
Las tensiones entre China, Estados Unidos y Taiwán se intensificaron tras la aprobación por parte del Senado estadounidense de una ley que refuerza la cooperación militar con la isla. El Ministerio de Defensa de China advirtió este viernes que el respaldo de Washington a Taiwán constituye un “juego de azar muy peligroso” por el que Estados Unidos podría terminar “pagando un precio muy alto”, además de advertir que estas acciones amenazan la soberanía, la seguridad y el desarrollo del gigante asiático, así como la estabilidad global.
Durante una rueda de prensa, Zhang Xiaogang, portavoz del Ministerio de Defensa de China, instó a la administración estadounidense a abandonar el uso de la “carta de Taiwán” en su política exterior, subrayando que este asunto forma parte de la política interna de China.
Zhang remarcó que la cuestión de Taiwán es una “línea roja” en las relaciones bilaterales que “no debe ser cruzada”, en respuesta directa al visto bueno dado por el Senado de Estados Unidos a la Ley de Autorización de Defensa Nacional, la cual contempla una iniciativa de “cooperación en materia de seguridad” con Taiwán.
La situación cobra relevancia en un contexto de creciente presión militar sobre la isla. La semana pasada, el presidente de Taiwán, Lai Ching-te, anunció la aceleración del plan denominado “Taiwan Shield” o “T-Dome”, un sistema de defensa aérea diseñado para enfrentar la amenaza militar planteada por China. Lai se comprometió a elevar el gasto en defensa a más del 3% del producto interno bruto (PIB), con el objetivo de alcanzar el 5% en 2030, enfatizando que “el aumento en el gasto de defensa es una clara necesidad para contrarrestar las amenazas enemigas y un motor para el desarrollo de nuestra industria de defensa”, según su intervención durante el Día Nacional de Taiwán.
El mandatario taiwanés, que describió a la isla como un “faro de la democracia” en Asia, subrayó su intención de mantener el statu quo y preservar la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán. En su discurso, también mencionó los desafíos económicos derivados de los altos aranceles impuestos por Donald Trump a las exportaciones taiwanesas hacia Estados Unidos y expuso un plan de 93.000 millones de nuevos dólares taiwaneses (alrededor de USD 3.000 millones) destinado a apoyar a empresas, empleados y sectores como la agricultura y la pesca afectados por las políticas arancelarias. Lai afirmó que su administración buscará negociar tarifas recíprocas con el gobierno estadounidense para asegurar condiciones comerciales más favorables.
Por su parte, representantes del gobierno de China rechazaron la venta de armas de Estados Unidos a Taiwán y la profundización de los lazos militares entre Washington y Taipéi. El portavoz Guo Jiakun, del Ministerio de Relaciones Exteriores, advirtió que los intentos de Taiwán de buscar la independencia por medios militares y resistir la reunificación conducirán a la isla a “una situación peligrosa de conflicto militar”.
La postura estadounidense respecto a Taiwán mantiene matices. Si bien Estados Unidos no reconoce formalmente a la isla como país, provee equipamiento militar para su defensa y se opone al uso de la fuerza militar por parte de China para resolver la disputa. Esto ocurre en un contexto en el que el ejército chino incrementa la actividad de aviones y buques militares en torno a Taiwán y realiza regularmente ejercicios de gran escala en la región.
En cuanto a los sistemas de defensa, el gobierno taiwanés explicó que prepara un dispositivo avanzado de detección e interceptación, además de entrenar tropas en técnicas para abatir drones y buscar la adquisición de sistemas de armas antidrones, en respuesta a la creciente expansión militar de China en el ámbito de vehículos aéreos no tripulados.

En el plano diplomático y comercial, el presidente Donald Trump confirmó este viernes su intención de reunirse con el presidente chino, Xi Jinping, en Corea del Sur dentro de dos semanas, con el propósito de suavizar los roces derivados de la guerra económica que enfrenta a ambos países.
Este complejo entramado diplomático, militar y económico se produce en el marco de una histórica rivalidad. China y Taiwán llevan gobernándose por separado desde 1949, cuando el Kuomintang se refugió en la isla tras el triunfo del Partido Comunista liderado por Mao Zedong en la China continental. Pese a funcionar con gobierno propio, Taiwán no ha proclamado la independencia formal, una decisión que Beijing ha advertido que podría derivar en una respuesta militar.
En lo político, la conmemoración del Día Nacional de Taiwán, que marca la revuelta republicana de 1911, acentuó el contraste con las celebraciones oficiales de la República Popular China, recordando la persistencia de la disputa sobre el futuro estatus de la isla y su papel en la geopolítica asiática y global.
(Con información de AP y EP)
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