El frenético flamenco de una España dividida

El presidente socialista Pedro Sánchez tendrá a Pablo Casado, flamante líder del Partido Popular, como su antagonista en este nuevo escenario político. Los enfrenta el independentismo catalán, la eutanasia, un submarino y la exhumación de los restos de Franco. Los escándalos de la corona complican a ambos

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El momento de la jura
El momento de la jura de Pedro Sánchez (EFE)

El protagonista ya tiene a su antagonista y las palmas enfervorizadas de los actores de reparto hacen golpear a ambos los tacos de las botas en la madera cada vez con más fuerza. Un drama flamenco que promete entretener a España casi tanto como las andanzas amorosas y mercantilistas de su antiguo rey.

Pedro Sánchez (46), el flamante presidente socialista del gobierno español, encontró en el ultraconservador Pablo Casado (37), elegido como el nuevo líder del Partido Popular (PP) tras la caída de Mariano Rajoy, a su contrincante perfecto para animar el tablao de la escena política madrileña. Ambos se enfrentan, ahora, a la realidad del peso del mando.

Casado emergió de las filas del PP para evitar que el gobierno socialista haga concesiones a los separatistas catalanes, cuestionar la propuesta de legalización de la eutanasia, y oponerse a la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco. Y mientras lleva a su partido escorado hacia la derecha va a seguir muy de cerca los vaivenes del exiliado presidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, y tratará de aprovechar el escándalo del submarino S-80, un monstruo de mil millones de euros que primero no podía flotar y que ahora no cabe en el puerto de Cartagena, donde estará apostado.

Sánchez se hizo con el gobierno desde una posición de debilidad. Logró el voto gracias a los aliados populistas de Podemos y los nacionalistas vascos y catalanes. El PSOE tiene apenas 84 de los 350 escaños del Congreso. Tanto el momento como la forma en que fue destituido Mariano Rajoy fueron inesperados. Sánchez pidió la dimisión del Presidente del gobierno después de que la Audiencia Nacional sentenciara a prisión a varios políticos y empresarios vinculados al Partido Popular.

Una pancarta con la imagen
Una pancarta con la imagen de Pedro Sánchez, en las últimas elecciones en España (Reuters)

El partido fue condenado por operar un fondo ilícito. Se le ordenó pagar una multa de 245.000 euros, mientras que el ex tesorero, Luis Bárcenas, fue sentenciado a 33 años de cárcel y a pagar una multa de 44 millones de euros. También fueron condenados otros 28 empresarios y políticos, que recibieron trescientos años de prisión en conjunto por beneficiarse de un entramado de sobornos por contratos.

Rajoy fue expulsado con 180 votos de los 350 legisladores. Cuando estrechó la mano de Sánchez, los seguidores del socialista gritaban desde las bancas "¡Sí se puede!", como si estuvieran ovacionando a Barack Obama. Los mercados también saludaron al nuevo líder. La bolsa de valores española, así como otras europeas, tuvo un alza importante. Rajoy dio un discurso de despedida con un dejo irónico. "Ha sido un honor dejar una España mejor que la que encontré", dijo. "Ojalá mi sustituto pueda decir lo mismo en su día". Y se retiró para ocupar un antiguo puesto de controlador municipal.

Rajoy inició su carrera como ministro en 1996 y sobrevivió a dos derrotas electorales antes de ganar la elección de 2011, cuando España enfrentaba la crisis por la deuda europea. Lideró al país a través del rescate bancario europeo y enfrentó manifestaciones masivas en contra de la austeridad que impuso su gobierno. En los últimos dos años Rajoy quedó al frente de un gobierno de minoría, dependiendo del apoyo Ciudadanos, el partido centrista que emergió con fuerza desde Cataluña. Con ellos quiso intentar resolver el laberíntico problema independentista. Pero fue la corrupción en el partido lo que lo dejó fuera del poder y no su incapacidad para resolver el conflicto catalán.

Pedro Sánchez saluda al destituido
Pedro Sánchez saluda al destituido Mariano Rajoy en el Parlamento Español (Reuters)

Pablo Casado es el típico personaje que se encontraba en el lugar adecuado en el momento justo. Parecía desahuciado después de que un juez lo incluyó en una lista de políticos investigados por tener títulos universitarios sin las credenciales académicas requeridas. Se sumaba al escándalo de la líder del PP del gobierno regional de Madrid, Cristina Cifuentes, que tuvo que renunciar acusada de falsificar su título de abogada. Pero la repentina caída de Rajoy dejó al PP sin líder y ninguno de los dirigentes más antiguos estaba preparado para saltar al ruedo. Unos días después, derrotó en unas primarias a la ex vicepresidente Soraya Sáenz de Santamaría. Con su aire kennedyano, Casado hizo su campaña basada en la crítica al nuevo gobierno socialista por ofrecer negociar con el gobierno catalán recientemente nombrado en Barcelona. "No cabe el diálogo con aquellos que quieren romper España", sentenció. También condenó la propuesta de Sánchez para legalizar la eutanasia, e instó a los votantes conservadores a defender "sin complejos" los derechos a la vida y la familia. Y se puso al frente de la oposición al plan de Sánchez de exhumar los restos de Franco del Valle de los Caídos.

"No gastaría ni un euro en desenterrar a Franco", dijo Casado. En realidad, pretende mantener ese mausoleo al que peregrinan muchos nostálgicos de la dictadura que son votantes del PP. El primer choque frontal, lo tendrán Sánchez y Casado cuando se discuta el nuevo presupuesto nacional. Los socialistas quieren aumentar el gasto público e imponer nuevos impuestos a las empresas. Los populares siguen la ola conservadora de una baja pronunciada de los impuestos de las corporaciones.

En tanto, ambos tendrán que lidiar con el nuevo escándalo en el que está envuelto el rey Juan Carlos. La semana pasada se difundieron grabaciones de conversaciones telefónicas según las cuales la alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, ex amante del abdicado rey, habría revelado que éste tiene cuentas en Suiza y que ella fue utilizada como testaferro para ocultar ese patrimonio. Las comunicaciones fueron grabadas por el ex comisario José Manuel Villarejo, un oscuro personaje que se encuentra en prisión preventiva por delitos de organización criminal, cohecho y blanqueo de capitales. Los partidos Unidos Podemos, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y Compromis, que se declaran republicanos, registraron en el Congreso de los Diputados una petición para crear una comisión de investigación sobre la "posible corrupción de la monarquía", e instaron al PSOE de Pedro Sánchez y a los partidos "monárquicos" como el PP y Ciudadanos, a apoyarla. "La sociedad no soporta más la impunidad frente a la corrupción y frente a hechos tan graves e ilícitos", dijo Rafael Mayoral, de Podemos, al presentar la petición.

Las sospechas sobre el rey Juan Carlos se suman a otros escándalos de la Casa Real como la prisión de su yerno, Iñaki Urdangarin, condenado a 5 años de prisión por malversar en beneficio propio junto a su socio el empresario Diego Torres varios millones de euros donados por organismos públicos al Instituto Nóos, un ente sin fin de lucro que él presidía. Además, la familia real enfrenta fuertes rumores de peleas internas. El episodio público que vivieron las reinas Sofía y Letizia en la Semana Santa pasada fue el más evidente. Doña Sofía quería una foto con sus nietas, la princesa Leonor y la infanta Sofía. Las tomó por los hombros e, incluso, se inclinó para quedar a la misma altura de las niñas. Pero parece que Letizia no estaba tan de acuerdo con la idea. La reina se cruzó varias veces delante del fotógrafo y se acercó para decirle unas palabras a su suegra que solo ellas escucharon. Casi en simultáneo, el intercambio se volvió más tenso porque la heredera al trono de España se sacó de manera brusca la mano de su abuela del hombro. Las imágenes rápidamente se viralizaron y causaron un gran revuelo.

Sánchez no tiene que convocar elecciones generales hasta 2020, pero su permanencia en el poder mucho dependerá de los comicios municipales y regionales en mayo del próximo año. Si su partido no tiene una buena votación le va a ser muy difícil no llamar a elecciones anticipadas. Y ahí estará siempre su contrincante, Pablo Casado, para enfrentarlo en ese nuevo drama flamenco. Esto, si el juez que lleva la causa no confirma que su Máster es un invento y algún otro barón del Partido Popular ya esté ocupando su lugar en el escenario. Como decía el gran maestro Antonio Gades, para bailar flamenco "hay que aguantar los riñones".