
Irán se encontró solo ante los recientes ataques coordinados por Israel y Estados Unidos, pese a haber invertido décadas en consolidar un bloque regional conocido como el “eje de la resistencia”. El 24 de junio entró en vigor un frágil alto el fuego, después de que fuerzas israelíes, con apoyo de EEUU, bombardearan tres instalaciones nucleares clave en territorio iraní. Ninguno de los aliados tradicionales de Teherán respondió militarmente.
La red regional tejida por Irán —que incluye a Hezbollah en Líbano, los hutíes en Yemen, milicias chiitas en Irak, Hamas en Gaza y el régimen sirio— muestra signos de deterioro. En diciembre, el régimen de Bashar al Assad cayó en Siria. Hezbollah y Hamas han sido debilitados tras casi dos años de enfrentamientos con Israel, y los hutíes han sufrido daños significativos por ataques aéreos de EEUU.
Hezbollah: debilitamiento y desconfianza
Hezbollah, el principal socio militar y político de Irán en la región, evitó participar en el reciente conflicto con Israel. Fundado en 1982 tras la invasión israelí del sur del Líbano, el grupo lanzó una ofensiva con cohetes en apoyo a Gaza tras el ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023. Desde entonces, ha sido blanco constante de bombardeos israelíes. Tel Aviv afirma haber destruido el 70 % de su arsenal.
Internamente, hay tensiones por la percepción de abandono por parte de Irán. El desgaste por los bombardeos y la pérdida de hogares entre sus bases sociales ha generado fatiga en sus filas. Aunque Irán mantiene influencia sobre Hezbollah, prefiere no presionarlo ante lo delicado de la relación actual.

Los hutíes: voluntad limitada, presión local
En Yemen, los hutíes también optaron por mantenerse al margen del choque directo entre Teherán e Israel, aunque se mostraron más dispuestos a actuar si era necesario. Tras intensificar su campaña naval en el mar Rojo y lanzar ataques con drones contra Israel en apoyo a Gaza, el grupo fue golpeado por bombardeos estadounidenses a partir de marzo. Las capacidades ofensivas que le permitían realizar ataques de precisión transfronterizos fueron en parte neutralizadas.
El grupo, que controla un tercio del territorio y la capital Saná, enfrenta retos de gobernabilidad y descontento social. Aunque recibe apoyo logístico de Irán, actúa con autonomía estratégica y busca ser percibido como un actor independiente, no como una extensión de Teherán.
Hamas: relación pragmática y capacidades mermadas
Hamas sigue enfrentado a Israel, pero carece de capacidad operativa para actuar en nombre de Irán. Su vínculo con Teherán es funcional, más que ideológico: recibe armamento, entrenamiento y fondos, pero no se alinea incondicionalmente con los intereses iraníes. El grupo actúa con independencia y no siempre responde a llamados de contención.

Milicias iraquíes: cautela estratégica
En Irak, Irán ha contado con las Fuerzas de Movilización Popular (Hashd al-Shaabi), una red de milicias chiitas formadas en 2014 para combatir al Estado Islámico. Aunque algunas han atacado bases estadounidenses en Irak, la experiencia reciente de Hezbollah ha sido un factor disuasivo. El 23 de junio, cuando Irán respondió al ataque a sus instalaciones nucleares, eligió como blanco una base estadounidense en Qatar, no en Irak.
Siria: ruptura silenciosa
La caída del régimen de Bashar al Assad en diciembre supuso un golpe estratégico para Irán. En lugar de respaldar a su aliado, Teherán aceptó su salida con la esperanza de establecer lazos con el nuevo gobierno. Sin embargo, el nuevo presidente sirio, Ahmed al-Sharaa, ha optado por acercarse a Estados Unidos, sus aliados del Golfo y una política de “cero problemas” con los vecinos. No solo evitó responder a ataques israelíes, sino que permitió que su espacio aéreo fuera usado contra Irán.

Los países del Golfo: distensión calculada
Irán ha mejorado sus relaciones con Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos tras años de tensiones. Ambos países reanudaron vínculos diplomáticos —Emiratos en 2022, Arabia Saudita en 2023—, pero su respaldo en la crisis de junio fue limitado a declaraciones y llamados a la paz. Algunos sectores de sus élites acogieron con agrado los bombardeos israelíes, aunque oficialmente mantuvieron una postura neutral.
China y Rusia: condena sin apoyo concreto
Irán ha fortalecido sus relaciones con Rusia y China, estableciendo acuerdos estratégicos de 20 y 25 años, respectivamente. Ambos países condenaron los ataques, pero no ofrecieron apoyo tangible. Moscú, concentrado en la guerra en Ucrania, dejó claro que su pacto no incluye compromisos de defensa mutua. Pekín, preocupado por la estabilidad del suministro de petróleo y el acceso al estrecho de Ormuz, abogó por la desescalada.

Aunque Irán conserva la retórica de liderazgo regional, su capacidad real de movilizar aliados ha quedado en evidencia. El eje de la resistencia está fragmentado, y su respuesta frente a ataques coordinados muestra un aislamiento creciente en el escenario geopolítico.
(Con información de Bloomberg)
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