
En la bulliciosa ciudad brasileña de Manaos, en la Amazonía, ha muerto tanta gente en cuestión de días en la pandemia del nuevo coronavirus que los féretros han tenido que ser apilados unos sobre otros en largas zanjas hechas apresuradamente en un cementerio de la ciudad. En medio de la desesperación, algunos familiares eligen de mala gana la cremación para sus seres queridos a fin de evitar que terminen en esas fosas comunes.
Ahora que Brasil se convierte en el epicentro del coronavirus en Latinoamérica, con más de 6.000 decesos a consecuencia del COVID-19, incluso los ataúdes escasean en Manaos. La asociación nacional de funerarias ha suplicado por un envío urgente de féretros vía aérea desde Sao Paulo, a 2.700 kilómetros de distancia, dado que Manaos no cuenta con carreteras pavimentadas que la conecten con el resto del país.
La ciudad de aproximadamente 2 millones de habitantes en medio de la selva ha sido rebasada por la muerte en parte debido a que es la principal localidad a la que acuden los pobladores de comunidades remotas de la Amazonía para recibir atención médica, de acuerdo con Lourival Panhozzi, presidente de la Asociación Brasileña de Proveedores de Servicios Fúnebres.

El Ministerio de Salud de Brasil informó que hasta el 30 de abril se han registrado más de 5,200 casos confirmados y 425 muertes por COVID-19 en el estado de Amazonas, si bien se cree que las fallas en el proceso de realización de las pruebas para detectar el virus implican que las cifras podrían ser mucho mayores.
Antes de la propagación del virus, la ciudad de Manaos, la capital del estado, promediaba de 20 a 35 fallecimientos diarios, según el alcalde. Datos de la Secretaría de Salud del estado muestran que actualmente se registran al menos muertes 130 diarias.
La población en la región también ha ignorado enormemente las medidas de confinamiento.
Ha habido indicios en ciudades mucho más pobladas como Río de Janeiro y Sao Paulo que sugieren que las autoridades no han sido capaces de lidiar con el enorme incremento de las cifras de decesos. Un área de tumbas recientes que el presidente Jair Bolsonaro consideró excesiva en abril, ha sido ocupada en su totalidad desde entonces.

Las escenas más crudas en Latinoamérica se registraron el mes pasado en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, donde los habitantes afirman que tuvieron que abandonar los cadáveres en las calles luego que las morgues, cementerios y funerarias fueron rebasados por la pandemia.
Muchos en Brasil temen que las muertes aumenten considerablemente en las favelas, los enormes vecindarios de familias de escasos recursos que son populares en Río y Sao Paulo, pero que existen tanto en la mayoría de las grandes ciudades de Brasil como en poblados más pequeños.
En la mayoría de la gente, el nuevo coronavirus provoca síntomas leves o moderados que desaparecen en dos a tres semanas. En algunas personas, sobre todos los adultos mayores y las que padecen trastornos de salud subyacentes, puede provocar enfermedades más graves, como la neumonía, e incluso la muerte.
Con información de AP
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