¿Puede una conocida activista pro Kremlin y vinculada a grupos mercenarios neonazis rusos trabajar en el Senado italiano? Y también: ¿la obligación constitucional de no discriminar a los funcionarios públicos por sus posturas ideológicas puede encontrar límites ante cuestiones de seguridad nacional?
Estas preguntas sobrevuelan por estos días Italia. Su disparador fue un hecho aparentemente menor: la contratación de una mujer ítalo-rusa de 35 años en la Cámara Alta italiana tras ser seleccionada entre miles de candidatos tras un largo y complejo concurso público.
Pero Irina Osipova, la ganadora del concurso en cuestión, no era una candidata cualquiera.
Hija de un importante funcionario de Moscú, desde hace años es conocida por sus actividades de propaganda a favor del presidente ruso Vladimir Putin y sus vínculos con la extrema derecha italiana y rusa. Para agregarle más suspicacias al asunto, en 2019 se casó con un experto de ciberseguridad italiano que trabajó para el Ministerio de Defensa y la principal empresa militar del país.
Desde el 1 de noviembre, Osipova asumirá el rol de coadjutora parlamentaria. Aunque no se trata de una posición de alto rango, implica responsabilidades delicadas en el ámbito administrativo y contable. Entre otras cosas, Osipova tendrá acceso a las bases de datos del Senado y deberá ocuparse de la clasificación y el archivo de la correspondencia de los senadores.
¿Funciones apropiadas para alguien con el curriculum de Osipova?, es la pregunta que se hacen varios observadores y políticos por estos días.
Quién es Irina Osipova
Veamos su curriculum, entonces. Osipova nació en 1988 en Moscú, y es hija de Oleg Osipov, quien fue durante años director del Centro Ruso para la Ciencia y la Cultura de Roma. Una institución que depende del Rossotrudnichestvo, la agencia del Ministerio de Exteriores ruso sancionada por la UE por ser considerada un instrumento de la injerencia de Putin en el extranjero.
Osipova se volvió conocida desde muy joven sobre todo en la capital italiana. En 2012 fundó la asociación “Rim - Jóvenes Italo-Rusos” con el objetivo de reunir a “jóvenes ítalo-rusos activos y creativos”. En 2014, se destacó como organizadora de varias protestas contra las sanciones impuestas a Rusia por la UE tras la anexión de Crimea por parte de Moscú. También organizó marchas para apoyar a los separatistas prorrusos en el Donbass y atacar las que calificaba de “políticas nazis” de Kiev en las provincias rusoparlantes de Ucrania, una narrativa en línea con la que lleva adelante el Kremlin para justificar su agresión al país vecino.
Muy activa en las redes sociales, en sus publicaciones de entonces Osipova describía a Putin como “un líder que no tiene igual en el mundo” y su gobierno “un modelo a seguir para Italia en la defensa de los intereses nacionales”.
En las redes, también hacía alarde de sus frecuentaciones con miembros destacados de la extrema derecha italiana y rusa. Una foto que subió en 2015 la muestra junto a Andrea Palmeri, un neofascista italiano implicado en una investigación sobre el reclutamiento de mercenarios prorrusos en el Donbass. En el expediente de la investigación también aparece en nombre de Osipova, aunque ella no fue investigada.
Otras fotos la mostraron con Yan Petrovsky, líder del infame grupo neonazi ruso Ruisch, afiliado a Wagner. Hace unas semanas Petrovsky, acusado de crímenes de guerra cometidos en Ucrania, huyó a Finlandia y fue detenido.
Los vínculos con Salvini y Meloni
En paralelo a su activismo a favor de los intereses de Rusia, Osipova buscaba abrirse camino en la política italiana.
En 2014, comenzó a colaborar con la asociación Lombardía-Rusia, una organización fundada y dirigida por por Gianluca Savoini, importante dirigente de la Liga y mano derecha del líder de ese partido Matteo Salvini. Savoini fue el hombre al centro del escándalo que se desató en 2018 tras ser grabado mientras negociaba con Rusia para obtener fondos ilegales para la Liga.
En el marco de esa colaboración, Osipova acompañó a Salvini para trabajar como traductora en los dos viajes del dirigente a Moscú, como demuestran varias fotos publicadas en las redes sociales. Una foto, tomada en 2014, la nuestra sonriente entre Salvini y Savoini.
Otra foto la muestra junto a Salvini en la plaza Roja de la capital rusa. Eran las épocas en las que el actual viceprimer ministro italiano no perdía oportunidad para mostrar su admiración por Putin, algo que cambió tras la invasión rusa a Ucrania.
La incipiente carrera política de Osipova culminó en 2016, cuando se presentó como candidata al Consejo municipal de Roma con el partido Hermanos de Italia de Giorgia Meloni. Las polémicas que se desataron por la reiterada celebración del putinismo de la candidata no fueron un problema para la actual primera ministra quien, al igual que Salvini, se pronunciaba entonces en contra de las sanciones europeas a Rusia. Osipova cosechó algo menos de 200 votos y no fue elegida.
“¿Yo una espía? Estereotipos”
En 2019, después de unos años de perfil más bajo, Osipova fue entrevistada por el Corriere della Sera en el marco del escándalo que embistió a la Liga por los vínculos con Moscú. En la entrevista defendió a Salvini y Savoini y negó tener vínculos con los servicios de inteligencia rusos, por los que el diario le preguntó recordando el rumoreado papel de su padre Oleg como director de la Casa de Rusia de Roma.
“Se trata de estereotipos: una mujer rusa que habla de política debe ser necesariamente una espía”, dijo entonces.
Ese mismo año, Osipova se casó con Luca Pedetti, heredero de una antigua y conocida familia romana. Según una investigación del diario La Stampa, se trata de un experto en tecnología que ha colaborado con el Ministerio de Defensa italiano, fue invitado a actos de la OTAN y trabajó como consultor para Leonardo, el gigante del sector aeroespacial y de Defensa italiano.
El perfil del marido de Osipova fue otro elemento más que alimentó las suspicacias sobre la joven rusa y las preocupaciones en relación a su nuevo trabajo en el Senado italiano.
Desde el casamiento, de Osipova no hubo más noticias. Su último posteo en Facebook es de enero de 2020: un mensaje —sobra decirlo— de elogio a Putin. Luego el silencio.
Hasta ahora, cuando está a punto de tomar posesión de su cargo en el Senado. Consultada por la agencia AdnKronos sobre las polémicas que la involucraron, Osipova se limitó a responder: “No quiero hablar con periodistas”.
Las reacciones
Osipova fue seleccionada entre unos 12.000 candidatos. El proceso de selección, que convocaba a 60 puestos, comenzó en 2019 y finalizó el año pasado tras varios retrasos causados por la pandemia. Según el medio Open, Osipova quedó en el lugar 78, pero consiguió igualmente el trabajo porque, debido a las necesidades de personal, el Senado decidió contratar no solo a los 60 ganadores, sino también a los candidatos aprobados, hasta el puesto 124.
Aún así, “Osipova no puede ni debe trabajar en el Senado”, según Jacopo Jacoboni, el periodista que probablemente más investigó y denunció las injerencias rusas en Italia. “Ideología ultranacionalista, el mundillo de los mercenarios italianos y operaciones del Kremlin. Un matrimonio insostenible, incluso para un país tan flácido como Italia respecto a Rusia”, escribió en una dura columna en La Stampa.
Mientras el Gobierno y los políticos oficialistas no se pronunciaron sobre el asunto, la oposición también cuestionó que la selección de los candidatos para un cargo en el Senado no contemple una evaluación de los riesgos para la seguridad nacional.
Alessandra Maiorino, vicepresidenta de los senadores del Movimiento Cinco Estrellas, dijo que era “inquietante saber que una persona que nunca habría ocultado sus inclinaciones nacionalistas pro-Putin y sus relaciones con la derecha soberanista italiana será empleada del Senado”. Sin embargo, agregó que “estamos ante un concurso público y regular en la que habrá tenido derecho a participar”.
Pina Picierno, eurodiputada del Partido Democrático (PD) y vicepresidenta del Parlamento Europeo, presentó una consulta oficial a la Comisión Europea sobre el caso, que consideró de “absoluta gravedad”.
“Se trata de elementos de absoluta gravedad que se inscriben en un contexto en el que desde hace años Italia es víctima de fenómenos como el espionaje y las injerencias de la Federación Rusa. Nuestro país es uno de los principales objetivos de la guerra híbrida desatada por Putin, que se basa en gran medida en la difusión de noticias falsas a la que contribuyen personas e individuos que trabajan en instituciones o en el mundo de la información”. Por lo tanto, el caso de Osipova necesita una “aclaración rápida y eficaz”.
La ex senadora Paola Binetti, que presidió el tribunal que evaluó las pruebas del concurso, defendió no obstante la transparencia del procedimiento y el derecho de Osipova de ser funcionaria.
“Irina Osipova reunía sin duda todos los requisitos exigidos en la convocatoria y se ganó su puesto en la lista de aptos no ganadores únicamente por sus aptitudes personales”, dijo. “Los concursos para trabajar en el Parlamento son de los más codiciados por los candidatos y de los más rigurosos por la Comisión”.
“Durante todas las diferentes pruebas a las que se sometió, incluida la entrevista final, nadie le preguntó qué ideas políticas tenía”, dijo Binetti. “Eso habría sido una injerencia desleal, que habría creado una evidente discriminación injusta”.
“Sin embargo, si como ciudadana particular es libre de tener las ideas que más se ajustan a sus opciones políticas y a los valores en los que cree, como funcionaria pública no se le permitirá propagandizarlas. Pero esa es otra historia. Y todo el mundo espera que con la misma inteligencia con la que superó el concurso, encuentre también la profesionalidad y la elegancia humana adecuadas”, finalizó.