Eduardo Cerecedo, poeta y escritor mexicano, murió a los 59 años de edad este 9 de enero de 2022. Fue ganador del Premio Nacional de Poesía Crea en 1988, Premio Nacional de Poesía Alí Chumacero en 2011, del Premio Nacional de Poesía Lázara Meldiú en 2012, entre muchos más.
Su pluma no se limitó a la poesía, ya que hizo varias colaboraciones en destacadas revistas de literatura como Bulimia de camaleones, Bitácora, Letras Independientes, Génesis, entre muchas otras. Fue un gran amante del conocimiento y de su difusión, incluso, llegó a participar en múltiples proyectos con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para impulsar la creación literaria en México.
Hasta el momento no se han dado a conocer detalles de su muerte, sin embargo, diversas instituciones culturales ya han enviado el pésame a sus familiares y amigos.

La noticia sorprendió a todos los medios de comunicación, de hecho, el pasado 17 de octubre de 2021, dio una entrevista para el medio independiente Terciopelo negro prensa libre, en la cual compartió información respecto a su antología Trópicos, donde Cerecedo reúne su obra poética desde 1992 hasta 2014.
El autor agradeció el apoyo de las instituciones del Estado de México que lograron que su sueño de reunir todas sus obras más destacadas se hiciera posible. Recalcó que desde su infancia descubrió su pasión por la lectura, con poemas del también mexicano Amado Nervo.
Estudió la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas y posteriormente cursó la maestría en Literatura Mexicana, ambas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Eduardo destacó en la entrevista que siempre buscó la posibilidad de escribir y expresarse libremente. Habló de una “necesidad por comunicar” y de escapar del silencio cotidiano.
Para él, una de las características de un auténtico escritor es saber encontrarse a sí mismo y conocerse; el proceso de retrospección es la “pisca perfecta” que permite desarrollar la creatividad en las personas. Fue de esa forma que pudo encontrar su propio rumbo y descubrir su estilo particular y característico.
Por otra parte, su trayectoria profesional siempre destacó por su sencillez, su fe en la juventud mexicana y su pasión por la enseñanza. Cabe destacar, que impartía clases de literatura en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de igual forma, llegó a coordinar múltiples talleres para la UNAM y el Faro de Oriente.
Siempre intentó conseguir que su voz tuviera eco, fue por ese motivo que se postuló en varias ocasiones a diversos concursos de literatura, en los cuales logró destacar por la calidad de su escritura.

La naturaleza fue uno de los temas que siempre disfrutó plasmar en sus textos debido a que nació en Boca de Lima, Tecolutla, Veracruz y durante su infancia creció rodeado de paisajes cálidos, donde tuvo la oportunidad de disfrutar la gran diversidad de flora y fauna que lo transportaban a un “mundo de sueños”.
Precisamente, gracias a ese “mundo de sueños” comenzó a inspirarse para empezar sus primeros versos desde muy pequeño. Por otro lado, cursó sus estudios de nivel medio superior en la Escuela Nacional Preparatoria número 1, y Cerecedo compartió que durante ese período se caracterizó por ser el consentido de las profesoras de literatura.
En la misma entrevista, dijo que durante sus procesos creativos se enfrentaba al problema de “encontrar conexiones con su vida”, pues eran estos elementos los que lograban dar esos chispazos para que su mente empezara a trabajar y su mano se dejara llevar en la hoja en blanco.
También destacó la fuerte influencia que tuvo de otros escritores como Federico García Lorca, Ramón López Velarde y Jaime Sabines, de quiénes aprendió “técnica, estilo y expresión”. Finalmente, recalcó que gracias a su capacidad de encontrar pequeños detalles en su vida, pudo escribir tantas pequeñas historias.
A casi un mes de cumplir 60 años, falleció uno de los grandes contemporáneos de la cultura mexicana que sin duda, dejó un gran vacío en de la literatura hispanoamericana. Sin embargo, queda su huella en obras como Cuando el agua respira (1992), Agua nueva (2004), Condición de nube (2012), Soplo de ceniza (2019) y un largo etcétera.
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