El 12 de junio, un avión de Air India con destino a Londres despegó desde Ahmedabad, noroeste de India, con 242 personas a bordo. Momentos después del despegue, el vuelo, identificado como AI171 y operado por un Boeing 787-8 Dreamliner, se precipitó y se estrelló cerca del aeropuerto. El impacto causó 260 muertos: 229 pasajeros, 12 tripulantes y 19 personas en tierra. Solo uno, Vishwash Kumar Ramesh, con pasaporte británico, sobrevivió al accidente.
Las horas posteriores al siniestro estuvieron marcadas por la confusión. Los servicios de emergencia se desplazaron hasta el lugar del accidente, donde se encontraron con un panorama devastador: el fuselaje del avión había quedado incrustado en edificaciones cercanas y numerosos restos quedaban dispersos tras la colisión. Ramesh, de 40 años y residente en Leicester, Reino Unido, logró escapar de los escombros.
Estaba sentado cerca de una salida de emergencia, en el asiento 11A, lo que posiblemente favoreció su supervivencia. No es la primera vez que corre esa suerte el ocupante de ese lugar en un avión que cae. Pero no es tan bonito como suena. “Todo ocurrió delante de él, y lo más importante, perdió a su hermano”, explica su esposa en declaraciones a The Times. Su hermano, Ajay Kumar, de 45 años, ocupaba un asiento al otro lado del pasillo.

“La culpa del superviviente”
Ramesh fue hospitalizado con lesiones en el pecho, los ojos y los pies. El primer ministro de la India, Narendra Modi, lo visitó en el hospital, donde sigue. Su mujer y su hijo, que lo visitaron, han debido regresar a Reino Unido con motivo del curso escolar. Él permanece en tratamiento, sumido en “la culpa del superviviente y las pesadillas”, reconoce la familia a The Times. “No sé cuándo regresará a casa”, lamenta su esposa.
El resto de trabajos tras el accidente pueden calificarse como “caóticos”. Así lo hacen allegados que sufrieron una o varias pérdidas. El proceso de identificación y entrega de los restos de las víctimas estuvo marcado por dificultades. Varias familias alertaron de errores en la entrega de los féretros y en algunos casos denunciaron la desaparición de restos.
Cadáveres mal identificados o perdidos
Miten Patel y Tom Donaghey, familiares de dos víctimas, hicieron pública una carta en la que señalaron: “No solo perdimos a nuestros familiares en esta tragedia, sino que desde entonces hemos soportado el dolor inimaginable de que sus restos fueran maltratados, mal etiquetados, mezclados y, en un extremo devastador, completamente perdidos sin ninguna explicación ni ningún tipo de respuesta empática al respecto por parte de las autoridades de la India”.
La Oficina de Investigación de Accidentes de Aviones de la India (AAIB) publicó un primer informe preliminar que generó controversia. En dicha investigación, se señaló que los “interruptores de control de combustible se apagaron abruptamente” apenas tres segundos tras el despegue, provocando la pérdida de potencia y la caída del aparato.
El primer informe del accidente
De acuerdo con la grabadora de voz de la cabina, uno de los pilotos preguntó: “¿Por qué cortaste el paso?”, a lo que el otro respondió: “No lo hice”. Tras la filtración de esta conversación, la AAIB precisó que “sería irresponsable sacar conclusiones mientras todavía estaba investigando” el suceso.
Los familiares de los fallecidos expresan su malestar por la gestión de las autoridades y la falta de transparencia en el proceso. “Durante los últimos tres meses hemos intentado buscar respuestas a través de los canales adecuados, pero nos hemos encontrado con silencio y gestos vacíos”, relatan a The Times Patel y Donaghey. Los abogados que representan a las familias se han sumado a las críticas, exigiendo un nuevo informe de la AAIB que aclare el preliminar.
Las indemnizaciones
En cuanto a la compensación económica, Air India declara haber realizado pagos provisionales por un valor de 21.500 libras (cerca de 25.000 euros) a la mayoría de las familias y comunica que ya se han abonado ayudas a 226 familias. Por su parte, la matriz de la aerolínea, Tata Sons, estableció un fondo benéfico que contempla entregar 85.000 libras (en torno a 98.000 euros) a cada familia afectada.
A pesar de estas cifras, la percepción entre muchos de los beneficiarios es de abandono institucional y falta de apoyo emocional y legal. Sobre una posible indemnización a Ramesh por las consecuencias físicas y psicológicas del accidente, su mujer dice desconocer si ha recibido ya dinero de la aerolínea.
“No pedimos compasión”
La historia de la tragedia del vuelo AI171 sigue marcada meses después por la exigencia de responsabilidades y de información clara. “No pedimos compasión, sino rendición de cuentas, responsabilidad y acción. El silencio y la indiferencia que hemos enfrentado son aún más traumatizantes y han aumentado nuestro dolor y tristeza. No podemos llorar en paz hasta que se reconozcan y aborden las responsabilidades por estos agravios”, subrayan los familiares en una carta remitida a la ministra británica de Asuntos Exteriores.
Entretanto, el único superviviente aún no ha hecho el viaje que emprendía aquel 12 de junio. Salió por su propio pie de la tragedia pero las lesiones eran graves, no tanto las físicas como las psicológicas que afronta.
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