Carlos Camau Espínola es uno de los principales exponentes del deporte olímpico argentino, al ser el máximo ganador de medallas. En su palmarés se destacan las preseas de plata en Atlanta 1996 y Sidney 2000 en la categoría Vela Mistral y las de bronce en Atenas 2004 y Beijing 2008 junto a Santiago Lange en Vela Tornado.
El correntino, para llegar a lo más alto, supo asimilar el duro revés que recibió en Barcelona 1992. “Mi primer Juego Olímpico fue un fracaso, pero lo más importante que uno tiene que aprender es que de esos fracasos uno tiene que salir fortalecido”, explicó.
En el ciclo de entrevistas olímpicas con Infobae, el Senador de la Nación Argentina por Corrientes rememoró sus vivencias en los 5 Juegos Olímpicos de los que participó, develó los secretos de la exitosa dupla que conformó con Santiago Lange y explicó por qué decidió incursionar en la política.
- ¿Cómo inició tu vínculo con el deporte?
- De muy chiquito mis padres nos hicieron hacer deportes. Hice todo tipo de deportes: tenis, básquet, rugby, natación, de todo. Después, un fin de semana, fuimos a la laguna Totora, a 30 km de Corrientes, a pasar el fin de semana. Era una época en la que estaba de moda el windsurf. Primero aprendió mi hermano. Yo tenía 11 años, y empecé a probar. Yo hacía rugby también en ese momento, pero cuando empecé a competir me di cuenta de que tenía que dejar cosas de lado para mejorar.
- ¿Qué se le viene a la mente cuando ve los anillos olímpicos?
- Cuando veo los anillos olímpicos, cuando se viene todo el proceso de inicio de los Juegos Olímpicos, para mí es muy especial. Gran parte de mi vida, desde chiquito que comencé a navegar, soñaba con estar en un Juego Olímpico. Después tuve la suerte de estar y ganar medallas. Es parte de mi vida, fueron momentos muy importantes para mí, y hoy lo disfruto mirando y compartiendo mi experiencia con mis hijos.
- Para un atleta que proviene de un deporte que en Argentina es amateur, ¿qué significa ser olímpico?
- Los Juegos Olímpicos tienen una particularidad. Termina juntando deportes que son profesionales, donde se ganan millones de dólares, con deportes mucho más, no amateurs, sino de menos popularidad. Los Juegos Olímpicos juntan todo y son una gran familia. Todos nos respetamos, nos sentimos en igualdad. Para llegar a los Juegos Olímpicos tenés que ser el mejor de ese deporte para representar a tu país. Tiene esa característica muy especial, de esa hermandad, del respeto. Valores que son muy especiales y que aparte son fundamentales. Son cosas que me quedaron para toda la vida y trato de transmitirlas.
- Llevó en dos ocasiones la bandera argentina en una ceremonia olímpica. ¿Qué significó para usted?
- Para mí es un gran reconocimiento, porque en la delegación de los Juegos Olímpicos hay deportistas con gran reconocimiento a nivel mundial, que también se merecen la bandera y son representativos de Argentina. Tuve la oportunidad de llevarla dos veces. La primera fue un impacto. Pero en la segunda lo disfruté mucho más, fue una satisfacción, un orgullo, una alegría.
- Habló del esfuerzo. ¿Qué sacrificios hace un deportista amateur para llegar a ese momento de gloria?
- Todos disfrutan del resultado, pero lo que hay que mirar es cómo se hace para llegar. Entrenar, levantarse temprano, ir al gimnasio. Dos horas entrenando, pero que son a la máxima potencia. Luego ir a navegar y después volver al gimnasio. Uno viaja por el mundo, pero no va a viajar. Siempre cuento esta historia. En Atenas debemos haber estado 6 meses, contando los diferentes momentos, y nunca fuimos al Partenón. Nunca fuimos a pasear. Uno se focaliza, por lo menos en mi experiencia, en poner todo a entrenar. Son 4 años pensando en eso, y eso es lo que tiene que saber la gente. El esfuerzo que hacen todos los deportistas que nos representan.
- ¿Qué recuerda de Barcelona 92, sus primeros Juegos Olímpicos?
- Siempre cuento que dejamos atrás muchas cosas para entrenarnos, como la familia, cosas de la adolescencia, disfrutar con amigos, cosas que uno necesita o son importantes. Uno las deja de lado para entrenarse. Todos los que llegamos a un Juego Olímpico tenemos la expectativa de lograr un gran resultado. Llegué a Barcelona 92 sabiendo que era difícil lograr una medalla, me faltaba experiencia. Pero tenía la expectativa de lograr un buen resultado. Y la verdad que no tuve un buen resultado. Terminé en la mitad de la flota. Mi primer Juego Olímpico fue un fracaso, pero lo más importante que uno tiene que aprender es que de esos fracasos uno tiene que salir fortalecido. ¿Por qué no tuve una buena actuación? ¿Qué me faltó para poder estar o ser más competitivo? Y a partir de ahí comenzamos a trabajar con mi equipo para resolver y corregir las cosas que necesitaba para llegar en condiciones más competitivas a Atlanta 96.
- Recién nombró Atlanta 96, donde tiene revancha y logra su primera medalla olímpica
- Fueron mis primeros Juegos en los que llegaba realmente confiado en que podía ganar una medalla. Había tenido una gran preparación, había cumplido con cada uno de los objetivos que tenía y sabía que llegaba con grandes expectativas. Sabía que podía ganar, pero había que ganarla, saber manejar esa presión o esas cosas que por estar ahí de ganar una medalla te hacen retroceder o tomar fuerza. Siempre digo que fue la experiencia de ganar, de animarse y no bajar los brazos, pero también fueron con más tensión, no tener la relajación para poder disfrutar lo que uno está viviendo. Uno está tan metido que deja de disfrutar otras cosas. Fueron unos Juegos en donde conseguí mi meta, pude ganar mi primer medalla, pero siempre me quedó la sensación de no terminar de disfrutarlo por la intensidad.
- En Sidney 2000, a diferencia de los anteriores Juegos Olímpicos, va con la presión de ser uno de los candidatos.
- Cuando voy a Sidney fui abanderado, y tenía la presión porque era uno de los atletas argentinos con posibilidades, que en ese momento no tenía tantos deportistas con posibilidades. Yo siempre me decía ‘¿por qué quiero estar en otro Juego Olímpico? ¿Por qué quiero ganar otra medalla? ¿Por la presión o responsabilidad que me vuelco o es realmente un deseo ganar otra medalla para argentina, ganar la de oro?’. Valoro el deseo de los argentinos que me tiran buena onda, pero acá soy yo el que tiene que tener en claro por qué está acá, por qué hice tanto esfuerzo. Eso me permitió entender y manejar esa presión que a veces, cuando uno no la puede manejar, te puede jugar en contra. A diferencia del primer Juego, tenía la experiencia de saber cuándo disfrutar los momentos importantes, cuándo estar concentrado, cuándo compartir con rivales, que eran amigos. Disfruté mucho.
- En Atenas 2004 cambia de categoría y compite junto a Santiago Lange. ¿Cómo fue ese proceso?
- Fue una etapa nueva. Decido dejar el windsurf. Muchos se preguntaban por qué. Si uno mira los resultados de 2004, todos los que eran de mi generación son los que pelearon por una medalla. Pero yo sentía que quería una nueva experiencia, crecer. Hablaba mucho con Santiago, compartíamos entrenamientos y decíamos de competir juntos. El Tornado, con el que competía Santiago, era una categoría que me divertía, me atraía, era un barco rápido. Y bueno, tomamos la decisión de encarar una nueva etapa. Fueron 4 años muy acelerados. Era una nueva categoría, me tenía que poner en conocimiento del barco, articular con Santi, congeniar de manera inteligente. Ver lo que cada uno podía aportar para ser un equipo mucho más potente. Fue un gran desafío, la verdad. Y tuvo un gran resultado: la medalla de bronce. Pocos países pudieron formar equipos en tan pocos años y ganar una medalla. Si bien ambos teníamos experiencia, había que concretarlo. Hicimos un gran equipo con Santi. Ser abanderado y compartir el podio con Santi fue una experiencia especial. Siempre consideré que Santi es un gran atleta, algo que luego se comprobó con los resultados, pero en ese momento le faltaba ganar la medalla, y se la merecía. Lo pudimos hacer juntos y para mí fue un momento especial
- Les fue tan bien que repitieron en Beijing 2008...
- Cuando terminan los Juegos uno siempre piensa ‘¿y ahora qué hacemos?’. Nos quedó la sensación, al igual que como me pasó en las otras, que estábamos muy cerca de ganar una medalla de oro. Decidimos seguir 4 años más. Ambos teníamos las mismas ganas y el mismo deseo, eso es fundamental. Cuando uno pierde la pasión, el objetivo para seguir compitiendo, si eso no está claro, es difícil. Llegamos al 2008 con la dificultad de que eran los Juegos Olímpicos en Beijing, con las características que tiene China. Pero con Santi siempre supimos, más allá de las dificultades, cómo fortalecernos. En los Juegos me acuerdo que tuvimos la primera regata y salimos decimoterceros de quince. Y era difícil comenzar con una posición tan mala. Y al otro día nos levantamos dijimos ‘esto depende de nosotros dos, no de otros’. Ese día terminamos con dos primeros puestos, algo que era muy difícil. A partir de ahí empezamos a estar nuevamente en la escena con la posibilidad de ganar medalla. Para mí era muy especial, porque sabía que eran mis últimos Juegos. Poder retirarme con otra medalla con Santi tenía un valor especial.
- ¿Qué se siente ser el argentino con más medallas olímpicas?
- Es muy particular. Cuando uno lo dice, lo disfruto. Después de la primera medalla me di cuenta lo que esto significaba para muchos jóvenes. Uno cree que a veces no se puede, pero hay que transmitir la esperanza de no bajar los brazos. Hoy lo estoy disfrutando más. Después de mucho tiempo, de haber tenido las medallas guardadas en un cajón, en el estuche que vienen, y de mostrarlas cada tanto o disfrutarlas con mis hijos… Mis hijos, la última vez que Santi ganó medalla en los Juegos Olímpicos, en Río, se colgaron las medallas en la premiación. Ahora las pongo más en valor. Trato de compartir esa experiencia con mis hijos, pero en sí lo que me queda es lo que viví. La medalla es el símbolo de poder demostrar o revivir lo que uno hizo y compartirlo. La medalla es un premio, pero lo más importante que deja es lo que uno pudo vivir, el esfuerzo, el sacrificio. Y más allá del resultado, siempre pongo como primero la experiencia de poder competir, y que más allá de la rivalidad deportiva, después éramos amigos. Nunca perdimos el respeto, y la ayuda que nos dábamos. Uno cree que la competencia es la rivalidad, que al otro lo tenés que matar; y no, al contrario. Hay un gran respeto, una amistad que hace central la historia de vida que me deja el olimpismo.
- ¿La medalla de oro es una asignatura pendiente?
- No. Si me decís si me hubiese gustado ganar, sí. Soy consciente de lo difícil que es ganar cuatro medallas seguidas. O cambiar de categoría y volver a ganar, es muy complejo. Por supuesto uno siempre quiere ganar la de oro, pero haber obtenido medallas en cuatro Juegos Olímpicos seguidos, y haber cambiado de categoría y repetir podio, sé lo que significa y eso lo pongo en valor. El resto, bueno, no me queda pendiente. Al contrario. Creo que estoy mucho más que contento y satisfecho de haber hecho cuatro podios para Argentina en cuatro Juegos Olímpicos.
- Las últimas dos medallas las ganó junto a Santiago Lange. ¿Cuál fue el secreto de esa pareja?
- Puede ser la unión con Santi. Supimos poner en valor lo que cada uno podía aportar al equipo. Lo que tenía Santi y lo que tenía yo de experiencia, de cómo llegar a una preparación en tiempo y forma para una competencia tan importante como un Juego Olímpico. Ese fue el secreto. Y la paciencia, saber que teníamos que tener una adaptación al barco. Pudimos articularlo de manera eficiente.
- ¿Cómo lo ve en la actualidad?
- Lo veo muy bien, hace poco hablé con él. Él está muy bien, hoy tiene la experiencia de haber ganado medallas, de haber ganado una de oro, sabe manejar los tiempos. Van a ser unos Juegos muy particulares por la pandemia, donde solo pueden ingresar 7 días antes. No habrá público. Son cosas que lo harán muy particulares. Pero es como hablaba con Santi: cuando más dificultades hay, nosotros estamos más acostumbrados a esas cosas difíciles y complicadas, y sabemos manejarlas. No nos afectan. Esos problemas los tienen los países organizados, que tienen todo perfecto, que necesitan estar bien organizados para que las cosas sean como ellos desean. Seguramente va a estar bien otra vez.
- ¿Cómo ve a Argentina para estos Juegos Olímpicos de Tokio?
- La pandemia hizo que perdamos noción real de nuestros atletas. Fue más difícil viajar y competir. Se perdió un poco el parámetro para saber dónde están los atletas de otros países. Más allá del exitismo, hay que poner en valor el esfuerzo y sacrificio que hacen todos los atletas que van a representar a la Argentina y que seguramente lo quieren hacer de la mejor manera. Pero esos atletas que nos van a representar no van a pasear, han pasado horas y horas entrenando, han pasado lluvia, frío y calor para poder representar de la mejor manera a los argentinos.
- Ahora su vida gira en torno a la política. ¿Por qué decidió dar ese paso?
- Cuando termino los Juegos Olímpicos de 2008 yo ya sabía que quería dejar el deporte y dedicarme a otra cosa. Siempre sentí que quería volver a mi provincia. Quería aportar mi experiencia desde el lugar que me tocaba. Lo venía haciendo, iba contando mi experiencia en colegios o barrios para incentivar a los jóvenes, y siempre veía que había cosas para hacer en Corrientes. Había que involucrarse. Después se fue dando, me involucré en la política. Entendía que para transformar ciertas cosas uno se tiene que involucrar. Me fui involucrando y me fui poniendo metas y objetivos, como había hecho en los Juegos Olímpicos. Tuve la oportunidad de ir a una elección, de ser intendente de la capital y poder, desde ese lugar, devolverle a Corrientes lo que fue mi experiencia. Porque veo y sigo sintiendo que es importante volcar a la política esa otra mirada que puede dar el deporte. Más allá de la competencia, uno puede tener diálogo con el rival. Y eso es fundamental en la vida cotidiana. Trato de dar esa mirada y de seguir luchando para que las cosas que aún quedan pendientes en Corrientes y Argentina las podamos modificar, construir y generar un futuro mejor para todos.
- Fue Secretario de Deportes. ¿Tiene en mente volver a trabajar en algo vinculado al deporte?
- Estamos en un año electoral, y habrá elecciones en mi provincia y también nacionales. Del lugar que yo pueda aportarle al deporte, siempre lo voy a hacer. Tuvimos un proceso muy importante, como el ENARD. Fue una decisión muy importante para que el deporte olímpico tenga autonomía de recursos y que se maneje de una manera mucho más dinámica. Era algo que el Estado no lo puede hacer, y que hay que entenderlo, porque el Estado tiene que cumplir con todos. Hoy lo puedo decir porque sé lo que es la gestión. La dinámica que le dio el ENARD fue mucho más eficiente para el deporte de alto rendimiento, pero todavía queda mucho por hacer. Queda poner en valor la experiencia de muchos deportistas que han ganado medallas y que aún no la hemos volcado para ayudar y acelerar el proceso de los otros deportistas. Eso lo hacen en los países de primer mundo, y por eso tienen resultados mucho más rápido de lo que nosotros podemos tener.
- ¿Cómo se ve en su rol de Senador?
- Bien, fue una etapa de adaptación. Primero fui intendente, luego Secretario de Deportes. Vengo desde lo ejecutivo. Y como experiencia, ser Senador, y entender la parte legislativa, me sirvió para entender cómo articular y cómo trabajar.
- Le tocó estar de los dos lados: deportista y regular el deporte.
- Cuando estuve del otro lado, como deportista, era otra época de Argentina. Esa Secretaría de Deportes, si bien por haber tenido resultados nos permitía tener auspiciantes, que nos permitía planificar mejor, el Estado tenía su burocracia. Cuando una Federación no rendía, retrasaba todo. Cuando me tocó estar del lado del Estado teníamos una Argentina que había dado un paso importante, estaba el ENARD. El ENARD estaba para el alto rendimiento, y buscábamos políticas para incentivar el deporte y a los jóvenes. La Secretaría seguía teniendo un rol importante, como las becas, que era algo que tenía muchos atrasos. Cuando estuve, traté de que siempre lleguen en tiempo y forma. Hubo avances que fueron importantes.
- ¿Qué cree que le falta al deporte para dar un nuevo paso hacia adelante?
- El deporte venía bien encaminado con el ENARD. Fue una pena cuando se modificó la ley de las telefónicas. En su momento lo planteé. Pero si desde el deporte había una decisión de que iba a ser así, era difícil modificarla. Habría que volver a un sistema en el que el ENARD tenga autonomía de recursos, que no dependa de si el Estado te manda de más o de menos. El Estado tiene otras cuestiones, como ahora, una pandemia. ¿Salvo vidas o invierto en el deporte? Aunque las dos son importantes, el Estado va a tener una prioridad. Que haya un impuesto que va directo al deporte, y de manera eficiente, no creo que haya ciudadano que se enoje.
Edición de video: Mariano Llanes / Video: Matías Arbotto
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