
La insuficiencia cardíaca en niños puede parecer un problema lejano, pero afecta a familias en todo el mundo.
Un nuevo estudio, publicado en la revista Circulation Heart Failure por la Universidad de Buffalo junto a centros de los Estados Unidos y Canadá, descubrió que la genética tiene mucho peso en el riesgo de que un niño desarrolle este problema de la insuficiencia tras sufrir miocarditis, una inflamación del músculo cardíaco.
El equipo analizó a treinta y dos niños con miocardiopatía dilatada después de la miocarditis.

Esta enfermedad hace que la principal cámara de bombeo del corazón se agrande y se haga más débil, por lo que el corazón pierde fuerza y no puede abastecer bien de sangre al cuerpo.
En estos niños, el 34,4% tenía una variante genética vinculada a la miocardiopatía dilatada. En el grupo de niños sanos, solo el 6,3% presentaba esa misma variante.
Esta diferencia tan marcada llamó la atención de los especialistas, ya que la presencia de la mutación genética multiplica las probabilidades de desarrollar insuficiencia cardíaca después de una miocarditis viral.
La genética pesa más de lo pensado

El estudio se apoyó en los registros del Registro Pediátrico de Miocardiopatías, que reúne información de niños atendidos en hospitales de Estados Unidos y Canadá.
El trabajo contrastó casos de niños con ambas enfermedades, otros chicos que solo tuvieron miocarditis y un tercer grupo sano.
Así, el análisis permitió comparar diferentes realidades y entender mejor a qué pacientes hay que prestar especial atención.
Durante muchos años se pensó que la insuficiencia cardíaca en los niños venía casi siempre por culpa de infecciones graves.
El equipo científico comprobó que la mayoría de los pequeños superan resfriados y otras infecciones virales varias veces durante la infancia, pero solo unos pocos desarrollan problemas graves en el corazón. Esta disparidad llevó a buscar explicaciones más allá de los virus.

El doctor Steven Lipshultz, profesor de la Facultad Jacobs de Medicina y Ciencias Biomédicas de la Universidad de Buffalo, propuso el concepto de “doble golpe”.
Un niño nace con una mutación genética que debilita el músculo cardíaco: ese es el primer golpe y puede estar presente sin dar síntomas.
El segundo golpe aparece al enfrentarse a una infección viral, que causa inflamación y exige un esfuerzo extra al corazón.
Quienes tienen la variante genética patológica tienen menos reservas para hacer frente a ese desafío y corren más riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca.

El análisis reveló que esas mutaciones aparecen mucho más seguido en niños internados por insuficiencia cardíaca tras una miocarditis que en los otros grupos de control.
Estas variantes reducen la capacidad del corazón para soportar el estrés y aumentan la posibilidad de que ocurran complicaciones graves, incluso la muerte súbita si el niño enfrenta nuevos episodios de inflamación cardíaca.
Pruebas genéticas: una herramienta clave

El estudio destacó la importancia de incluir las pruebas genéticas en la evaluación de todo niño que presente miocarditis o insuficiencia cardíaca repentina.
Detectar esas variantes a tiempo permite a los médicos saber quién puede necesitar más controles, atención especial y, en casos específicos, dispositivos como el desfibrilador implantable, que protege ante la posibilidad de arritmias graves.
La información genética ayuda a los profesionales a personalizar el tratamiento y anticipar problemas serios antes de que ocurran.
Al incorporar el análisis genético, se puede ajustar el seguimiento, evitar el avance del daño al corazón y mejorar las posibilidades de prevenir complicaciones fatales.

El trabajo recibió un premio especial de la Asociación Estadounidense del Corazón. La doctora Alicia Kamsheh, cardióloga pediatra en la Universidad de Washington, presentó los resultados, y la doctora Stephanie Ware, directora de genética médica en la Universidad de Indiana, lideró los estudios sobre las variantes genéticas analizadas.
Además, la investigación recibió el apoyo de los Institutos Nacionales de Corazón, Pulmón y Sangre, la Fundación de Miocardiopatía Infantil, la Fundación Kyle John Rymiszewski y Sofia’s Hope Inc.
El objetivo, en todos los casos, fue entender mejor a los niños propensos a enfermedades cardíacas graves para brindarles atención ajustada a sus necesidades reales.
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