¿Tanques blindados y aviones de combate o drones?: “Alemania debe tener cuidado de no quedarse con las armas de la última guerra, en lugar de las de la próxima”

El ambicioso plan de rearme impulsado por el Gobierno de Merz abre un pulso entre los gigantes tradicionales de la defensa y las start-ups tecnológicas, que reclaman un giro urgente hacia los sistemas autónomos tras la guerra de Ucrania

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Ejercicio "Red Storm Bravo" del
Ejercicio "Red Storm Bravo" del Ejército alemán en Hamburgo (Lisi Niesner / Reuters)

Alemania ha situado de nuevo la defensa en el centro de sus prioridades estratégicas con una ambición inédita desde el final de la Guerra Fría: convertirse en la primera potencia militar convencional de Europa. El Gobierno del canciller Friedrich Merz ha prometido inversiones de cientos de miles de millones de euros para reforzar las capacidades del país en un contexto marcado por la guerra en Ucrania y por el giro de Estados Unidos, cada vez menos dispuesto a asumir en solitario el coste de la seguridad europea. El mensaje político es claro, pero la discusión sobre cómo traducirlo en capacidades militares concretas está lejos de resolverse.

La cuestión no es solo cuánto gastar, sino en qué. El debate atraviesa al Ministerio de Defensa, a los expertos en seguridad y, de manera cada vez más visible, a la industria armamentística alemana. Mientras los grandes grupos tradicionales defienden la necesidad de reforzar los pilares clásicos del poder militar —carros de combate, artillería pesada, munición y aviación—, un pujante ecosistema de empresas tecnológicas alerta de que el modelo de guerra está cambiando a un ritmo mucho más rápido que la planificación alemana.

La experiencia del conflicto en Ucrania ha intensificado esta discusión. Allí, los drones se han convertido en una herramienta central del combate moderno, alterando tácticas, reduciendo costes y poniendo en cuestión la superioridad de sistemas mucho más caros. Para las start-ups del sector, la lección es inequívoca: el futuro de la defensa pasa por tecnologías autónomas, flexibles y escalables, y Alemania corre el riesgo de llegar tarde si mantiene un reparto del gasto dominado casi por completo por el armamento tradicional.

El empuje de las nuevas empresas tecnológicas

Los drones han dejado de ser un complemento para convertirse en una pieza estructural del campo de batalla. Se utilizan para atacar posiciones enemigas, lanzar explosivos, abastecer a unidades aisladas o realizar labores de reconocimiento y espionaje. Son relativamente baratos, no exponen a pilotos y permiten destruir equipamiento adversario de alto valor económico. Además, su eficacia y autonomía no dejan de crecer gracias a los avances en inteligencia artificial, que permiten una mayor coordinación y capacidad de decisión en tiempo real.

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Este es el argumento central de empresas como Helsing, una start-up alemana fundada en 2021 que suministra drones de ataque a Ucrania. Su cofundador, Gundbert Scherf, considera que Berlín sigue atrapado en una lógica de gasto heredada del pasado. “Claramente se ha dado una importancia excesiva a los sistemas tradicionales”, afirma a la AFP. En su opinión, el problema no es la ausencia de inversión, sino su distribución: “Espero que las reglas del gasto cambien, que pasemos de un reparto del 99% para sistemas tradicionales y el 1% para sistemas autónomos a algo mucho más equilibrado”.

Helsing, cuya valoración se ha estimado en 12.000 millones de euros, es uno de los ejemplos más visibles de un sector que reclama un giro estratégico. Stark, otra empresa emergente creada el año pasado, reconoce avances en los procesos de adquisición del Ejército alemán, pero insiste en que el ritmo sigue siendo insuficiente. “El aprovisionamiento militar en Alemania está cambiando, y eso es muy positivo”, explica Josef Kranawetvogl, alto directivo de la compañía, entre cuyos inversores figura el controvertido multimillonario de Silicon Valley Peter Thiel, cercano a Donald Trump. “Somos muy buenos en Europa escribiendo documentos estratégicos, pero necesitamos más ejecución. Hay que mantenerse en la carrera y acelerar”.

Estas advertencias no se limitan al ámbito empresarial. Algunos analistas recuerdan que las Fuerzas Armadas alemanas han sufrido durante años problemas de material obsoleto o inadecuado. En un texto reciente, el historiador británico Niall Ferguson y Moritz Schularick, presidente del Instituto IfW de Kiel, señalaron que la planificación militar alemana va por detrás del “auge inexorable de los sistemas autónomos y sin piloto”. Para ambos, el riesgo es evidente: acabar equipados con “las armas de la última guerra, en lugar de las de la próxima”.

La defensa del armamento clásico

Frente a este diagnóstico, los grandes grupos industriales del sector de defensa reivindican el papel insustituible de los sistemas tradicionales. Empresas como Rheinmetall, que emplean a decenas de miles de personas y están profundamente integradas en el tejido económico y político del país, sostienen que los drones son importantes, pero insuficientes para garantizar la defensa nacional.

Armin Papperberger, consejero delegado de Rheinmetall, defiende un enfoque integral. “Sin vehículos blindados es imposible defender un país o repeler a un agresor”, afirmó recientemente en un encuentro con periodistas extranjeros. Según su visión, el futuro del ejército alemán pasa por disponer de todo tipo de capacidades: drones de alta tecnología, que su grupo también desarrolla, pero también carros de combate, artillería pesada y grandes volúmenes de munición convencional.

Papperberger cuestiona además que la experiencia ucraniana pueda extrapolarse automáticamente a otros escenarios. Una guerra con participación directa de la OTAN, sostiene, “sería muy diferente” a la que se libra actualmente en Ucrania, y en ella “los drones jugarían un papel menos significativo”. Este planteamiento encuentra respaldo en las cifras que maneja el propio Gobierno.

Un dron en el aire.
Un dron en el aire. (EFE/ Markiian Lyseiko)

El ministro alemán de Defensa ha mencionado inversiones de unos 10.000 millones de euros en drones en los próximos años. Sin embargo, según documentos a los que ha tenido acceso el medio Politico, el gasto total en defensa previsto para el periodo 2024-2034 asciende a 377.000 millones de euros, de los cuales alrededor de 88.000 millones irían destinados a empresas del entorno de Rheinmetall. Desde el Ministerio de Defensa evitan comentar estos datos concretos, pero defienden abiertamente la vigencia del armamento tradicional. Un portavoz reconoce que los drones son “decisivos en el combate”, aunque insiste en que por sí solos no ganan una guerra. “Los carros de combate, los transportes blindados de tropas y los aviones de combate seguirán siendo necesarios”, afirma bajo condición de anonimato, conforme a la política de su departamento.