
Desde que Emma falleció el 30 de octubre de 2019, la vida de Catherine, su madre, no ha vuelto a ser la misma. Su hija, alumna del instituto Alain-Fournier, se encontraba en el Desafío Azimut, cuando comenzó a sentirse mal, con calor, náuseas y algunos desvanecimientos. El evento, en el que estaba participando la niña de 11 años, consistía en una carrera de orientación escolar, celebrado el 11 de octubre de 2019 en la finca Haras de Jardy y el bosque de Fausses Reposes, en la que se reunieron cerca de 400 estudiantes de todo el departamento.
Debido al gran número de adolescentes que participaban en la prueba -organizado por el consejo departamental de Hauts-de-Seine- se establecieron ciertas normas de seguridad. Concretamente, se exigía que cada grupo llevara un silbato para casos de emergencia. No obstante, el grupo de la adolescente, integrado por solo cinco compañeros y supervisado exclusivamente por tres adultos, nunca obtuvo uno, lo que marcó una ayuda insuficiente a la joven. De este modo, tras varios episodios de caídas, la menor colapsó a las 14:27, según ha informado Le Parisien.
Sus amigos intentaron socorrerla por sus medios y uno de ellos, Kylian, decidió buscar ayuda. “Corrí a buscar ayuda. Pero estábamos al otro lado del bosque”, relató el ahora adolescente de 17 años al citado medio. Además, el personal adulto, que tardó varios minutos en llegar, no permitió que se le aplicara reanimación hasta la llegada de los equipos de emergencia, que lograron restablecer el ritmo cardíaco de la alumna 16 minutos después del colapso. Desafortunadamente, la situación se agravó minutos después.
“Su hija ha sufrido un infarto, señora”
Tal y como han expresado los padres de Emma a través de una denuncia interpuesta por su abogada, Pauline Alexandre, en enero de 2021, este suceso no habría acabo en tragedia de no ser por la pésima gestión y la organización de la carrera y la atención prestada a su hija. Por este motivo, la querella se trataba de una demanda civil contra persona desconocida por homicidio involuntario. “La sensación es de estar abandonados por el sistema judicial”, expresó Alexandre a los medios. Al parecer, durante la emergencia, Catherine recibió una primera llamada del director del colegio informando que su hija había sufrido una enfermedad leve. Sin embargo, minutos después, la versión cambió.

Los servicios de emergencia le notificaron: “Su hija ha sufrido un infarto, señora”. Pero el disgusto solo incrementó cuando al llegar al hospital Kremlin-Bicêtre (Val-de-Marne), los padres descubrieron que Emma había ingresado sola, sin la compañía de un adulto del evento ni información detallada sobre lo sucedido. Igualmente, el pronóstico inicial resultó insuficiente. Después de estabilizarla, los médicos indujeron a la niña en coma. No obstante, pronto detectaron daños neurológicos irreversibles causados por falta de oxigenación prolongada en el cerebro, derivada del tiempo transcurrido entre el paro cardíaco y la reanimación. “El estado neurológico de su hija es grave y preocupante”, trasladaron los médicos, según ha citado la abogada.
La muerte de Emma estremeció a sus compañeros. “No dejaban de repetirme: ‘Hicimos todo lo posible, señora’”, recordó su madre. Con el tiempo también reconoció que había descubierto más detalles de lo ocurrido aquel día: “Los niños estaban completamente solos. Completamente solos”.
La batalla legal tampoco fue fácil para los padres de Emma, pues el consejo departamental rechazó comentarios sobre un proceso judicial en marcha, a la par que la dirección escolar adoptaba una postura defensiva. Y es que, al parecer, el informe oficial del accidente, según denuncia la familia, contiene errores fundamentales, como afirmar que Emma fue atendida en menos de tres minutos, un dato que los padres impugnan. El caso, cerrado en 2020 y reabierto dos veces por la justicia francesa, permanece actualmente en instrucción judicial, según ha informado la fiscalía de Nanterre. Pero, hasta la fecha, la sensación de desamparo es inevitable y continúa marcando la vida de la familia, mientras esperan respuestas y reconocimiento de responsabilidades.
La última huella física de la tragedia se manifiesta en el tatuaje de Kylian, que se grabó una paloma en el brazo en memoria de su amiga. “Así, siempre está un poco conmigo”, comentó el joven. Su recuerdo también está presente en su casa de Clamart (Hauts-de-Seine), pues Catherine ha mantenido intactas las huellas de la infancia de la habitación de Emma. Desde la muerte de la adolescente el 30 de octubre de 2019, su madre vive rodeada por peluches, pósteres y recuerdos. El calendario escolar está aún pegado a la nevera. “La extraño muchísimo. No es humano vivir sin ella”, confesó Catherine.
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