
Durante siglos, la posibilidad de que los perros sean capaces de hablar despertó el interés de la humanidad, inspirando relatos, películas y personajes animados como Scooby-Doo o Bolt. El equipo científico de la Universidad Eötvös Loránd (Hungría) abordó esta cuestión desde una perspectiva científica en una revisión publicada en Biologia Futura (2025), donde analizaron los límites biológicos, cognitivos y éticos de la comunicación canina, así como el impacto de la tecnología en este campo.
La tendencia a atribuir características humanas a los perros, como el habla, se observó desde las fábulas de Esopo hasta espectáculos medievales y videos virales en redes sociales donde se interpretaba que los sonidos de los perros formaban palabras. En el siglo XX, figuras como Don, un perro alemán que “hablaba”, atrajeron la atención de científicos, pero los análisis concluyeron que la aparente comunicación verbal era solo una ilusión auditiva.

Actualmente, los investigadores del BARKS Lab de la Universidad Eötvös Loránd, dirigidos por el Dr. Tamás Faragó, la Dra. Rita Lenkei y la Dra. Paula Pérez Fraga, exploraron las capacidades anatómicas y cognitivas de los perros, así como los avances tecnológicos vinculados a la comunicación interespecie.
Según la revisión en Biologia Futura, aunque la domesticación dio a los perros habilidades excepcionales de comunicación orientadas al ser humano, el habla sigue siendo exclusiva de nuestra especie.
La Dra. Lenkei planteó un interrogante clave: “¿Están los perros realmente en camino hacia la verbalización? ¿Qué habilidades necesarias para la producción y comprensión del habla poseen los perros, y cuáles les faltan?”.
El grupo detalló que, a pesar de la flexibilidad vocal de los perros y su capacidad para emitir ciertos sonidos bajo comando, carecen de elementos indispensables para el habla humana. Entre estas limitaciones aparecen la falta de control preciso de la laringe, la incapacidad para organizar el lenguaje en niveles fonológicos, morfológicos y sintácticos, y el aprendizaje principalmente condicionado, lejos de la complejidad del lenguaje verbal.

El análisis anatómico mostró que la estructura y la posición de la laringe permitían a los perros emitir sonidos variados, pero la ausencia de control fino y las limitaciones de su tracto vocal impedían la producción de fonemas diferenciados. Asimismo, aunque estos animales podían aprender comandos verbales y reconocer palabras asociadas a objetos o acciones, no existen pruebas de que sean capaces de desarrollar una sintaxis o semántica similar a la humana.
Además, la revisión resaltó que, aunque los perros tenían habilidades cognitivas avanzadas —como la capacidad de generar representaciones mentales y distinguir voces humanas—, integrar estas capacidades en un sistema de comunicación verbal resultaba inalcanzable para la especie.
En el terreno de la tecnología, Biologia Futura abordó el auge de dispositivos como collares inteligentes o tableros con botones de palabras pregrabadas. Si bien algunos perros llegaron a usarlos para solicitar objetos o acciones, diversos expertos advirtieron sobre el peligro de confundir estos comportamientos con el uso de un lenguaje real. Además, el uso excesivo de tecnología podría promover la infantilización de los perros y afectar su desarrollo emocional y conductual.

El debate ético ocupó un lugar destacado en la revisión. Los autores alertaron de que la antropomorfización excesiva de los perros podía afectar de manera negativa su bienestar. “Sugerimos que el foco debía estar en comprender mejor las formas únicas en que los perros ya se comunican, tanto de manera vocal como no verbal, y lo que esto nos dice sobre el lenguaje, la empatía y la cooperación entre especies”, afirmó la Dra. Pérez Fraga en declaraciones recogidas por Biologia Futura. Atribuir capacidades cognitivas humanas a los perros podía generar expectativas poco realistas y provocar prácticas perjudiciales, incluida la sobreexplotación en investigaciones o una alteración de la relación humano-animal.
El Dr. Faragó destacó que estudiar la comunicación entre perros y humanos aportó ideas valiosas sobre los primeros pasos evolutivos del lenguaje en nuestra especie. “Estudiar cómo la domesticación moldeó las habilidades comunicativas de los perros puede ayudar a iluminar los primeros pasos cognitivos y neuronales hacia la preparación para el habla en nuestra propia especie”, señaló Faragó en Biologia Futura.
Además, estos hallazgos resultaron relevantes para la robótica social: modelar la interacción de robots sociales con base en las habilidades comunicativas de los perros podría facilitar su integración en entornos humanos, especialmente en situaciones donde los perros no puedan estar presentes.

Al final, la revisión concluyó que los perros no requieren palabras para ser excelentes comunicadores. Valorar y comprender sus propias formas de comunicación enriqueció la investigación científica y la vida cotidiana, recordando que lo esencial es saber escuchar adecuadamente a nuestros compañeros caninos.
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