¿A qué le teme el gobierno cubano?
En primer lugar, les teme a sus jóvenes. Hay una generación, la tercera nacida bajo el régimen revolucionario, que quiere un destino diferente para su país atravesado por el hambre y la desidia de casas que se derrumban sobre la cabeza de sus habitantes. Quieren, y lo dicen claro, no vivir más bajo un régimen comunista. Didier en el juicio declaró una y otra vez “abajo el comunismo”; Denis fue terminante: Díaz Canel no es más que un “verdugo de su pueblo”. Su actitud contestataria los convierte en enemigos del estado cooptado enteramente por el partido único.
En segundo lugar, le temen al arte. El arte es pensamiento crítico, creatividad, dudas sobre certezas, exploración y libertad. Estos jóvenes artistas representan una generación emergente que discuten con el arte oficial que ha sido, desde siempre, una de las banderas de legitimación del estado cubano. La discusión es generacional y esperable en cualquier lugar del mundo. Solo en Cuba y en otras autocracias se convierte irrevocablemente en una discusión política y partidaria. Para estos jóvenes artistas que buscan crear su propio lenguaje, discutir contra el arte establecido es discutir contra la maquinaria institucional con la que el gobierno acalla la disidencia.
En tercer lugar, le temen a la unión. Hace tiempo que en Cuba no se veían movimientos de la sociedad civil organizados, cohesionados y con este nivel de activismo. Desde la semana pasada los miembros del Movimiento San Isidro, que agrupa artistas, académicos y periodistas, se han movilizado para pedir primero por una fe de vida de Denis y luego para exigir su liberación. En turnos, hacen guardia frente a la estación de policía en la calle Cuba y Chacón, son detenidos, vueltos a liberar y vuelven a hacer guardia. El movimiento ha sido efectivo en su campaña contra el decreto 349 que criminaliza el arte independiente. Ha sido exitoso en la organización de la primera bienal cultural de oposición. Moviliza recursos, enseña lenguajes y mantiene a los cubanos y al mundo informados de lo que la revolución implica para quienes no la discuten. Todos ellos han sido detenidos más de una vez, privados de la posibilidad de viajar fuera del país, vigilados, amenazados y han sido expulsados de sus trabajos y de sus hogares.
La Academia Machado también nuclea a jóvenes artistas y activistas que desde la periferia de Santiago de Cuba buscan que sus derechos sociales económicos y culturales sean respetados. Hablamos de la electricidad, de la posibilidad de manifestarse pacíficamente, de organizarse y reunirse, de cantar, de escribir, de pintar.
Son jóvenes, son artistas talentosos y están unidos. Y el gobierno cubano les teme. Los ayudaría que la Unión Europea, en su diálogo de derechos humanos con el gobierno de Cuba, le reclame un compromiso concreto invitando a visitar el país a los procedimientos especiales de la ONU, en particular permitiendo las visitas de los/as Relatores/as sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión; sobre los derechos a la libertad de reunión pacífica y de asociación; sobre los derechos culturales; sobre detenciones arbitrarias; y sobre la situación de los defensores de derechos humanos.
Cecilia Noce es Investigadora Asociada de www.cadal.org
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