
Para algunas personas, comenzar el día significa cumplir con una rutina inquebrantable: apenas se levantan, extienden las sábanas, alisan la colcha y dejan la cama impecable. Sin desayunar, sin mirar el móvil, sin abrir siquiera las persianas. Para otros, este hábito puede parecer obsesivo o innecesario. Sin embargo, la ciencia y la psicología sugieren lo contrario: hacer la cama por la mañana podría ser uno de los mejores hábitos para mejorar el bienestar y aumentar la productividad.
Según diversos especialistas, esta acción aparentemente simple refleja una personalidad organizada, disciplinada y emocionalmente estable. La psicóloga Siyana Mincheva explica al medio especializado Doctolib que “hacer la cama puede parecer trivial, pero es un acto que simboliza tomar las riendas del día al despertar”. No se trata solo de estética: es una forma de establecer el tono del día, reducir la fatiga mental y generar sensación de control.
Según estudios de psicología conductual, hacer pequeñas tareas desde que te levantas no sobrecarga la mente, liberando espacio en ella para poder afrontar el día de la mejor manera. Sobre todo, es vital que estas tareas sean sencillas y rápidas de acontecer. Al automatizar este tipo de acciones, el cerebro se libera para dejar entrar otras más complejas a lo largo del día.
Un hábito que impulsa el éxito

El poder de este hábito ha sido incluso defendido por figuras de alto perfil, como el almirante William H. McRaven, ex SEAL de la Marina estadounidense y responsable de la operación que llevó a la captura de Osama Bin Laden. En su famoso discurso en la Universidad de Texas, McRaven sostuvo que “hacer la cama te dará una ligera sensación de orgullo y te animará a hacer una, y luego otra, y otra tarea más... Al final del día, este simple logro se convertirá en una multitud de tareas cumplidas”. Para él, esta rutina matinal representa el primer paso hacia una cadena de éxitos diarios.
Quienes practican este ritual con constancia no solo tienden a ser más organizados, sino también más exitosos y consistentes en sus objetivos a largo plazo, según estudios de hábitos en entornos laborales y académicos. La disciplina, incluso en su forma más cotidiana, puede traducirse en una mejora general del rendimiento.
Impacto neurológico positivo
Más allá del aspecto práctico, hacer la cama también tiene implicaciones a nivel neurológico. Esta actividad, como otras asociadas a la organización y el logro personal, puede estimular la liberación de dopamina, el neurotransmisor conocido como “la molécula de la felicidad”. Esta sustancia está relacionada con funciones como la motivación, la atención, la memoria y la coordinación motora. Es la misma que se activa tras hacer ejercicio o comer algo placentero, como una barra de chocolate.
Sin embargo, aunque tenga todas estas connotaciones positivas, los expertos alertan de lo negativo de hacer la cama recién levantado. La acumulación de ácaros y demás bacterias durante la noche es un factor predominante que tiene que ser evitado. Por ello, se aconseja dejar que la cama se ventile al menos entre 25 y 30 minutos antes de volver a ser cubierta por sábanas.
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