Diferencias entre la OTAN y el grupo de Rammstein

Se van delineando dos visiones respecto al futuro de la guerra entre Rusia y Ucrania

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El secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg y el presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskiy
El secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg y el presidente de Ucrania Volodymyr Zelenskiy

Desde comienzos de abril, la OTAN pretende quitarle a Estados Unidos el control de la entrega de armas a Ucrania, ante el temor de que Donald Trump gane en noviembre y suspenda la asistencia militar.

Trump ha sido claro en el tema, anunciando que de ganar dejaría de transferir fondos y armas hacia Kiev. A ello agregó que quitaría la defensa común del artículo 5° de la Carta de la OTAN a aquellos países que la integran pero no cumplirán este año con la inversión mínima del 2% de su PBI en defensa.

Cabe recordar que en las semanas precedentes, los legisladores republicanos en la Cámara Baja demoraron la aprobación de la asistencia militar estadounidense a Ucrania por sesenta y un mil millones de dólares durante varias semanas.

A dos meses de iniciada la guerra, el Pentágono creó el Grupo de Contacto de Rammstein -donde se ubica la mayor base aérea estadounidense en Europa- para coordinar la entrega de la ayuda militar a Ucrania por parte de los miembros de la OTAN -entonces eran treinta y ahora son treinta y dos-, y más de una veintena de países ajenos a la organización, pero que comparten su posición respecto a Ucrania. Es el caso de Japón y Corea del Sur en Asia, Australia y Nueva Zelanda en Oceanía, y Bosnia Herzegovina, Georgia y Moldavia en Europa, entre otros. Para la OTAN, el Grupo de Contacto de Rammstein debería abrir sus reuniones mensuales -la mayoría de ellas se realizan en forma virtual a nivel de ministros de Defensa- a las autoridades de la alianza atlántica.

La OTAN pretende así compartir con el Pentágono la distribución de la asistencia militar a Ucrania. A ello se agrega que el Secretario General de la alianza atlántica, el noruego Jens Stoltenberg -que el 1° de octubre sería reemplazado por el ex primer ministro holandés Mark Rutte- sostiene que es necesario que Ucrania tenga una “representación diplomática” en la OTAN para participar en el proceso de distribución de la asistencia militar, la que hasta ahora recibe mediante el Grupo de Contacto de Rammstein.

Pero todavía no hay consenso para esta alternativa. Este plan para limitar la autonomía de Estados Unidos respecto a la guerra de Ucrania tiene como referencia la Cumbre de Jefes de Gobierno de la OTAN que tendrá lugar del 9 al 11 de julio en Washington. La consigna que la alianza atlántica buscaría aprobar es que sus treinta y dos países continúen apoyando la resistencia ucraniana “hasta cuando sea necesario, o sea, hasta que Putin acepte que no podrá ganar la guerra que desencadenó el 24 de febrero de 2022″. Esta discusión se intensificó en la última semana de mayo ante los avances militares rusos en el frente, que han sido significativos.

En concreto, los sesenta y un mil millones de dólares que Estados Unidos entregará a Kiev como asistencia militar ya comenzaron a ser distribuidos por el Pentágono a través del Grupo de Rammstein en su última reunión que tuvo lugar el 26 de abril, cuando cumplió dos años de existencia. Cabe señalar que veinticuatro mil millones de dólares de dicha cifra (aproximadamente el 40%) van destinados a empresas estadounidenses para que amplíen su capacidad de producción militar, que hasta ahora sigue siendo insuficiente para satisfacer las demandas ucranianas. Ello no hace fácil que avance el plan de la OTAN para poner al Grupo de Rammstein bajo “sus auspicios”, la fórmula diplomática que ha comenzado a utilizar.

La burocracia de la OTAN buscará que ésta acepte -a diferencia de los años anteriores- que el enemigo hoy es una combinación de China, Rusia, Irán y Corea del Norte. Ello implica asumir el conflicto global como la principal amenaza, algo que no parece coincidir con las ideas de Trump respecto a la situación estratégica mundial.

Cabe señalar que en la primera Cumbre de Jefes de Gobierno de la OTAN realizada en Madrid en 2022, tras iniciarse la invasión rusa a Ucrania, la alianza atlántica consideró a Rusia como una “amenaza directa” y a China como un “desafío sistemático”, planteando una diferencia relevante.

Ante la posible llegada de Trump al poder, la OTAN intenta aceleradamente asumir un papel más relevante en el conflicto, imponiendo mecanismos estructurales que puedan ser operados en el mediano y largo plazo, y eludiendo las fechas electorales y el eventual cambio de administración en Estados Unidos.

Pero no hay consenso en la OTAN para implementar este plan, que debería requerir unanimidad. Eso se puso en evidencia con la propuesta del presidente francés Emmanuel Macron de que se envíen tropas francesas a Ucrania, que fue rechazada por la mayoría de los integrantes de la OTAN. La intención de la burocracia de la alianza sería aprobar un flujo de dinero preestablecido constante en el tiempo, a través de un fondo específico, para así poner a Trump frente a una situación de hecho que no podría revertir.

La segunda idea es transferir al cuartel general de la OTAN en Bruselas la coordinación del medio centenar de países que ahora participan en el Grupo de Rammstein, dirigidos por el Secretario de Defensa estadounidense, el general Lloyd Austin. Se pretende así limitar, o incluso impedir, que un eventual ministro de Defensa de Trump pudiera influir en el 90% de la asistencia militar a Ucrania, que se da a través de los países de la alianza atlántica.

La tercera iniciativa del plan de la OTAN, es atribuir más capacidades operativas al Jefe del Comando Supremo de las potencias de la alianza en Europa. Se buscaría así diluir el rol político del Pentágono y se reforzaría el liderazgo de un general -actualmente Christopher Cavoli-, de quien dependen las fuerzas estadounidenses en Europa, que son el eje de la fuerza de reacción rápida de trescientos mil hombres que la alianza atlántica tiene en el continente.

Tanque Leopard 2A7 de la OTAN
Tanque Leopard 2A7 de la OTAN

No resultará fácil desmontar esta estructura a quienes impulsan este plan. A ello se agrega que Stoltenberg pretende fijar un cronograma definitivo para el ingreso de Ucrania a la OTAN, pero ello nunca podría ocurrir durante el año en curso. Cavoli es, desde la primavera de 2022, el Comandante General del Ejército de los Estados Unidos en Europa y África, y al mismo tiempo Comandante Supremo Aliado de la OTAN en Europa (CASEUR por sus siglas en inglés). La sede de su comando está en la base de Wiesbaden en Alemania. Sus funciones, en los hechos, son amplias. El Cuartel General Supremo de las potencias aliadas en Europa está ubicado en la base de Casteau, Bélgica. Cavoli es a su vez Comandante del mando aliado de operaciones (ACO) de la OTAN y Jefe del Cuartel General Supremo de las potencias aliadas en Europa (SHAPE).

El CASEUR es la segunda posición militar más alta dentro de la OTAN, por debajo sólo del presidente del Subcomité Militar en términos de precedencia, y es el principal asesor militar del Secretario General, Jens Stoltenberg. Se trata de una estructura demasiado compleja para que sea aceptada por el Pentágono, que probablemente seguirá manteniendo bajo su control el grueso de las tropas y el financiamiento de la OTAN, por lo menos en el corto y mediano plazo.

Pero en un evento del Atlantic Council del 7 de mayo, preparatorio de la Cumbre de Jefes de Gobierno de la alianza atlántica de julio, Cavoli mantuvo vigente el concepto de caracterizar a China como desafío y a Rusia como amenaza, sin avalar el eventual enemigo con cuatro ejes (Rusia, China, Irán y Corea del Norte) en el cual han insistido las autoridades de la OTAN desde comienzos de abril.

Mientras tanto, el lunes 20 de mayo se realizó la 22° reunión mensual del Grupo de Contacto de Rammstein, presidida, al igual que las anteriores, por el Secretario de Defensa estadounidense, el general Lloyd Austin. El objetivo principal de la reunión fue reforzar la defensa aérea de Ucrania, en un momento clave después de la ofensiva rusa en Jarkov. De acuerdo a Austin, la defensa aérea ocupó un lugar destacado en la agenda de la reunión e instó “a todos nuestros aliados a reevaluar su ayuda para lograr que Ucrania alcance sus capacidades de defensa y sus necesidades urgentes”.

Cabe señalar que tras la reunión anterior del 26 de abril, el presidente ucraniano hizo público el reclamo de un “escudo aéreo” que su país necesita para defenderse de los drones, misiles y bombas aéreas que Rusia lanza contra Ucrania. Tras recordar que la ayuda para el esfuerzo bélico ucraniano ya contabiliza más de noventa y cinco mil millones de dólares, Austin calificó el escenario actual como un “un momento de desafío” en el que Rusia intentará hacer más avances en las próximas semanas.

A su vez, el Secretario de Defensa estadounidense confirmó en una conferencia de prensa tras finalizar la reunión, que seguirán “dándole a Ucrania el apoyo que necesita. Estados Unidos sigue decidido a hacer nuestra parte”, una clara decisión de carácter nacional.

Pero Washington podría anunciar un nuevo paquete de ayuda militar para Ucrania en los próximos días, de acuerdo a dos funcionarios anónimos de la Administración Biden. Según estas fuentes, el gobierno estadounidense quiere volver al calendario anterior, en el que Estados Unidos enviaba armas a Ucrania cada dos semanas. La primera entrega sería de doscientos setenta y cinco millones, una cifra no demasiado significativa respecto a lo que Kiev reclama con urgencia.

En concreto, se van delineando dos visiones, la de la OTAN y la del Pentágono respecto al futuro de la guerra de Ucrania.

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