
A la hora de recibir la vacuna contra el COVID-19, la mayoría de las personas opta por dar al auxiliar de salud su brazo “menos hábil” para, en caso de presentar dolor o alguna molestia poder usarlo sin dificultad.
Ahora, un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Duke y la Escuela de Medicina de Harvard se dispuso averiguar si tenía algún efecto adicional en la inmunidad adquirida por la vacuna el hecho de aplicar todas las dosis en la misma extremidad.
Según vieron en su trabajo, “los ratones que recibieron una inyección de refuerzo en la misma extremidad dieron como resultado una inmunidad adaptativa más fuerte que los que recibieron una inyección en otra extremidad”.
En su artículo publicado en la revista Science Immunology, los investigadores plantearon que su estudio involucró la inmunización de ratones contra la gripe y luego les administró inyecciones de refuerzo en un momento posterior en diferentes partes del cuerpo para ver si había alguna diferencia.
A medida que continúa la pandemia mundial, millones de personas en todo el mundo han recibido vacunas de refuerzo para fortalecer el impacto de la inmunización después de que la inmunidad adaptativa haya disminuido durante varios meses. En tales esfuerzos, los pacientes normalmente han recibido las inyecciones en el brazo de su elección. En este nuevo esfuerzo, los investigadores encontraron evidencia que sugiere que los pacientes pueden querer elegir el mismo brazo que recibió la inyección inicial.

“La inmunización o la infección microbiana pueden establecer la memoria de las células B a largo plazo no solo sistémicamente sino también localmente -aseguraron los autores en la publicación de sus conclusiones-. La evidencia ha sugerido que la memoria de las células B locales contribuye a las respuestas plasmocíticas locales tempranas después del desafío secundario”.
Y agregaron: “Esta participación es necesaria para todas las estrategias de vacunas en serie contra virus que mutan rápidamente, SARS-CoV-2, influenza y VIH-1″.
Para el trabajo, “los investigadores infectaron ratones de prueba con hemaglutinina de influenza, la proteína utilizada en las vacunas contra la gripe”. Las vacunas iniciales se administraron en la almohadilla de la pata trasera derecha.
Luego, todos los ratones recibieron una segunda inyección de refuerzo tres meses después, ya sea en el mismo lugar o en la almohadilla de la pata trasera izquierda.

Los investigadores recogieron muestras de sangre antes y después de todas las vacunas, y al observar dichas muestras encontraron que todos los ratones produjeron cantidades aproximadamente iguales de anticuerpos y células B dentro de los ocho días posteriores a la recepción de la vacuna de refuerzo.
Sin embargo, también encontraron que los ratones reforzados en la misma extremidad tenían un mayor número de células B mutadas, que evolucionan debido a la exposición a la proteína en las inyecciones que recibieron, que aquellos ratones que habían recibido la inyección en la extremidad opuesta.
“Tales células de memoria entrenadas -señalaron los investigadores- se vuelven más importantes a medida que evoluciona el virus que infecta a los ratones”.
Sospechando que los números más altos de células B mutantes eran la progenie de células germinales en los ganglios linfáticos alterados por la primera inyección, los investigadores marcaron algunas de ellas con una proteína fluorescente para rastrear sus actividades después de administrar ambas inyecciones. Al hacerlo, mostró un mayor número de células en el centro germinal secundario después de que se administró el refuerzo para aquellos inoculados en la misma rama.
En gran parte del mundo la vacunación ya va por la tercera dosis, la de refuerzo y en muchos países empezaron a aplicar la cuarta dosis. Deberán entonces las personas recordar el brazo en el que recibieron sus inyecciones y tenerlo en cuenta para las siguientes aplicaciones.
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