
A raíz de las guerras, el cambio climático y las crisis sociales que ponen en jaque a la humanidad, la posibilidad de emigrar a Marte para comenzar de nuevo despierta tanto fantasía, fascinación y muchas dudas. Pese a que instituciones como la NASA y los programas espaciales nacionales trabajan en proyectos que apuntan hacia una colonización espacial, los expertos en la materia coinciden en que el sueño de poblar Marte está lejos de convertirse en realidad. La doctora Kelly Weinersmith, investigadora especializada en asentamientos espaciales y coautora del libro A City on Mars con su esposo (Zach Weinersmith), aseguró en entrevista con Science Focus que “si bien Marte podría ser una opción en el futuro, los desafíos actuales son abrumadores. Un mundo azotado por diversas catástrofes sigue siendo mejor opción que Marte”.
La proximidad entre la Luna a la Tierra, convierte al satélite en un destino prioritario para probar equipos y sistemas que permitan sostener la vida humana en condiciones extremas. Según Weinersmith, establecer bases lunares ofrecería la oportunidad de realizar investigaciones críticas sobre tecnologías de soporte vital, como sistemas cerrados de reciclaje de agua y aire, junto con los reactores nucleares portátiles que pueden complementar el uso de energía solar. Estos avances serían esenciales antes de aventurarse hacia Marte, donde los márgenes de error son mucho menores.
Pese a su lejanía y complejidad logística, Marte sí se posiciona como el objetivo más viable a largo plazo para un asentamiento humano. Entre sus ventajas destacan la existencia de agua accesible en forma de hielo y la abundancia de minerales esenciales para la agricultura. Sin embargo, también se presentan desafíos significativos: los viajes hacia el planeta rojo solo pueden realizarse cada dos años, cuando su órbita se acerca a la Tierra, y tardan seis meses en completarse. Este retraso no solo complica la llegada de suministros, sino que también deja a los colonos prácticamente aislados ante emergencias.
Aunque algunas propuestas científicas sugieren la construcción de colonias espaciales rotatorias que simulen la gravedad terrestre, Weinersmith considera que la tecnología necesaria está aún lejos de ser alcanzada. Estas estructuras descritas como ruedas gigantes girando en el espacio, serían ideales para evitar los efectos negativos de la microgravedad sobre el cuerpo humano, pero su complejidad técnica y los costos asociados las convierten en una posibilidad remota.

Retos biológicos y legales para la colonización de Marte
Más allá del interés que genera la exploración espacial, las limitaciones científicas actuales evidencian la distancia entre la realidad y los sueños de colonización. De acuerdo a la bióloga y profesora en la Universidad de Rice, los estudios sobre el impacto biológico de la vida fuera de la Tierra aún son insuficientes para garantizar la supervivencia humana en Marte. Uno de los mayores desafíos radica en la falta de datos sobre cómo la baja gravedad del planeta (equivalente al 40 % de la gravedad terrestre) y la constante exposición a la radiación espacial afectarían el cuerpo humano a largo plazo.
Las investigaciones realizadas por la Estación Espacial Internacional (ISS) proporcionaron información relevante sobre los efectos de la microgravedad, pero son limitadas debido a la protección de la magnetosfera terrestre que rodea a la ISS. Sin esta protección en el planeta vecino, los riesgos de daños celulares y enfermedades como el cáncer serían significativamente mayores. Además, la ciencia todavía no determinó si sería seguro que las personas puedan reproducirse en ambientes ajenos. Esta incertidumbre compromete cualquier intento de establecer una población autosostenible.
Por otro lado, la extracción y uso de recursos naturales en Marte plantea cuestiones legales que podrían convertirse en un obstáculo adicional. El Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967 y ratificado por la ONU, establece que ningún país puede reclamar soberanía sobre cuerpos celestes. Pese a que también existen interpretaciones como la de Estados Unidos que permiten la extracción y comercialización de recursos sin necesidad de reclamar propiedad territorial. Estas discrepancias generaron tensiones internacionales que aún no cuentan con un marco legal claro. “Hemos resuelto problemas similares en la Antártida y los fondos marinos, pero necesitamos normas específicas para evitar conflictos en el espacio”, remarcó Weinersmith.

Desafíos técnicos y perspectivas futuras
El diseño de sistemas cerrados para mantener la vida en Marte es otra barrera crítica. Los astronautas de la Estación Espacial Internacional enfrentan dificultades diarias para mantener niveles adecuados de oxígeno y dióxido de carbono (CO2), un desafío que se intensificaría en un entorno marciano. Además de que los sistemas actuales no lograron establecer ecuaciones precisas que determinen por ejemplo, cuántas plantas de trigo serían necesarias para procesar el CO2 de un grupo humano.
En cuanto a la energía, aunque los paneles solares serían útiles en ciertas condiciones, la falta de luz solar constante en Marte hace imprescindible el desarrollo de reactores nucleares portátiles. Y si bien investigaron prototipos, todavía no fueron probados en escenarios reales, lo que refuerza la importancia de las misiones lunares como plataformas de ensayo previo para estas tecnologías.
Los entusiasmos por colonizar Marte deberían ser acompañados por una reflexión realista: los retos tecnológicos, biológicos y legales hacen que este objetivo sea momentáneamente inalcanzable. Ante esto, la divulgadora Weinersmith a través de Science Focus, indicó: “Cualquier plan para establecerse en otro planeta debe ir de la mano con la preservación de la Tierra. Incluso bajo las peores condiciones imaginables en nuestro mundo, sería más viable mantener la vida aquí que en Marte, donde la supervivencia dependería enteramente de sistemas artificiales”.
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