Salvador León
Madrid, 17 sep (EFE).- Para el cantante británico Benjamin Clementine, que actúa esta semana en Barcelona, Madrid y Gijón, sus conciertos son siempre íntimos, "ya estés frente a dos personas o a dos mil" porque, según cuenta a EFE, los espectadores "quieren sentir que les prestas atención".
Tres citas dentro de su gira europea -en la sala Apolo de Barcelona el día 19, en La Riviera de Madrid el 20 y en el Teatro La Laboral de Gijón el 24- para el ganador del prestigioso Mercury Prize en 2015, que considera que buscar esa intimidad es algo que aprendió "cuando tocaba en bares, hace mucho tiempo".
"La gente es infantil, necesita que sus sentimientos estén seguros. Quieren sentir que les prestas atención. Ellos también están sobre el escenario, solo que su escenario no es tan alto como el mío", ha proseguido.
Clementine guarda un recuerdo "increíble" de su recital de 2019 en Madrid, donde en esta ocasión tocará como parte de la serie de conciertos "Banco Mediolanum Summum Concert Series".
"La última vez que toqué, después del show, me invitaron a un sitio muy bonito, al lado del lugar, donde se hacia arte y se podía tocar música y ver actuaciones. Fue una noche bastante loca e impresionante. Estoy esperando más de eso", ha comentado.
A pesar de tratarse de la gira de promoción de su último álbum, "And I Have Been", concebido durante la pandemia y publicado hace casi un año, Clementine no ha querido realizar adelantos sobre el repertorio, del que ha desvelado que "literalmente, cambia sobre el escenario" fruto de la conexión que el artista sienta con su público.
"Siempre estoy leyendo al publico, es lo primero. Si no, eres como un ordenador", ha aseverado al comparar esta habilidad con "una pausa en el ring, cuando van a planear el quinto asalto y empiezan a hacer un plan nuevo".
"Mi entrenador es el público, cómo están después de una canción, qué hacen. Si me hacen sentir lo suficientemente seguro sigo con el repertorio, si no, empiezo a buscar el tono", ha agregado.
El abordar temas universales como el amor, la pérdida, el matrimonio, los hijos y la depresión en sus letras lo han convertido en un icono universal de la música alternativa desde su primer álbum, "At least for now" (2014), con un éxito que el propio cantante no llega a explicarse.
"Un hombre negro de un metro noventa y seis que no tiene una cara particularmente dulce sino mas bien intimidante no haría música como la que hago, creo que es una especie de paradoja", se ha extrañado.
"Parece que pueda venir de un pueblo en los confines del África del siglo XIII pero al mismo tiempo sueno así y también extremadamente influido por la música europea. Imagino que esa mezcla es lo que hace a la gente decir ¿qué está pasando?", ha añadido.
Además de como músico, al prestigio de Clementine contribuyen sus incursiones en el cine y la poesía, hecho que lo hace definirse como "una persona completamente distinta" en cada una de sus facetas: "No me pegunto como hago las cosas, no intento tomar un poco de cada lado y hacer algo", ha afirmado al señalar que los personajes que interpreta como actor no están encarnados por la misma persona que compone las canciones.
Aunque se reconoce más centrado en la actuación, el artista ha confesado disfrutar más sus sesiones en el estudio frente a los directos, hecho que achaca al haber estudiado recientemente ingeniería del sonido y encontrarse más cansado en los conciertos conforme envejece: "Estoy grabando más que actuando pero no puedo decir que no me guste actuar, porque es un regalo que no puedo despreciar", ha matizado. EFE
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