
Arturo Zaldívar, ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), visitará el penal femenil de Santa Martha Acatitla el próximo 11 de mayo, un evento sin precedentes en la república, pues ningún miembro de la Corte había realizado esto. En consecuencia, Infobae México estableció contacto con Ave Fénix, un colectivo que procura mejorar las condiciones de vida de las internas para conocer el panorama al que se va a enfrentar el egresado de la Escuela Libre de Derecho.
Citlallí Fernández, fundadora del colectivo, explicó a la redacción que además de conseguir donaciones de insumos básicos para las reclusas (jabón, ropa, pañales, toallas sanitarias, productos de limpieza, etc.), contactó con un abogado que ha trabajado pro bono para poder ayudar en la liberación de las mujeres que hayan tenido una representación legal ineficiente.
De tal modo que Infobae México contactó a Luis Casarrubias, un abogado que en un periodo cercano a los ocho meses ha logrado la liberación de cuatro mujeres, esto con tan sólo promover un juicio justo y promover los derechos a los que ellas son acreedoras de acuerdo a cada caso en particular.
Cuando se estableció la comunicación con el maestro Casarrubias Sosa, lo primero que se manifestó fue su disposición para hablar y solucionar diferentes dudas. Destacó su formación profesional y primeros pasos en el ejercicio del derecho, así como su involucramiento en traer justicia a México en razón de género. Finalmente, brindó su opinión sobre lo que ocurre en Santa Martha y lo que podría esperar de la visita de Zaldívar al penal.
Cobarrubias es egresado de la licenciatura de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuenta con una especialidad en España sobre Derecho Constitucional y también con una maestría en la máxima casa de estudios de México. Primero se desempeñó en temas electorales de violencia política en razón de género contra las mujeres “y ahí es como yo empiezo a ir a los temas de género”.

Con el tiempo, decidió tomar una actitud más activa respecto a la representación de mujeres en situación de vulnerabilidad y comenzó a prepararse por su cuenta para poderse desempeñar en el área penal. Después, a través de redes sociales, vio un video de Citlalli Fernández en el que se promocionaba al colectivo y optó por formar parte de él.
De ahí en adelante, Luis y Citlalli hicieron un dueto, donde Fernández es quien provee los casos, a través de sus contactos, y los recursos, a través de donaciones o rifas; mientras que Casarrubias es quien pone a trabajar sus conocimientos para liberar a las mujeres y brindarles una segunda oportunidad. “Son defensas penales pro bono, son gratuitas y no cobro absolutamente un solo quinto. Todos los gastos, todo el tiempo y todo, lo absorbo”. También reiteró que no trabajan con reincidentes, sólo con primodelincuentes.
La liberación tiene varios filtros. Primero, Citlalli contacta a la interna, pide los datos específicos del caso (documentación y testimonio) y después se los pasa a Casarrubias. Posteriormente, él analiza la situación de la reclusa y emite una opinión basado en sus capacidades y circunstancias específicas de la interna.
En este tiempo, Casarrubias ha observado múltiples situaciones de desigualdad en el sistema penitenciario mexicano, el cual se agudiza cuando se trata de mujeres, pues, desde las circunstancias en las que ellas delinquen, la participación que tienen en los ilícitos y la reacción del entorno resulta más precaria contra ellas.
Desde un principio, señaló que las mujeres que delinquen lo hacen acompañadas de un hombre: por cada 10 mujeres que infringen la ley, siete son junto con hombres. “Son las que le echan aguas al que va a robar, las que alimentan a las personas secuestradas, las que engatusan a alguien para echarle tres gotitas para robarles lo que sea que le roben”. Es decir, los hombres son las que las inician en la delincuencia, pero las mantienen en el “último eslabón”.
Asimismo, la precariedad se hace presente, pues un gran número de mujeres procesadas son abandonadas por sus familiares, la sociedad y el sistema judicial. A esto se le suma que son mujeres sin dinero, que no saben leer, no saben escribir, tienen problemas para poder hablar bien el español, que viven en situación de calle y han sufrido violencia a lo largo de toda su vida.
Como si esto no fuera suficiente, condenó el papel de los jueces, quienes abusan de la prisión preventiva oficiosa como medida cautelar, con lo que la cárcel se vuelve un nido de pobres que difícilmente podrán salir a reinsertarse a la sociedad, aún a pesar de haber cometido delitos menores, no violentos y que, por consiguiente, no representan un peligro a la sociedad. Y es este doble ejercicio de la violencia el que motiva a Casarrubias a continuar colaborando con Ave Fénix.
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