
El gobierno nacional acaba de anunciar el canje de gran parte de las deudas que vencían en 2023, posponiendo sus vencimientos para 2024 y 2025. Es decir, que las obligaciones de repago de estos bonos se traspasan al próximo gobierno. Esta medida es buena (aunque algunos detalles no lo son) y era necesaria, pero por sí sola solamente patea los problemas hacia adelante. Para que la solución sea sustentable, debería ir acompañada de otras disposiciones que lleven a una reducción del gasto público y la eliminación del déficit fiscal.
Nada de eso está en el menú del Gobierno, más bien todo lo contrario. Casi al mismo tiempo y al son de la marcha peronista se acaba de aprobar una nueva moratoria previsional que permitirá jubilarse a unas 750.000 personas que no completaron sus aportes. ¿De dónde saldrá la plata para pagar este nuevo gasto? Parece que los legisladores no se preocuparon por eso. La respuesta es simple: saldrá de mayor emisión, y por lo tanto de mayor inflación, o de nuevos impuestos, lo que implicará mayor recesión, en ambos casos, mayor pobreza.
El voto de la gente está influido por sus ingresos reales, y dado que este año se juegan las elecciones va a ser muy difícil que el gobierno no sucumba a la tentación de un nuevo “plan platita” (algo que ya viene siendo reclamado por los posibles candidatos del oficialismo). Esto implicará mayor emisión que resultará en mayor inflación. A favor de este plan y en consonancia con las necesidades políticas, está estudiado que la inflación se genera con un retraso de unos meses respecto de la emisión de dinero. Por lo tanto, el costo será del que venga detrás.
Ambos casos, el canje de deuda y el “plan platita”, implican seguir pateando los problemas para adelante, con puro beneficio para el gobierno actual y con terrible impacto para el próximo gobierno.
Las refinanciaciones no resuelven problemas, solamente dan tiempo. Tiempo para implementar soluciones que, si no se aplican, lo único que logran es tener que enfrentar un problema mayor más adelante. Como una bola de nieve que cae por la pendiente, mejor atajarla arriba que barranca abajo cuando está más grande y corre a más velocidad. Las palabras Megacanje y Reperfilamiento nos recuerdan justamente eso, planes implementados para ganar tiempo sin soluciones de fondo aplicadas para eliminar el problema del déficit. Este canje se presenta sin ningún atisbo de atacar el déficit.
Lo bueno cuesta, en todos los órdenes de la vida. Desde el Génesis sabemos que para ganarse el pan hay que transpirar, para llegar a una mejor situación hay que trabajar. Este gobierno nacional no tiene ni la convicción ni el tiempo político para trabajar en pos de enderezar el camino de la Argentina.
Esperemos que, como Churchill, el próximo presidente sea el candidato que prometa sangre, sudor y lágrimas para poder lograr la victoria sobre la mediocridad en que estamos empantanados desde hace décadas. Cualquier otra alternativa seguirá empujando a Argentina, y a nosotros los argentinos, al conjunto de los países más pobres del mundo. ¿Existe ese candidato? ¿La gente lo votaría? Por el bien de todos, esperemos que ambas respuestas sean afirmativas.
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